I
En momentos en que las venezolanas y los venezolanos nos alistamos para afrontar la importante contienda electoral del próximo 21 de noviembre, damos continuidad a las reflexiones que nos hemos propuesto realizar acerca de la vigencia que tienen hoy el pensamiento y la obra política del Padre Libertador Simón Bolívar y del Comandante Hugo Chávez; animados, precisamente, por la plena comprensión de todo cuanto nos jugamos hoy, en unas circunstancias que se tornan muy complejas para la humanidad y, particularmente, para nuestro país.
Y es que los grandes poderes de la comunicación mundial tienen la clara intencionalidad de desprestigiar el proceso bolivariano, sobre la base de la desinformación en torno a lo que ocurre en Venezuela, y la propagación diaria de barbaridades y sinsentidos en las redes sociales y medios digitales informativos; ocultando que la nación es objeto de criminales medidas coercitivas, que de forma unilateral e ilegal han sido impuestas por parte del gobierno estadounidense y sus lacayos, con un solo objetivo: generar un clima de desestabilización y tratar de derrocar el gobierno constitucional del compañero Presidente Nicolás Maduro.
Todas estas acciones se han acentuado a partir del tristemente célebre decreto del expresidente norteamericano Barack Obama, declarando a Venezuela como una “amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de EE.UU.”; momento desde el cual Washington ha arreciado sus ataques contra la Patria de Bolívar y Chávez en los ámbitos político-diplomático, económico-financiero-comercial y comunicacional.
II
Esa misma política de agresión imperialista se ha intensificado en el resto de Latinoamérica y el Caribe. Sin embargo, y si bien hemos visto el reposicionamiento de la derecha y la ultraderecha en algunos países de nuestro continente; también hemos sido testigos de la firmeza del Pueblo venezolano en la defensa de su dignidad, soberanía e independencia (del legado del Libertador Simón Bolívar y del Comandante Hugo Chávez), y del rechazo que otros Pueblos hermanos han manifestado en contra del neoliberalismo, por ejemplo, en los emblemáticos casos de Brasil, Colombia, Chile y Ecuador; así como de los “terrenos recuperados” para las causas populares en Argentina, Bolivia, México y Perú.
Más allá de las particularidades de cada país, hay un denominador común en todos ellos: ya los Pueblos han dejado de ser sumisos y pasivos, y se muestran decididos a ser definitivamente libres, como lo demostraron las y los nicaragüenses el pasado domingo 07 de noviembre, respaldando con su voto la continuidad del tránsito histórico hacia la consolidación del proyecto sandinista.
Este proceso de permanente revolución en la región se debe, en buena medida, al legado de Chávez y el Bolivarianismo que se inició a finales del siglo pasado, y que influyó decididamente en la conciencia de los Pueblos hermanos de la América Latino caribeña, llegando incluso a forjarse un contundente movimiento continental que cristalizó sus esfuerzos de unidad con la creación de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) y otras instancias de cooperación e integración, como Petrocaribe, la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Las latinoamericanas y los latinoamericanos, y las caribeñas y los caribeños, debemos trabajar muy duro para defender esas conquistas.
III
Hoy el pensamiento y la obra del Comandante Hugo Chávez permanece vigente; pensamiento y obra que tienen como punto de partida y esencia ideológica el ideario del Libertador Simón Bolívar: la unidad de nuestros Pueblos y la necesidad de construir una Patria Grande, soberana e independiente.
Latinoamérica y el Caribe sigue siendo una antorcha de esperanza para el resto del mundo. Aun cuando las clases dominantes han retomado el poder político en algunos países de importancia estratégica, y aun cuando el imperialismo arremete ferozmente para recomponer su dominio sobre el resto del continente, las fuerzas revolucionarias de la región continúan fortaleciéndose, dando la batalla aun en circunstancias tan complejas como las actuales; por lo que podemos decir, con toda responsabilidad, que continuamos resistiendo y venciendo.
El pensamiento bolivariano y chavista no es, parafraseando un poco a nuestro querido cantor del Pueblo Alí Primera, un pensamiento muerto, sino el eterno cabalgar de un sueño que debemos seguir edificando. No se trata, además, de un pensamiento aislado, sino de un constructo que surge de la historia de nuestras luchas. Es el mismo pensamiento de Martí, de Sandino, del Che, de Allende, de Artigas, de Torrijos, de Mariátegui, de Fidel y de tantos otros hombres y mujeres que entregaron sus vidas por ese sueño: la liberación y la felicidad de los Pueblos.
Recordemos estas palabras del Comandante Chávez: “Creo en el poder del espíritu humano. Movilicemos, pues, todo el poder del espíritu humano. Es tiempo ya. Se impone desatar una gran contraofensiva política para impedir que los poderes de las tinieblas encuentren justificación para desatar la guerra global generalizada con la que pretenden salvar el capital de occidente. Construyamos el equilibrio del universo que avizorara Bolívar, el equilibrio que, según sus palabras, no puede hallarse en el seno de la guerra, sino el equilibrio que nace de la paz. Pueblos del mundo: el futuro de un mundo multipolar, en paz, reside en nosotros, en la articulación de los Pueblos mayoritarios del planeta para defendernos del nuevo colonialismo y alcanzar el equilibrio del universo que neutralice al imperialismo”.
Nos corresponde a las bolivarianas y los bolivarianos seguir trabajando sin descanso por ese mundo futuro en equilibrio, sin imposiciones unilaterales, sin gobiernos poderosos que pretendan someternos a sus caprichos e intereses. Debemos continuar en esta lucha todas y todos, mujeres y hombres de pensamiento plural movidos por la preocupación de lo que pasa en el mundo; a fin de evitar que los Pueblos continúen sometidos y oprimidos por el capitalismo y sus lógicas, sus instituciones, sus aparatos de destrucción.
¡Nos corresponde batallar sin descanso para dejar a las futuras generaciones el mundo nuevo que se merecen; una batalla en la que, junto a Bolívar y a Chávez, siempre Venceremos!!