Por Carol Delgado Arria
¿Cuál es la causa del enfrentamiento armado en la frontera colombo-venezolana en Apure? ¿Qué ha pasado ahora en nuestra frontera con Colombia? Nada nuevo. Colombia, históricamente ha abandonado amplias extensiones de su territorio rural. Ese vacío de poder ha sido llenado por grupos insurgentes (como las FARC y el ELN) y por bandas armadas de paramilitares y narcotraficantes. Colombia es así un país con “soberanía parcelada”. Es decir, el Estado no tiene control efectivo de su territorio por tanto no puede ser considerado como un Estado en el sentido weberiano del término. Desde hace muchas décadas Colombia no tiene el monopolio de las armas en amplias franjas de su territorio. Tal es el caso de las zonas fronterizas de Colombia tanto con Venezuela como con Ecuador. En resumen, Colombia políticamente es un Estado fallido, además de un pésimo vecino.
Según fluctuaciones, más del 30 % del PIB colombiano está ligado al narcotráfico. Por ello los esfuerzos por construir una institucionalidad rural-fronteriza han sido deliberadamente débiles. No interesan ni la salud ni la educación. Tampoco interesa la paz porque el narcotráfico y la guerra civil dejan jugosos dividendos. Pero esta realidad es hábilmente maquillada. Y en Colombia “el único riesgo es querer quedarse” según repite irónicamente la propaganda turística.
Los EEUU y Europa en su pose de preocupación por los derechos humanos han optado por mirar a otro lado. Y han delegado el crimen de agresión contra Venezuela a uno de los países con peor récord de DDHH del mundo. En años recientes su ejército ejecutó a sangre fría a más de 6.500 personas de extracción social humilde (a quienes para colmo de todas las indignidades llaman “desechables”); para hacerlas aparecer como guerrilleros dados de baja. Tales asesinatos les permitían obtener como premio vacaciones o promociones militares. Semejante degradación es subestimada por una comunidad internacional obsesionada con los recursos de Venezuela. Tras publicitar al mundo el otorgamiento del premio nóbel de la Paz al expresidente Enmanuel Santos, la derecha colombiana destruyó los importantes acuerdos de Paz alcanzados tras años de esfuerzos y apoyos por parte de Venezuela, Cuba, Ecuador, Suiza, entre otros; ante una comunidad internacional indiferente.
Y Venezuela ha sufrido y costeado las terribles consecuencias humanitarias de esa guerra absorbiendo a casi 6 millones de colombianos que, sumados a los 6 millones de desplazados internos; arrojan la mayor suma de víctimas de guerra de los conflictos contemporáneos en el planeta. Quizá sea momento para explorar demandar a Colombia por los costes históricos que ha representado esa guerra para nuestro país y con ello visibilizar la verdad y exigirles una nueva vecindad. Los hechos deben confrontar a la comunidad internacional y las potencias injerencistas con la realidad, con su verdadera responsabilidad internacional en la región: la lucha por la Paz y los Derechos Humanos en Colombia.