Los torneos de la infamia y la cobardía están muy competidos
Ecuador: cuando un neoliberal reprime el aparato hegemónico lo respalda
Cuando un gobierno de izquierda reprime a manifestantes se arma el gran lío mundial. Intervienen otros países, organismos internacionales, ONG de toda laya y, por supuesto, todo lo potencian los medios de comunicación de la maquinaria global.
En ese caso se culpabiliza al gobierno, aun cuando sea evidente que las manifestaciones son provocadas, financiadas y dirigidas por camarillas de ultraderecha y, en última instancia, por las fuerzas imperiales que procuran un “cambio de régimen”.
Todo varía cuando el que reprime es un gobierno consentido de derecha o ultraderecha. En ese caso, se criminaliza a priori a los manifestantes y se legitima la conducta de las fuerzas de seguridad, aunque vayan por ahí matando gente y sacando ojos a discreción.
Es lo que hemos visto en los últimos días en Ecuador cuando el gobierno del banquero Guillermo Lasso ha respondido en términos bélicos a los indígenas, campesinos y obreros que han participado en el Paro Nacional.
Lasso ha autorizado claramente a las fuerzas de seguridad a producir “bajas en el otro bando”, lo que evidencia que entiende que el pueblo descontento es un “enemigo de guerra”. Si un presidente de izquierda hubiese dicho una barbaridad como esa, habría sido linchado mediáticamente. Pero es de derecha y por eso todo el tinglado (gobiernos, diplomacia multilateral, ONG y medios) guardan silencio o justifican al mandatario neoliberal.
Melilla: cuando los “socialistas” españoles se comportan peor que los ultrafachos
Pero no se crea que este tipo de actitudes vienen solo en individuos de derecha de forma y de fondo. También pueden observarse en sujetos que tienen envolturas de progresismo sobre sustancias muy retrógradas.
Un caso espeluznante es el del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, quien pertenece a lo que en Europa se llama “izquierda” o “socialismo”, aunque, en rigor, lo más lejos que han llegado ha sido a una socialdemocracia de rasgos adecos.
Nadie que sepa un poco de política española habría esperado mucho de Sánchez en eso de las líneas políticas de izquierda, pero es francamente vomitivo que se haya declarado satisfecho y agradecido con Marruecos por la forma como se trató un incidente fronterizo en el que fueron muertos 37 africanos que pretendían saltar la valla de Melilla, una oprobiosa cerca que mantiene a los pobres lejos de Europa.
Fue Sánchez quien acuñó la frase “bien resuelto” para referirse a este triste capítulo del racismo europeo en contra de los migrantes que huyen de las guerras africanas en las que la misma Europa tiene sus manos siempre metidas.
No hubo ni siquiera una palabra de pésame a los fallecidos. Es una prueba de que para diferenciar entre socialistas y ultrafachos en España hay que hilar demasiado fino.
Macron: cuando los lacayos cambian de actitud por órdenes de EEUU
El papel de los gobernantes europeos es de una vergüenza tras otra, sobre todo por su sumisión a los dictámenes de Washington. Ya hemos visto como los países del Viejo Continente arriesgan a sus poblaciones a sufrir tremendas calamidades (que se agudizarán en otoño e invierno) para hacerle comparsa a Estados Unidos en el asunto de “castigar” a Rusia.
Ya antes, la Unión Europea se ha alineado obedientemente en la aplicación de medidas coercitivas unilaterales contra países como Irán y Venezuela, donde los europeos tienen intereses corporativos.
Ahora, como Washington cambió de estrategia frente a ambas naciones petroleras, aparece Emmanuel Macron haciendo el papel de líder europeo que plantea la idea de aliviar las sanciones y permitir que Irán y Venezuela retornen al mercado petrolero mundial. De esa manera, EEUU no queda tan feo en su recule.
Como dijo el presidente Nicolás Maduro, el retorno de Venezuela será, en tal caso, al mercado petrolero europeo, porque con otras regiones del mundo se han ido restableciendo las relaciones comerciales, tras la caída de la producción y la pandemia.
Argentina: cuando los izquierdistas “sobrecumplen” las órdenes gringas
Otro asunto “bien resuelto” (dicho irónicamente, aclaremos) es el del avión de carga venezolano que fue secuestrado en Argentina mediante una artificiosa y truculenta trama de supuesto terrorismo.
El propio presidente Alberto Fernández ha reconocido que no hay irregularidad alguna ni con la aeronave ni sobre su cargamento ni respecto a la tripulación, la que se consideró sospechosa porque entre sus miembros había varios iraníes.
Fernández admitió que el problema de fondo son las medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos, ante las cuales muchas empresas se empeñan en “sobrecumplir” para evitar ser objeto de represalias.
Pese a ese reconocimiento del mandatario, el avión sigue varado en Buenos Aires y los tripulantes bajo investigación con prohibición de salida de Argentina.
En buena medida, también el gobierno izquierdista se esfuerza demasiado en cumplir con las injustas e ilegales “sanciones” gringas.