Los adversarios localizan puntos vulnerables y los atacan
Jóvenes revolucionarios
El presidente Nicolás Maduro ha hecho de la juventud un ícono importante de su Gobierno. Muchos cargos relevantes han sido asignados a personas menores de 30 o 40 años. Lo mismo ha hecho el Partido Socialista Unido de Venezuela con las candidaturas a los diferentes cargos de elección popular.
Los adversarios han tratado de utilizar esta característica para golpear y destruir el proceso revolucionario. Han apuntado a los funcionarios jóvenes para comprar sus conciencias, para anular la vocación social que pudieran haber tenido, para convertirlos en burócratas individualistas y corruptos.
Y cuando se habla de adversarios no necesariamente se trata de un único grupo organizado y coordinado. Es, a fin de cuentas, el capitalismo hegemónico que tiene el instinto de dominar a todos mediante sus propios placeres egoístas.
El ataque es particularmente doloroso porque al corromper a los más jóvenes se cercenan las esperanzas de un futuro mejor y se siembra el desconsuelo más amargo. Se impone un debate interno crudo y sin anestesia al respecto.
Mujeres desviadas de la ruta
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Algo similar ocurre con las mujeres. Ellas han sido un factor clave de la Revolución, en especial en lo tocante a las tareas del desarrollo del Poder Popular. Sin las aguerridas mujeres chavistas, habrían sido imposibles muchos de los triunfos obtenidos sobre las perversas estratagemas de la derecha.
Entonces, la ofensiva desplegada para menoscabar el ejemplo femenino es particularmente insidiosa. La contrarrevolución se ha enfocado en las debilidades de algunas damas frente a las fascinaciones del poder económico y al mundo de la mujer-objeto que venden la publicidad y el marketing.
Así hemos visto como líderes de raíz popular experimentan agudos cambios de mentalidad y aparecen trastocadas en sex-symbols, ajenas por completo al espíritu de cambio social y a la responsabilidad por lo colectivo.
Corresponde a las luchadoras sociales del feminismo intensificar la deliberación –como ellas saben hacerlo- sobre estos aspectos para recobrar la ruta de la que algunas se han extraviado.
Funcionarios electos
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La operación de desmontaje revolucionario que llevan a cabo las fuerzas más oscuras (ultraderecha, imperialismo, paramilitarismo y narcopolítica colombiana, entre otras) se ha dirigido de manera creciente a los funcionarios de elección popular, tal como se ha demostrado en días recientes con diputados y alcaldes.
Este es un síntoma muy alarmante, pues está claramente emparentado con las ejecutorias que ocurren al otro lado de la frontera, donde los carteles de la droga y sus brazos paramilitares imponen candidatos a diferentes cargos para luego tener poder político directo.
Está práctica en Colombia incluye perversiones como la compra de votos, el amedrentamiento de electores antes y durante las jornadas de votación y los atentados criminales contra candidatos adversos a la opción defendida por los narcoparamilitares.
Es necesario extirpar rápidamente del escenario nacional cualquier manifestación semejante a estas, pues si se le permite expandirse, se hará dueña del cuerpo nacional en muy poco tiempo.
Dirigentes fronterizos
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Está claro que el plan de ataque a los grupos vulnerables también tiene su foco en los dirigentes de localidades y estados fronterizos, pues se trata de una estrategia en la que confluyen los más pérfidos intereses imperiales y de los grupos delictivos colombianos, desde hace muchos asociados con la rancia oligarquía neogranadina.
Esto se ha visto claramente en los casos más recientes, que implican a funcionarios de los estados Zulia, Táchira, Apure y un alcalde de Anzoátegui que, según las investigaciones, facilitaba el surtido de combustible para el tráfico de drogas a través del Orinoco.
La vulnerabilidad de nuestras zonas fronterizas es una realidad inocultable, no solo por este tipo de vinculaciones, sino también por la operación armada de los grupos irregulares y por la penetración de capitales en la compra de bienes raíces, el contrabando de minerales preciosos y estratégicos y el uso corriente de la moneda colombiana.
Es un deber inaplazable atender esa complicada realidad y detectar cualquier otro caso de cooptación de funcionarios electos o designados. En eso, literalmente, se nos va la vida.