Un año políticamente intenso finaliza en paz
La Asamblea Nacional asume sus tareas institucionales
El año político 2021 comenzó temprano, pues el 5 de enero tomaron posesión los nuevos integrantes de la Asamblea Nacional, electos en diciembre de 2020.
Lo que pudiera haber sido un trámite ordinario en la vida democrática venezolana, se transformó en un hecho de gran significado; porque el nuevo Parlamento le puso fin a uno de los períodos más oprobiosos de la vida institucional en lo que va de siglo: los cinco años de una Asamblea Nacional que fue instrumento de toda clase de intentos de salidas violentas e inconstitucionales.
En esos cinco años se procuró derrocar al Gobierno legítimo por las más diversas vías, desde el golpe parlamentario al estilo Honduras o Paraguay, hasta la autojuramentación de un diputado como supuesto presidente encargado de la República, pasando por oleadas de violencia callejera, solicitud de medidas coercitivas unilaterales y bloqueo, magnicidio fallido, golpe fracasado, invasiones abortadas, desbocados escándalos de corrupción y un merecido pare usted de contar.
La nueva AN procedió de inmediato a asumir sus tareas institucionales pendientes, entre ellas las orientadas a abrir caminos para el retorno de algunos sectores opositores a las sendas del diálogo, la concertación y el voto.
Los ajustes hechos en el Consejo Nacional Electoral, el inicio de las conversaciones en México con el ala más violenta de la oposición y la realización de las elecciones regionales y municipales fueron el balance positivo del nuevo Poder Legislativo.
Se inicia el diálogo con las oposiciones
Otro de los hechos estelares de 2021 fueron los encuentros entre el Gobierno y la oposición radical, bajo el auspicio de Noruega y México.
La dimensión de ese logro se pierde de vista, tomando en cuenta que ese sector adversario venía de intentar –una vez más y vanamente– el boicot de la vía electoral, en los comicios parlamentarios de diciembre.
Arrinconados por la realidad de nuevas corrientes dentro del antichavismo y sumidos en el desprestigio de sus múltiples actos de corrupción y violencia, los dirigentes de los partidos que habían controlado a la oposición en los tres últimos años no tuvieron otra opción que aceptar ir de nuevo a la mesa de diálogo.
Ese solo hecho ya fue una victoria para la Revolución y en particular para el presidente Nicolás Maduro que ha sido un constante partidario de la negociación como salida a la crisis política nacional.
Álex Saab y la terquedad imperial
El proceso de diálogo pudo haber conducido ya a importantes acuerdos, de no ser por la terquedad imperial, que se hace sentir más allá de que el timón de Estados Unidos no esté ya en manos de Donald Trump y su cáfila de buscapleitos, sino de Joe Biden y los supuestamente moderados funcionarios de la administración demócrata.
El año había transcurrido en una especie de política de correr la arruga, con declaraciones de “sí-pero-no” respecto a Venezuela, el diálogo y las elecciones regionales y municipales, pero se produjo un punto de quiebre con el empeño de Washington de tomar como rehén al funcionario venezolano Álex Saab, luego de violar numerosas veces la normativa del Derecho Internacional sobre detenciones por la Interpol, trato al personal diplomático y extradiciones.
Los desafueros obligaron al Gobierno venezolano a reaccionar levantándose de la mesa de México, toda vez que Saab había sido designado como parte de la delegación oficial.
Hasta el cierre del año, el diálogo sigue en suspenso, mientras el hipócrita y cínico gobierno de EE. UU. exige que se reanude luego de haberlo bombardeado.
Elecciones del 21-N: habló el electorado
El otro gran suceso político de 2021 fueron las elecciones de gobernadores, alcaldes, legisladores estadales y concejales, realizadas el 21 de noviembre, un proceso político que dejó numerosos elementos para el análisis tanto del lado revolucionario como del opositor en sus distintas facciones.
Fueron unas megaelecciones realizadas en un país bloqueado y sitiado por un imperio y sus secuaces, y en medio de la pandemia. A pesar de ello, se llevaron a cabo con un nivel aceptable de participación para comicios de este rango; con el retorno al redil electoral de numerosos partidos opositores; y con la presencia de los observadores de la Unión Europea, que finalmente se dignaron a venir.
El balance general es muy auspicioso, pues incluso con el inesperado desenlace de la elección para la gobernación de Barinas, reinó la paz y funcionaron los mecanismos constitucionales y legales previstos. Ahora queda pendiente esta suerte de epílogo que será la repetición del proceso en el Estado llanero, razón por la cual puede afirmarse que el 2021, políticamente hablando, no terminará el 31 de diciembre, sino el 9 de enero.