La derecha aplica el método acta-mata-voto en la UCV y luego se aplaude a sí misma en una muestra de lo que entienden por “elecciones libres y creíbles”.
Cuando los dirigentes opositores hablan de elecciones libres, ya sabemos que se trata de que ellos tengan “libertad” para aplicar aquella técnica que tantos triunfos les permitió durante 40 años: acta-mata-voto.
En la elección de representantes de egresados en los consejos de Facultad, ganaron en buena lid 10 de 11. Pero les hacía demasiada roncha la única que perdieron: Humanidades y Educación, así que montaron un reconteo, anularon unas cuantas papeletas y “ganaron” por cinco votos.
Esa es la razón por la que claman siempre por el voto manual. Saben que con ese sistema pueden torcer en un conciliábulo lo que el electorado decidió en las urnas. Eso es lo que la oposición nacional llama una “elección creíble”.
Las elecciones para egresados fueron organizadas por una UCV controlada ampliamente por la derecha. Se votó según sus métodos, no intervino el Consejo Nacional Electoral ni ninguna autoridad que pueda catalogarse de chavista.
La idea de que el reconteo corrigió un fraude es, para decirlo suavemente, solo para idiotas. En realidad, lo que se hizo en fue anular votos válidos de Juntos X el Patrimonio, es decir, el viejo truco que convirtió a aquel señor tan precario, Luís Alfaro Ucero, en un “caudillo”.
Luego de concretar el despojo, salieron todos los opositores (universitario o no) a decir que el chavismo fue barrido de la UCV porque perdió en las 11 facultades. Se aplaudieron a sí mismos por su victoria en la trastienda. Bueno, cada quien con sus “victorias”.
Lo ocurrido en la Facultad de Humanidades y Educación es un “demo” de lo que ocurriría en el país si se aceptara el retroceso de volver al voto manual.
El afán de declarar a las universidades “territorio libre de chavismo” demuestra, una vez más, que la imposición de un pensamiento único no es una idea de la Revolución, sino de la oposición de derecha y ultraderecha.
Lo malo de esa hegemonía es que se basa en el engaño, en el autoengaño y en la subestimación y negación del adversario político. Luego, cuando la realidad los abofetea, se van a llorar con la “comunidad internacional”.