El bochinche persiste en la derecha maltrecha. Los fervientes defensores de la salida violenta y de la “máxima presión” ahora están mansitos; presionados por sus “aliados” internacionales para contarse electoralmente. Pero a la vía electoral le perdieron el gusto. Están más que oxidados, porque habían tomado el camino de la sedición y el asalto violento del poder político, todos ungidos por el dedo siniestro de sus amos de la Casa Blanca. Ahora tienen alergia a contarse por la vía electoral y someterse a los designios del pueblo.
El desmadre ante el escenario de participación electoral es de grandes magnitudes, pero el ego, las ambiciones políticas y los intereses económicos; les ablandan todo rastro de terquedad. Por eso en la escena electoral ya hay infinidad de actores políticos que aparecen peleándose por los mismos cargos a las distintas gobernaciones y alcaldías. Parecen unos borrachos peleándose por la última botella de aguardiente. Los distintos grupos, toletes, factores e individualidades (autopostulados) que pululan en la extrema derecha violenta; no cesan en la pugna por encabezar las listas electorales para las próximas elecciones regionales y locales del mes de noviembre.
Las luchas son fratricidas. Principalmente entre los vetustos personajes que encabezan la MUD y que pretenden imponer al resto del espectro opositor la “línea” de la Casa Blanca; pues nadie le hace caso a esta mesa coja, y tienda aparte; cada legítimo aspirante se ha inscrito calladito en el sistema automatizado del Consejo Nacional Electoral a través de las distintas organizaciones políticas habilitadas para hacerlo.
En cambio, el desmadre de la MUD ha trascendido por las redes sociales y los medios de comunicación. Así vimos a unos llorosos Ramón José Medina y José Luís Cartaya (presidente y secretario general de la MUD), suplicar públicamente a los dirigentes del G4 (Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia y Voluntad Popular); que pusieran orden en el bochinche y controlaran a los nefastos personajes, como Leopoldo López y Juan Guaidó; que seguían saboteando el espíritu de participación que ya había adoptado la mayoría de los miembros de la MUD. Bajo amenaza señalaron que: “En vista de que hasta la fecha no se ha tomado decisión alguna sobre participar o no en las elecciones regionales y locales convocadas para el 21 de noviembre de este año, por cuanto además nos encontramos a cinco (5) días de vencer el plazo para formalizar las postulaciones de candidatos en el Consejo Nacional Electoral (CNE), y ante la imposibilidad de que podamos cumplir con ese requisito formal en tan breve plazo; nos vemos obligados a renunciar a los cargos de presidente y secretario general del Partido Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y poner a su disposición usuario y clave para el Sistema de Postulaciones”. Mayor desorden imposible.
Mientras esto ocurría en torno a la tarjeta de la MUD, algunos aspirantes jugaban posición adelantada y estaban ya en la calle imposibilitados de contener más sus profusas aspiraciones electorales. Se le llama candidaturitis crónica, la penosa enfermedad que infectó súbitamente a los antiguos abstencionistas del espectro opositor.
El nefasto y fracasado, Carlos Ocaríz, es la cabeza visible de este mal. Dirigiendo el desmadre electoral de la MUD, este dirigente del partido de extrema derecha Primero Justicia ha intentado someter al resto de los candidatos que aspiran al mismo cargo que él. Con total soberbia señaló que: “Yo sí creo que en Mirada vamos a tener candidaturas unitarias” y “…Espero que todos tengamos la madurez de lograr esa unidad para poder participar”. Sin embargo, desde el lado del equipo de campaña del candidato David Uzcátegui (apoyado por Fuerza Vecinal) señalaron que “…Durante dos meses se han solicitado primarias, entendiendo que es el mecanismo idóneo para elegir al candidato a la gobernación y porque la gente lo pide”.
Lamentablemente, Carlos Ocaríz decidió no medirse en primarias junto al líder político David Uzcátegui. “…Estamos evaluando otros mecanismos y continuaremos esperando respuesta en las próximas horas”. Esta novela de seguro continuará durante las próximas semanas; hasta que quede doblegada la soberbia de alguno de los dos candidatos.
Para completar el alucinógeno cuadro electoral del espectro opositor apareció en pantalla (con telaraña y todo) un remozado Henry Ramos Allup; luego de meses y meses del más absoluto silencio sepulcral. El renacido dirigente opositor habló en nombre de la MUD y de los partidos que conforman el G4, señalando que “Respetamos la voluntad de aquellos que no quieran participar en los comicios electorales; así como también pedimos que se respete la nuestra y la de todos los candidatos o electores que decidan ejercer su derecho constitucional de votar”.
El recordado abstencionista, ahora afirma (súbita revelación divina) que “votar es un derecho, y no votar también. Nosotros respetamos a aquellos que por sus razones deciden no participar; pero, por esa actitud de respeto, les pedimos respeto a quienes han decidido participar en este proceso”.
La MUD en su laberinto navega a la deriva en un mar de contradicciones. Por lo menos alegra que en apariencia se alejen de la salida violenta, el golpismo y el abstencionismo.