Ángel Rafael Tortolero Leal
Salvo algunas voces opositoras apologistas del desastre y promotoras de invasiones, caos y desesperanza; la mayoría de los análisis a la realidad política venezolana, señalan que vamos saliendo de la confrontación criminal del oposicionismo contra el pueblo y el Gobierno Bolivariano, avanzando rápidamente a la recomposición del Estado, sus instituciones y a la participación protagónica del pueblo organizado, en un esfuerzo titánico dentro de los límites de la paz y el entendimiento con propios y extraños, afectos y desafectos a las conquistas revolucionarias para la mayor suma de felicidad posible para todos.
Sin duda, una buena noticia en estos tiempos de guerra total contra los pueblos decididos a vencer y una verdadera prueba de fuego para las fuerzas revolucionarias que en franca unidad resisten y luchan, para superar las criminales consecuencias de los actos despiadados de los amancebados con el libre mercado, y sus eternos relatores mandaderos de las decadentes narrativas de los imperios hegemónicos y colonizadores.
Hoy nadie sensato tiene dudas de lo devastadora que ha sido la política de bloqueo financiero y comercial aplicado al país. No hay un solo venezolano o extranjero habitante de estas tierras, que no condene a los promotores de las desgracias, que además del daño causado por sus malévolas acciones, han saqueado los recursos financieros y empresariales de la patria en el exterior.
En ese orden de ideas, es menester destacar los esfuerzos sostenidos por el presidente Maduro y prestar atención al desarrollo de las dos vías sustanciales presentadas recientemente por él: una, la dirigida a la preservación inexpugnable de la patria, con el fortalecimiento del apresto operacional de la FANB, quienes en este momento se están abocado al desplazamiento táctico y estratégico contra las tangibles amenazas de invasión que desde el gobierno Colombiano emergen junto a las tentativas de los gobiernos derechistas de Guyana y Brasil respectivamente; con especial atención, en nuestras fronteras marítimas correspondientes; y por el otro, el reposicionamiento del salario real para los trabajadores, cuya primera aproximación se ha manifestado en la convención de los trabajadores de la industria petrolera aprobada recientemente.
No es poca cosa lo que ha hecho el Presidente; sin menoscabo de las consecuencias por los ataques criminales del imperio y sus secuaces, ha mantenido la Paz en la República; soliviantado las desgracias provocadas por el descalabro de la economía; atendido con prontitud las consecuencias de la Pandemia, establecido altos niveles de seguridad sanitaria, y para sorpresa de los detractores a su gobierno; ha derrotado todas la emboscadas magnicidas, injurias mediáticas y demás reacciones del latrocinio opositor y criminal dentro y fuera del país.
Sin duda, queda mucho por hacer, pero con menos de lo vivido en esta coyuntura histórica, otras naciones han derivado en un caos total. En ese sentido, no entender que nos enfrentamos a una guerra no declarada pero extremadamente letal, es hacerles el juego a los verdugos y tributar a nuestra propia desgracia.
De allí que, la convocatoria del Jefe de Estado es la producción, a la organización popular productiva, al Estado Comunal y al desarrollo de un aparato empresarial que entienda que es hora de invertir en Venezuela con sus recursos propios y no con el subsidio del Estado como fue en los 100 años de explotación petrolera y la economía rentistas del Siglo XX e inicios del XXI.
Ha llegado el momento de que esos “supuestos empresarios” agrupados o no en los devaluados gremios empresariales criollos, entiendan que el Socialismo Bolivariano del Siglo XXI es productivo, esencialmente humano y comprometido con la suma de felicidad para todos; lo cual supera con creces, las taxonomías del recetario para el libre mercado que, en el caso de Venezuela, sirvieron en el pasado rentista, para saquear el erario público en detrimento de las mayorías.
Es hora de apostar a la patria y traigan al país los recursos otrora extraídos y sin detrimento de sus temores por la seguridad de la inversión, apuesten desde Venezuela a la producción y exportación de bienes y servicios.
Socialismo es repartición justa de la riqueza, pero esa riqueza hay que producirla y convertirla en beneficios sociales tangibles. El Presidente está haciendo lo que le corresponde y más, vayamos juntos a la conquista del futuro hoy. Estamos en Revolución, que nadie se equivoque.