Eduardo Piñate R.
El 27 de febrero dio comienzo a la primera insurrección que registra la historia contra el neoliberalismo, modelo de acumulación capitalista y cultural que se comenzó a hacer hegemónico desde 1980, con los gobiernos de Margaret Tatcher en Inglaterra y Ronald Reagan en los EEUU. En ese momento la burguesía mundial, las potencias imperialistas y los intelectuales apologistas del sistema capitalista, celebraban el derrumbe de la Unión Soviética y del llamado “socialismo real” en Europa Oriental, sobre esa base declararon el triunfo definitivo del capitalismo sobre el socialismo y el comienzo de la unipolaridad yanqui; algunos –como Francis Fukuyama, por ejemplo- decretaron el fin de la historia y de las ideologías. Con el capitalismo neoliberal llegábamos al zenit –según estos autores- del desarrollo de la humanidad, de ahí en adelante lo que cabía era hacer adecuaciones al sistema del capital y era también el triunfo definitivo del pragmatismo. En esa trampa ideológica cayó mucha gente en el mundo, incluso de la izquierda, que terminaros renunciando al socialismo y se limitaron a un reformismo legitimador de la dominación burguesa. El pueblo venezolano desde ese día acabó con esas celebraciones y destruyó con su acción en las calles, esas predicciones.
También el 27 de febrero y días subsiguientes, el pueblo venezolano derrumbó el mito de la “democracia” venezolana, presentada ante el mundo como la más cercana a la perfección (antes lo había sido la chilena, pero Pinochet y su banda fascista acabó con ese mito). Un país rico en recursos naturales, principalmente petróleo, y con una democracia “ejemplar”. Más de 3.000 muertos, centenares de torturados, miles de presos y gran cantidad de desaparecidos, por la bárbara acción represiva ordenada por el gobierno de Carlos Andrés Pérez, utilizando las fuerzas policiales y militares, rompieron el cristal de la vitrina de la supuesta democracia venezolana y presentaron al régimen puntofijista tal como era: represivo y asesino, corrupto y entreguista. Ese día también se hizo evidente la crisis del sistema político bipartidista.
La incipiente ruptura ideológica del pueblo venezolano, evidenciada en la insurrección del 27 de febrero al 3 de marzo de 1989, encontró cauce poco después, el 4 de febrero de 1992, es día nuestro pueblo hizo suyo al líder, Comandante Hugo Chávez, y a su programa: el Programa Bolivariano. 32 años después, aquí estamos, el mismo pueblo, ahora libre y soberano, combatiendo al imperialismo y al capitalismo y construyendo el Socialismo Bolivariano y Chavista, nuestro Socialismo. Seguimos venciendo.