De cómo las medidas coercitivas unilaterales rebotan contra sus promotores
EUA: imperio decadente que viola sus “principios”
La imposición de medidas coercitivas unilaterales se ha convertido en el arma predilecta de Estados Unidos para tratar de mantener una hegemonía mundial que cada día se les hace más volátil, se les esfuma, se les diluye ante el poderoso crecimiento de naciones como China y Rusia.
Para aplicar tales medidas (a las que ellos llaman sanciones), la claque que dirige EE. UU. se erige en autoridad judicial mundial y se vale para ello del control que aún mantiene sobre los más importantes circuitos financieros y diplomáticos; pero se trata de atribuciones autoasignadas: nadie le ha dado a EE. UU. esa facultad global.
Al imponer sus castigos a otros países, EE. UU. siempre declara “principios” políticos; dice que busca preservar la democracia, la libertad y la justicia; amenazadas por los países a los que aplica represalias. Pero en el fondo, y a veces en la misma superficie, está claro que su objetivo real es mantener una supremacía en materia de negocios que ya no está en capacidad de ostentar en términos de la economía real.
Como no pueden competir bajo las reglas del capitalismo neoliberal globalizado que han impuesto al mundo entero, las corporaciones estadounidenses, a través de sus políticos, procuran hacerlo mediante las “sanciones” a los países que les han ganado en buena lid. El conflicto OTAN-Rusia es una prueba fehaciente de esto.
Europa: socios minoritarios que sufren las peores consecuencias
Los países que han sufrido las medidas coercitivas unilaterales, entre ellos Venezuela, saben lo terriblemente injustas que son. Los pueblos de estos países tienen conciencia (tenemos) de que siempre son los más necesitados de la sociedad los que experimentan los daños más graves.
Con la locura de EE. UU. de imponer sus represalias a Rusia y obligar a que sus socios minoritarios de la OTAN, los europeos, se sumen a ellas, serán los pueblos de esas naciones los que sufran las peores consecuencias.
Significativamente, también pasarán trabajo adicional los pobres y excluidos del mismo EUA, tal como ya comienza a apreciarse en síntomas como el aumento de precios de la gasolina y un pronosticado estallido hiperinflacionario.
EE. UU. ha forzado a la obsecuente Europa a cerrar las llaves de un gasoducto, el Nord Stream 2, que ya está listo para operar y que pondría gas ruso a disposición de Alemania, Francia y otras naciones. Ahora, a los burócratas de la Unión Europea no se les ocurre más nada, sino recomendar a la gente que use lo menos posible la calefacción y la cocina.
Muchos analistas y funcionarios serios de Europa han advertido que los socios minoritarios de EE. UU. dependen demasiado del gas y otros productos rusos como para asumir poses desafiantes ordenadas desde el otro lado del océano. Sería mejor suicidarse en masa.
Ucrania: el destino de los tontos útiles
Si delicada es la situación de la Europa de la UE, peor aún es la de Ucrania, el país que se ha prestado, desde hace ya casi una década, para el plan estadounidense de provocar una nueva guerra en suelo europeo que le renueve su título de hegemón global.
La deplorable clase política de ultraderecha que hoy gobierna Ucrania se complotó con EE. UU. para derrocar a un gobierno legítimo mediante una de esas “revoluciones de colores” que son en realidad, contrarrevoluciones. Se instauró desde entonces un modelo de gobierno fascista, con fuertes componentes racistas de corte nazi, que durante ocho años ha practicado la limpieza étnica en la región denominada Donbass.
Esto forzó a la autoproclamación de dos repúblicas populares: Donetsk y Lugansk, que desde un principio se han mostrado proclives a afiliarse a la Federación Rusa. Moscú se negó a reconocerlas por respeto a los Acuerdos de Minsk, que se entablaron para poner fin a la guerra civil ucraniana. Pero la violación contumaz de tales acuerdos por parte del gobierno fascista de Ucrania, acicateado por EE. UU. y la OTAN, forzaron al gobierno ruso a reconocer dichas repúblicas y a iniciar la intervención militar en Ucrania.
De resultas, Ucrania está ahora dividida y sus fuerzas armadas neutralizadas por la poderosa Rusia, mientras EUA y la OTAN olvidan sus promesas de apoyarlos militarmente. Es el triste destino de los que se prestan para el rol de tontos útiles.
Colombia y otros: el despecho de los lacayos
Mientras tanto, en la vecindad, la pandilla que gobierna Colombia llora amargamente porque sienten que la otra pandilla, la de Washington, los malquiere.
El oligarca “Pacho” Santos arma una pataleta, se tira al suelo y dice que los han tratado como si valieran cero. El subpresidente Duque, en tanto, reclama porque la Casa Blanca no lo consultó antes de mandar gente a hablar con “la dictadura de Maduro”.
Y, porque no puede ser de otra manera, los comentaristas, influencers y periodistas que han solicitado la invasión de Venezuela, el golpe de Estado, el magnicidio y otras menudencias (venezolanos y de otras nacionalidades) han protestado también con voces plañideras. ¿Cómo ponerle a esta telenovela? ¿Qué les parece El despecho de los lacayos?