El diputado Gustavo Villapol realizó una medición del impacto del viaje del presidente Maduro a China, y encontró que 100 millones de personas recibieron información al respecto
—¿Cómo resultó, desde el punto de vista comunicacional, la gira del presidente por China y su paso por la reunión del Grupo de los 77 + China, en La Habana?
—Fue una gira extraordinaria, no sólo para el pueblo venezolano, sino para todo el mundo, en estos momentos en que los polos geopolíticos se mueven y hay una especie de transición hegemónica en el Sistema Mundo. Venezuela cumple un papel importantísimo, no tanto como una potencia hegemónica, sino como una reserva estratégica de recursos indispensables para la humanidad. Es importante el hecho de que el presidente de esta nación haya podido pasar una semana en China, que es la principal potencia manufacturera del mundo, la segunda en términos económicos y una de las cinco primeras en el plano militar. Además, se mueve con mucho tino de manera conjunta con Rusia. Irónicamente, para los medios occidentales, esta gira no ocurrió, su cobertura comenzó con un cierto desdén, diciendo que Maduro estaba paseando, que nadie lo estaba escuchando. Sin embargo, creo que desde el punto de vista nuestro, ha sido de los eventos que mejor se han comunicado al pueblo venezolano. Se generó una conexión con la cotidianidad de la gente. No sé si es primera vez que pasa, pero es de las mejores. En cada una de sus paradas, se conectó con un lugar o un sector específico. Por ejemplo, cuando visitó Shenzhen, lo relacionó con La Guaira. Cuando pasó por Shandong, lo asoció con Maturín y Anzoátegui. Le iba explicando al país no sólo la cotidianidad típica de las redes, que hemos aprendido a ver (caminar por un lugar histórico, echar una bromita en TikTok), sino que explicó cómo esos acuerdos pueden tener alguna repercusión en su cotidianidad.
—¿Qué resultados arrojaron las mediciones de las redes sociales?
—Más de cien millones de personas fueron alcanzadas en redes sociales con esta gira. Eso es inédito. De esa cantidad, 55 % de los comentarios fueron positivos sobre la gira en todas las plataformas digitales, versus 45 % negativos. Esas cifras son inversas al resultado de cualquier gira presidencial, no sólo a las del presidente Maduro, sino a la de cualquier presidente. Lo común es que predomine la visión negativa espontánea, además del aporte que hacen los laboratorios mediáticos que hay en todo el planeta. Esos comentarios positivos se afincaron en los acuerdos firmados y en el apoyo de China a Venezuela, lo cual es muy importante, tomando en cuenta que el hegemón, Estados Unidos, que está en declive, pero sigue siendo un país muy poderoso, está abiertamente en contra de Venezuela, no es un detalle menor que otro factor de poder mundial, como China, le brinde un respaldo contundente al gobierno del presidente Maduro.
—Tenemos años precedentes en los que, para bien o para mal, Estados Unidos logró aislar a Venezuela en el escenario internacional. De allí se pasa a este otro extremo en el que el presidente es una especie de rockstar en esos escenarios. ¿Cómo lo ves?
—La legitimidad se construye con esfuerzo. En los gobiernos que tienen que lidiar con el imperio norteamericano, la resistencia, el esfuerzo, la lucha y la constancia terminan edificando su propia legitimidad. Al presidente Chávez le pasó lo mismo. En los primeros años no lo dejaron en paz: golpes de Estado, subestimaciones, insultos impensables para cualquier jefe de Estado, racismo, etcétera. Pero su resistencia y su empeño han permitido demostrarle al pueblo venezolano y al mundo que el chavismo existe, como siempre dice el presidente Maduro. Eso es lo que se ha demostrado en este tiempo y por eso es que ahora anda, como tú dices, como un rockstar a quien la gente saluda en las calles. Eso no significa que se hayan resuelto nuestros graves problemas. Lo digo porque, a veces, cuando decimos estas cosas, nos acusan de vivir en Narnia, de creer en fantasías. Nosotros sabemos que hay dificultades con los servicios públicos y tantos otros problemas. Una cosa no niega la otra, pero sí es cierto que la resistencia lo ha llevado a cosechar estos buenos frutos en el plano internacional.
—¿Qué se puede aprender del tratamiento mediático de esta gira que sea aplicable a una política comunicacional en general, que al parecer sigue sufriendo eso que el comandante Chávez calificó como una falla tectónica? Una de esas falencias es el secretismo, la falta de transparencia en la información.
—Creo que la gira rompe paradigmas respecto a ese secretismo, la falta de fuentes, que siempre hemos sufrido los que ejercemos la comunicación. Hay que entender que eso tiene un origen: un conflicto duro que tiene ya 25 años, que genera estas estrategias de guerra por parte del gobierno. Es natural que cualquier Estado se reserve cierta información, pero también es normal que haya mucha más transparencia en los lugares donde no hay un alto nivel de conflictividad. En esta etapa, que hay un proceso de despolarización, cuando las encuestas reflejan que un alto porcentaje de la población es partidaria de dejar la peleadera, lo que pasó en esta gira es muy importante porque rompió con el paradigma comunicacional del secretismo en muchos sentidos. Se informó abiertamente sobre los 31 puntos de los acuerdos, se hizo posible leer los textos completos. Eso reduce la incertidumbre que siempre es aprovechada por los contrarios, en medio de la guerra mediática, para imponer su matriz de opinión. Dentro del 45 % negativo, la mayoría de los comentarios no eran contra la gira, sino sobre la legitimidad del presidente Maduro (activado por el sector más radical de la oposición), la mala gestión del gobierno y la dependencia que tendrá Venezuela respecto a China.
—¿Cuál es el reto fundamental, entonces?
—Tenemos que encontrar la fórmula para armonizar la lógica emocional de las redes sociales y sus algoritmos (que están diseñados para priorizar la rabia, el miedo, la tristeza), con la vida cotidiana. Vimos a un presidente, con sus emociones, con su familia, saludando, manejando, pero al mismo tiempo a un estadista que no pierde la presencia presidencial, siendo recibido por un mandatario de la potencia que pronto será la más importante del mundo. Hay que aprender a construir una armonía entre esa comunicación que teníamos antes de la explosión digital, la que se basaba en la razón, el estudio y el análisis, y la nueva comunicación que se caracteriza por la emocionalidad (no quiero decir banalidad).
—¿Cómo se decide en el seno del partido lo relativo a las vocerías? Lo pregunto porque a veces pareciera que hacen una lista para ver quién es el más adecuado y eligieran al último. ¿Por qué ocurren esas locuras?
—Lo primero es que eso no lo decido yo, responde entre risas; pero debemos saber que el PSUV tiene una diversidad de cuadros muy calificados en cada una de las áreas de la realidad nacional. El partido tiene vocerías de primer nivel en muchísimas áreas. Si es un tema de sensibilidad nacional, esas decisiones corresponden a la dirección nacional. Pero hay que comprender y decirlo claramente, que el PSUV tiene una profunda conciencia de clase, una vinculación con los pobres, los trabajadores, los humildes, los excluidos históricamente, la clase con la que se comprometió el comandante Chávez; de la que salió él y salimos muchos de nosotros. Pero también es una alianza muy diversa, que tiene algo maravilloso y que no tienen otros partidos de izquierda, que es el componente de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana como parte de su liderazgo. Eso nos ha dado una disciplina tremenda que ha sido clave para aguantar todo lo que nos ha pasado, pero que también nos da una diversidad muy amplia. Hay desde comunistas y anarquistas hasta socialdemócratas y un poco más allá. Todos tienen una conciencia de nacionalidad, de soberanía, de patria, de venezolanidad, de bolivarianismo, pero esa diversidad se expone también en las vocerías. Eso hay que decirlo sin tapujos porque estoy muy orgulloso de mi partido, del que soy delegado fundacional. Estoy claro que hago vida con gente que tal vez no piense exactamente igual que yo, que me formé en la universidad, en una organización marxista-leninista, y en el PSUV, obviamente, no todo el mundo es marxista-leninista. Esa diversidad se expresa de muchas formas. Hay muchos detalles que podemos mejorar y ajustar, la crítica es bien recibida. Hay una especie de “critiquita” permanente con el partido, pero cuando la cosa apretó, cuando se puso difícil de verdad, fueron las señoras de las UBCh las que estaban cargando las bolsas de CLAP, algo que nos salvó la vida. En la escasez de gasolina más dura, cuando se detectaron situaciones de corrupción en las bombas, fue la Juventud del PSUV la que puso orden con la Operación Victoria. Es un partido guerrero, no sólo para defender la Revolución sino a todo el pueblo venezolano, sin importar lo que piense cada quien.
—Hablando de los medios de comunicación, la guerra mediática no es la misma, ha variado la correlación de fuerzas. Algunos grandes medios han desaparecido o han cambiado de dueños y de línea editorial, pero siempre se habla de censura y de ataques a los medios. Recientemente ocurrió el caso de un diputado del PSUV que fue entrevistado en un canal privado, le hicieron unas preguntas maliciosas y el diputado quedó mal parado. Al día siguiente despidieron al periodista y hubo un revuelo típico de estos tiempos, es decir, que fue flor de un día. Alguna gente se preguntaba por qué ante los medios acuden personas que no están suficientemente capacitadas para responder. ¿Qué opinas?
—Específicamente con ese caso, lo primero es que Globovisión es un medio privado, no pertenece al Estado. Las decisiones que toman son responsabilidad de su junta directiva, más allá de que estemos de acuerdo o no. Lo segundo es que nuestra Juventud del PSUV (ya yo no estoy tan chamo, los 40 me respiran cerca) tiene que hacer un esfuerzo permanente de formación política y técnica. Tenemos extraordinarios cuadros. Si se hace una revisión de los que están en posiciones directivas, todos son profesionales, tienen estudios universitarios y posgrados o son técnicos. Desde el punto de vista profesional, tienen una gran formación. Grecia (Colmenares), la secretaria de la JPSUV, es una chama extraordinaria, igual que el resto de los líderes. Eso hay que fortalecerlo desde el punto de vista ideológico. Lo que hace falta es un poco más de suspicacia. Lo digo para esas nuevas generaciones, porque los que venimos de la época de Chávez aprendimos a caernos a piña con los periodistas que eran financiados por los medios de la derecha. Más que para escoger las vocerías, hay que saber que en algunos medios te van a atacar. Creo que en ese punto fue que se pecó de inocencia en este caso. Nos sorprendió el momento porque además Ramón (Magallanes) es un diputado muy trabajador, tremendo chamo, amigo mío, fajado desde hace años militando en Guárico. Él no tuvo la culpa de nada. Lo que tal vez hay que hacer es tirarnos un entrenamiento para que sepan batear las rabo e’ cochino, como las que tú me has lanzado hoy. Uno va a una entrevista y tiene que ponerse los guantes.
—Al comandante Chávez le gustaba que los periodistas lo retaran con las preguntas.
—A mí también porque no hay nada más fastidioso que una entrevista complaciente, de esas en las que te dicen, “señor diputado, usted que es tan bello y hace tan bien su trabajo…” Eso es fastidiosísimo.
Datos para una bio
Gustavo Villapol es diputado a la Asamblea Nacional, secretario de Comunicaciones del PSUV y director del semanario Cuatro F. Egresado de la Universidad Central de Venezuela en las carreras de Administración y Comunicación Social. Profesor de la Universidad Internacional de la Comunicación. Autor del libro De la guerra a la vida: nueva época de transición al socialismo, una recopilación de artículos publicados entre los años 2013 y 2022.