El 24 de mayo, el Presidente venezolano Nicolás Maduro dio su discurso delante de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), luego de las elecciones que cuatro días antes lo habían reconfirmado como guía de la nación. En la Plaza Bolívar, los dirigentes bolivarianos estaban rodeados de periodistas y de ciudadanos. “Amiga, amiga, ayúdame a recuperar a mi hija, me han quitado la custodia”, gritaba una mujer. “Yo estoy esperando la vivienda”, añadía otra. Carolys Pérez se informaba, ponía en la cartera los papeles con las direcciones y las peticiones, movía la cabeza de cabellos con rizos sobre el bello rostro juvenil de afrovenezolana.
Pérez es la secretaria de la ANC, y por esto ha sido sancionada por Canadá, al final del mes de mayo. Como nos ha dicho en esta entrevista, la mentira es el arma principal de las clases dominantes, sin argumentos frente a una revolución “humanista” como aquella Bolivariana que quita la máscara a los sepulcros blanqueados porque viste a la palabra paz del único traje de credibilidad: aquel de la justicia social.
¿Cuál ha sido la trayectoria política que te ha llevado hasta el grupo directivo de la Asamblea Nacional Constituyente?
– He comenzado mi militancia en la juventud comunista del Partido Comunista Venezolano. Cuando Chávez ha lanzado la propuesta de adhesión al PSUV ingresé junto a un grupo de jóvenes. He trabajado con ellos, primero en el estado Miranda y luego a nivel nacional para el Congreso Fundador de los Jóvenes del Partido Socialista Unido de Venezuela, el JPSUV. Luego cubrí varios cargos, principalmente en lo que respecta a la formación ideológica de los jóvenes, he participado en dos cursos de intercambio con el Partido Comunista Chino. He sido la Secretaria del Consejo Patriótico de los partidos políticos, el Gran Polo Patriótico, la instancia que reagrupa a todos los partidos que apoyan a la Revolución Bolivariana: desde el momento de su formación y por tres años. He contribuido a construir esta importante alianza que nos lleva a encontrar puntos de consenso y a poner entre paréntesis las diferencias entre los diversos partidos. Hoy me compete ocuparme del trabajo concreto de los constituyentes y de las constituyentes, dirigir su trabajo en las regiones y sistematizar sus propuestas. He participado en el Comando de campaña constituyente para la reelección de Nicolás Maduro. Hemos recorrido todo el país para transmitir el mensaje del presidente al pueblo, y hemos ganado. También hago parte del programa televisivo Con El Mazo Dando. Antes estaba en el equipo de investigación, ahora en el de producción.
Un programa de investigación muy bien documentado, que desenmascara a menudo muchas mentiras dadas como “primicias”…
-Sí, se trata de un trabajo colectivo. Cada resultado que podemos alcanzar como cuadros políticos es el fruto de muchas manos, proyectos que se unen para un mismo objetivo. Una de las conquistas de la revolución es la adquisición de este ejercicio colectivo. Por esto estoy orgullosa. Nuestro objetivo es aquel de poner el Estado al servicio del pueblo, para esto debemos combatir asumiendo cargos de breve o largo período según la decisión de la vanguardia, como me ha sucedido a mí, para incluir a los jóvenes en el trabajo con el fin de que aprendan como se construye la Revolución desde el interior de los organismos: con método, con disciplina, estudiando constantemente y dando el ejemplo, y también con alegría, sin aquel ceño fruncido que asumen los políticos cuando van al gobierno.
Pero es una fuerte contradicción aquella entre el poder constituyente y el poder constituido cuando las instituciones son todavía burguesas. ¿Cómo se resuelve?
-Es un gran desafío, mentiría si dijera que es fácil, al contrario. Por tradición marxista siempre hemos pensado que lo instituido es enemigo del poder popular, que por naturaleza es “insurgente”, irrumpe en los espacios y destruye lo que ya ha sido hecho para imponer una transformación radical. Estamos conscientes de esto pero también en destruir es necesario tener un método, no se puede demoler todo sin un plan. Es necesario transformar estos paquidermos que son las instituciones, mientras que poco a poco se forma una alternativa, para convertirlas en instituciones más ágiles. Por ejemplo, hacer que la tecnología esté al servicio de la eficacia de las instituciones, que también puedan cambiar horarios de trabajo según de dónde se viva, ya que no es lo mismo vivir en una ciudad dormitorio o en una zona rural y en una gran ciudad. Un desafío complejo cuando se ha optado por una revolución pacífica que se decide con votos y no con balas. Lo hemos visto el año pasado, durante la violencia de la oposición. Ha sido muy duro no responder a las provocaciones, pero hemos logrado transformar el dolor en fuerza, en una mayor motivación política. Un ejercicio de madurez para decir: aquí está nuevamente el partido, el presidente, el pueblo que quiere paz. Aquí está mi mano extendida que tú opositor, no obstante, me hayas agredido, puedes tomarla y recomenzar a caminar juntos. El nuevo diálogo nacional deseado por el Presidente Maduro es la mayor evidencia de cuanto ha crecido nuestro pueblo y la sociedad entera en el trabajo colectivo. Es nuestro socialismo humanista, es nuestro modelo.
Pero con la guerra económica y el sabotaje, la burguesía trata de destruir el tejido social, la identidad colectiva, la solidaridad, los valores. ¿Cómo piensan hacer frente a todo esto?
-Diálogo no significa que todo quede igual en las relaciones entre las clases. La burguesía tiene sus intereses y nosotros, la clase trabajadora, tenemos los nuestros. Somos mayoría, y esta mayoría debe ser respetada. Tenemos en la mano las riendas del país y un mandato para continuar en la transformación de un modelo económico que tiene por objetivo eliminar la explotación del hombre sobre el hombre y sobre la mujer. Esto implica un freno a los apetitos capitalistas. La burguesía debe tomar nota de que las cosas han cambiado, que ya no tiene más la fuerza de antes, y que si continúa queriendo imponer un modelo de apropiación de la riqueza con fines privados, un modelo devorador y para pocos, se enfrentará con un bloque social organizado que sabe defender con fuerza los propios intereses. Es preferible que se empeñe en el crecimiento del país, de lo contrario que busque otros lugares, que se vaya a otra parte. Lo digo sin miedo: no regresaremos al modelo capitalista que existe en otros países.
¿Cuál es el deber de la ANC en esta nueva fase?
Hasta ahora hemos concentrado los esfuerzos en el consolidar el poder político, ahora es necesario dedicarse al problema económico. Gobernamos en 19 de los 23 Estados, en 309 de los 335 Municipios. Tenemos la presidencia de la República, tenemos la ANC. No hay excusas, debemos realizar las grandes transformaciones necesarias. Un aspecto central es el control de los precios. En esta guerra económica, se ha obtenido al menos un resultado: en los sectores populares ha disminuido aquella cultura capitalista de la fidelidad a la marca, una gran ventaja para incentivar la producción nacional.
¿Más comunas y más control obrero, entonces?
Sí, más poder popular. Profundizar los Consejos Comunales, desde las comunas y desde el control obrero: pero de los obreros conscientes y preparados para asumir la dirección de la empresa, independientemente del mito que el control obrero sea positivo. Y más formación política en la comprensión del socialismo como nuestro modelo específico. El socialismo de Bolívar y de Chávez que pone como eje central el rol de la mujer. Tenemos una presencia femenina de más del 83% en los Consejos Comunales, somos más del 50% en la dirección de la UBCH, el organismo de base del PSUV. La guerra económica ha agredido a las mujeres en todos los aspectos de la vida social, pero es de ellas que viene la resistencia más fuerte y una concreta indicación de futuro.
Traducción Gabriela Pereira