La migración les sirve de excusa porque Estados Unidos está en una crisis interna y una crisis además económica de modelo; y tiene que buscar un chivo expiatorio
Por: Geraldina Colotti y Carlos Aznárez
Para el programa «Abre Brecha Venezuela», sobre el tema de la migración venezolana y las deportaciones de Trump, entrevistamos a Anahí Arizmendi, jefa de la Gran Misión Vuelta a la Patria, autora del libro «Simón Rodríguez, los derechos de niños y niñas desde el Sur«, publicado por Trinchera. Aquí un resumen de la entrevista.
-La Unión Europea entregó miles y miles de euros a los gobiernos que respaldaban la migración venezolana, y a la extrema derecha que la impulsaba a salir del país. ¿Qué pasó con ese dinero? ¿Qué ha hecho la derecha para ayudar la migración venezolana?
-La migración venezolana ha sido un gran negocio que sectores de la oposición han venido construyendo, apoyados y financiados por el gobierno de Estados Unidos. Parte de esa narrativa y esa negociación que se vendió tuvo que ver con todo el tema de la migración inducida, y con solicitar financiamiento para supuestas organizaciones no gubernamentales que iban a apoyar a migrantes en distintas partes de la región. De los miles de millones de dólares que la USAID entregó al gobierno imaginario inducido de Juan Guaidó, la mayoría de los cuales fueron distribuidos entre algunos gobiernos, ninguno llegó a la migración venezolana. Nosotros, desde 2018, tenemos el Plan Vuelta a la Patria, para garantizar un retorno seguro y digno de los venezolanos y las venezolanas, que por miles quieren regresar al país, ya han regresado un millón trescientas mil personas. Y en este momento es una Gran Misión. Se repotencia toda esta atención integral para los migrantes, y la mayoría llega sin ningún tipo de atención, es decir, son recursos que no llegaron a los migrantes y las migrantes en general, se quedaron en el camino y esto ha sido demostrado por investigaciones que han sido abiertas a gobiernos, a personas, a organizaciones no gubernamentales; hasta en Estados Unidos. Hay una investigación contra Juan Guaidó sobre los recursos de la llamada ayuda humanitaria. En la trampa del discurso de la ayuda humanitaria donde, por ejemplo, el concierto que se hizo en la frontera de Venezuela, donde lo que menos venía en esos camiones de supuesta ayuda, como luego se demostró, era realmente medicina o insumos, sino por el contrario, lo que venía era una serie de productos y objetos que iban a ser utilizados para intentar un ingreso irregular por la frontera. También sucedió con los supuestos bonos que les habían ofrecido a enfermeras venezolanas de 100 dólares, que tampoco llegaron. Y hoy también la oposición nuevamente se encuentra solicitando recursos para convertir a los venezolanos y las venezolanas migrantes en esclavos, en mano de obra barata, para la cual también se desempolva una ley de guerra, como la Ley del Enemigo Extranjero. Aquellos que se llaman donantes o grandes donantes deberían reflexionar que esto no solo tiene que ver con Venezuela, sino que es un precedente para toda la región, es decir, que hoy nosotros tengamos 153 personas secuestradas en El Salvador, que las empresas que están detrás de la construcción de cárceles privadas estén ganando millones de dólares por este tipo de transacciones, y que se quiere imponer como moda o como nuevo modelo de negocio en toda la región. Las cárceles privatizadas donde BlackRock o Golden Sash, sí son empresas que ganan millones en la utilización de los migrantes como mano de obra barata. Esto debería sensibilizar a quienes se les piden recursos para este tipo de narrativas, que ha demostrado que no obedecen a los objetivos para los que supuestamente se crearon, es decir, no hay un apoyo a la migración, por el contrario, lo que hay es una política cotidiana de cosificar más aún al migrante.
– La campaña de Trump contra los migrantes habla de El Tren de Aragua, del narcotráfico, de que todos son malandros, o sea, de pronto han convertido a sus amigos, a sus aliados en malandros. ¿Cuál es el perfil del venezolano que vuelve?
Esa es la trampa que está detrás de toda la migración. Inicialmente era de interés para Estados Unidos y sus aliados que los venezolanos, que en su mayoría tienen una alta formación, emigren . Un grupo importante de médicos en Chile, por ejemplo, de investigadores en distintos países, ha habido toda la inducción para que el país se quedara sin talento y sin juventud. Nada más que para el año 2019, la USAID había invertido casi 5 mil millones de dólares, nada más que en el tema comunicacional para todo lo que fue una campaña brutal de promover la migración, donde a la familia se le decía que tenía que salir hasta con los perritos. Había organizaciones no gubernamentales nada más que para llevar los animales de compañía a los distintos países. Y ahora la migración les sirve de excusa porque Estados Unidos está en una crisis interna y una crisis además económica de modelo; y tiene que buscar un chivo expiatorio. Esta cárcel en El Salvador, que realmente es un campo de concentración, es un modelo que se le quiere vender al mundo. Pero quienes van a terminar también llenando estos centros “contra el terrorismo”, son los movimientos sociales y los voceros disidentes de cualquier política o acciones de este tipo.
-En tema de derechos humanos, ¿Nos puedes contar algo de tu último libro, «Simón Rodríguez, los derechos de niños y niñas desde el Sur«?
-El libro tiene como base mi tesis doctoral, y constituyó sin duda un desafío, no sólo por la responsabilidad que implica, por los cambios que con él se quieren construir; sino también por las pocas investigaciones que existen desde esta mirada. Por otra parte, reivindicar el proyecto de educación popular y la visión en materia de infancia y adolescencia del proyecto bolivariano; en estos tiempos en que niños, niñas y adolescentes son víctimas de genocidios como el de Palestina, tiempos en que son tratados más como objetos que como sujetos plenos de derecho en cuanto a políticas públicas y migratorias, es sin duda un acto necesario, insurgente. Un acto que convoca a los pueblos de América Latina a fortalecer la mirada desde el sur, desde las pedagogías de la liberación y de la ternura en una materia tan importante como son los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Es, una vez más, el proyecto bolivariano en lucha constante contra los modelos imperiales, patriarcales y colonizadores, que utilizan la educación y la industria cultural para moldear nuestros pueblos y para sembrar en nuestra infancia antivalores, para instaurar el fascismo como modelo de vida.