Con Patricia Mayorga, periodista y escritora chilena, presidenta del capítulo italiano de la Asociación Mundial de Mujeres Periodistas y Escritoras (Ammpe), quien vive en Italia desde 1975, hemos hablado de su libro “Il Condor nero”, reeditado ahora en Italia por Paesi Edizioni después de varias décadas de su primera aparición. Se trata de un libro de investigación que indaga en la Operación Cóndor, una acción coordinada entre los servicios secretos y las fuerzas armadas de varias dictaduras militares sudamericanas (en particular Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay) en los años 70, pilotada por la CIA y el Departamento de Estado estadounidense, con el objetivo de eliminar a los opositores políticos dondequiera que se encontraran.
En particular, el libro se centra en el papel de la Internacional Fascista, la red de terroristas nazifascistas y movimientos de extrema derecha europeos que colaboraron con el régimen de Pinochet en Chile. El libro reconstruye el atentado sufrido en Roma, el 6 de octubre de 1975, por Bernardo Leighton, destacado democratacristiano de Chile, y su esposa Anita Fresno; y pone de manifiesto los vínculos entre los servicios secretos, los aparatos militares y los terroristas de extrema derecha italianos.
-El 11 de septiembre de 1973 tuvo lugar el golpe de Estado con el que Pinochet cerró el paréntesis de la «primavera allendista». ¿Cómo se lo contaría a un joven de hoy?
-Para aterrizar su pregunta me referiré a toda una generación de jóvenes que teníamos entre 20 y 30 años: para nosotros significó un corte longitudinal en todo lo que había significado nuestra vida hasta ese momento. Se eliminó de un día para otro ese porvenir radioso, esas “grandes alamedas” por las que transitábamos para entrar en una noche de terror y tinieblas que duraría 17 años.
-Usted vive en Italia desde 1975. ¿Ya había pasado el 6 de octubre de ese año? ¿Qué recuerda de esos momentos y de esa Italia?
Llegue a Italia en marzo de 1975. Yo, en mi calidad de periodista, conocía a Don Bernardo: lo había entrevistado un par de veces mientras era Ministro del Interior del Gobierno del democratacristiano Eduardo Frei Montalba. En Roma funcionaba una oficina llamada “Chile democrático”: desde aquí se aglutinaba toda la solidaridad hacia Chile, y estaban representados todos los partidos de la Unidad Popular, que apoyaban al Gobierno de Salvador Allende, hoy se diría “bloque oficialista”, más el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), que aunque no formaba parte de la coalición de Unidad Popular apoyaba desde fuera al Gobierno de Allende: por lo tanto se advertía una sensación de rabia e impotencia, mezclada, por supuesto, con temor.
-¿Por qué Pinochet y la CIA deciden eliminar incluso a un moderado como Bernardo Leighton? ¿Cuál fue la reacción de la Democracia Cristiana en Italia?
-Documentos secretos de la CIA, desclasificados décadas más tarde, señalaban “tres elementos” a quienes había que “neutralizar”: el general Carlos Prats, asesinado junto a su esposa en 1974 en Buenos Aires en un atentado que hizo estallar el auto en que viajaban; el atentado a Bernardo Leighton en Roma, en 1975, y el asesinato también con un atentado con dinamita del ex Canciller chileno que murió junto a su secretaria en Washington en 1976. Según la CIA eran “elementos” que podrían “catalizar” el proceso democrático aglutinando todas las fuerzas democráticas, incluida la Democracia Cristiana chilena, que si bien en su mayoría había apoyado el golpe (excepto pocas personas, entre ellas Bernardo Leighton), iba evolucionando hacia posiciones democráticas ante la ferocidad de los golpistas.
-¿Cuándo empezó su investigación? ¿Qué obstáculos y peligros encontró?
En realidad, solamente la dificultad de encontrar toda la documentación, porque yo escribo mi libro a partir del proceso que empezó en 1992 contra Michael Townley, el ciudadano estadounidense miembro de la policía secreta de Pinochet que organizó el atentado realizado por los neofascistas Pier Luigi Concutelli (Ordine Nuovo) y Stefano delle Chiaie (Avanguardia Nazionale), que habían sido procesados en 1977, y dejados en libertad por falta de pruebas. Como la sentencia había pasado a firme (in giudicato), no podían ser procesados de nuevo. Durante el proceso de 1992, Delle Chiaie fue llamado a rendir testimonio solo en calidad de “persona informada de los hechos”. Fue ahí donde tomé contacto con él y le pedí una entrevista en relación con su estadía en Chile. Debo confesar que cuando me encontré con él no estaba demasiado tranquila. Nos vimos un par de veces en un bar al lado del “Palazzaccio”, en Roma. Pero luego pensé que dado el personaje seguramente ya sabría quién era yo y mi grupo familiar…y como se dice en Chile, ya “me había metido en las patas de los caballos”.
-¿Encontró pruebas, documentos o testimonios de una organización que actuaba en Italia contra los comunistas, bajo las órdenes de la OTAN, la Gladio, emparentable con el Cóndor?
-En ese momento no. Probablemente después podría haberlo hecho.
-Usted ha entrevistado a algunas de las personas involucradas en el atentado contra Leighton y su esposa. ¿Qué impresión le causaron? ¿Qué los movía, quién los ayudaba en Italia, en Europa (donde también golpeaba el Cóndor) y a nivel internacional?
-Tuve la oportunidad de entrevistar en dos ocasiones a Stefano Delle Chiaie, un individuo astuto y turbio que me contó sus verdades manteniendo siempre un aire de suficiencia hacia mí, tanto por las «limitaciones» de género debidas a mi condición de mujer —algo de lo que, en mi opinión, estaba más que convencido precisamente por su ADN fascista— como por el hecho de que me consideraba bastante ingenua y tal vez con escasa capacidad cognitiva; motivo por el cual habría aceptado pasivamente sus realidades paralelas. En ese momento, Pierluigi Concutelli que ya estaba en prisión por uno de los numerosos delitos que había cometido, entre ellos varios asesinatos; nunca respondió a mi solicitud de entrevista. También entrevisté a Vincenzo Vinciguerra, quien, a diferencia de Concutelli, aceptó contarme su estancia en Chile. Nos vimos en la cárcel de Opera, donde cumple cadena perpetua. Nunca pretendió ser mejor de lo que era. Todos pertenecían a organizaciones neofascistas y esa era su red italiana. A partir de ahí tejían sus contactos con las dictaduras de todo el mundo.
-¿Qué queda de esa red hoy?
-No podría contestar específicamente sobre esa red. Pero es innegable que han aparecido nuevas organizaciones con esas características, algunas herederas de esos grupos.
-Algunas de esas personas han continuado hasta el final desestabilizando los gobiernos socialistas y progresistas en América Latina: desde Cuba a Bolivia, hasta a Venezuela. ¿Qué ha «sembrado» en el continente latinoamericano del siglo XXI esa internacional fascista del siglo pasado?
-Como señalaba anteriormente, están apareciendo nuevos “fascismos” herederos de esa nefasta tradición, aunque utilizando herramientas contemporáneas, como por ejemplo las redes sociales y con diferentes “apellidos” como soberanistas, patriotas, etc.
-En 2020, exponentes de los partidos de extrema derecha europea y latinoamericana firmaron, bajo la égida del primer gobierno de Trump, la Carta de Madrid, constituyendo así una nueva «internacional negra«. Entre los fundadores se encontraban la actual primera ministra italiana, entonces en campaña electoral, y María Corina Machado, la «trumpista» venezolana que, sin embargo, es considerada un baluarte de la «democracia» contra el «dictador» Nicolás Maduro. ¿Cómo se llegó a este cortocircuito ideológico? Como periodista, y a la luz de la experiencia allendista, ¿cómo definiría a personajes como Machado?
-No conozco a la señora Machado, pero una persona que ha pedido en más de una ocasión que se intervenga militarmente cualquier país, más aún el propio, no puede ser considerada un baluarte democrático, menos aún “patriótico”. Asimismo, en su perfil de Wikipedia leí algo que me dejó perpleja. En el concepto “religión”, decía: “cristiano católica”. No entendí que significaba, porque en América Latina se autodenominan “cristianos” los movimientos evangélicos, nacidos en su mayoría bajo el ala de las nuevas tendencias cristianas estadounidenses. Por lo tanto, la señora en cuestión ¿es católica” y por ende sigue las normas vaticanas, o por el contrario sigue las “cristianas” ¿creadas en su mayor parte en Estados Unidos?
-Algunos analistas hablan de «un nuevo plan Cóndor» contra las fuerzas del cambio en América Latina: un plan que se ha adaptado a la guerra de IV y V generación, y que usa otros instrumentos desestabilizadores —económicos, mediáticos, judiciales— contra presidentes y gobiernos progresistas que se oponen a la «nueva Doctrina Monroe». ¿Está de acuerdo?
-Si, estoy de acuerdo, ahora se emplean otros sistemas, judiciales, parlamentarios, etc., pero siempre tendientes a la desestabilización de los gobiernos progresistas.
-En 2014, durante una cumbre de la CELAC en Cuba, América Latina fue declarada zona de paz. Ahora, sin embargo, vemos de nuevo las cañoneras de Trump amenazando a Venezuela. ¿Qué puede pasar?
-Esperemos que no pase nada, aunque hay intranquilidad en la región.
-¿Cuál es la situación hoy, en el Chile que se prepara para las elecciones?
-Nuevamente Chile será un laboratorio mundial donde se enfrentan dos connotaciones diferentes de entender no solamente la política, sino la vida en su conjunto.
-¿Qué impacto está teniendo en los jóvenes chilenos el genocidio en Palestina?
-Toda la sociedad chilena está reaccionando de manera coral contra el genocidio. Por otra parte el Gobierno chileno ha sido artífice en condenar la política de Benjamin Netanyahu de cara a Gaza, ya sea ante la Corte Internacional de Justicia, ya sea ante los organismos internacionales.
-»Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción casi biológica», decía Allende. ¿Cree que sigue siendo un mensaje válido para los jóvenes europeos?
-Estoy más que convencida, y no solo para los jóvenes europeos.