Entrevista al internacionalista y profesor universitario Reinaldo Bolívar, rector del Instituto de Investigaciones Estratégicas sobre África y su Diáspora
—¿Qué está pasando en África?
—Para tratar de entender lo que está pasando en África, y concretamente en la subregión del Sahel Occidental, en países como Níger, Burkina Faso y Mali, hay que entender que hay un cansancio psicológico de las generaciones jóvenes e intermedias; gente entre 30 y 50 años, que se encuentran con una absoluta falta de resultados para sus pueblos, luego de varios siglos, primero de colonización y luego de neocolonización francesa. Es una zona muy deprimida climáticamente, muy azotada por el cambio ambiental y, a pesar de su riqueza en recursos naturales, es complicada para vivir. Es una zona de tránsito de las grandes masas de población que van migrando desde toda el África subsahariana hacia el Mediterráneo. También tiene grandes problemas de salud pública. Son países muy empobrecidos a pesar de que Mali es un gran productor de oro y algodón, igual que Burkina Faso, mientras Níger es el gran productor de uranio de esa zona. En estos países, los gobiernos que han expresado su intención de nacionalizar estos recursos han sufrido golpes de Estado orquestados por Francia; que también ha aumentado su presencia militar en la región, con la excusa del terrorismo de Estado, a pesar de que esos grupos extremistas también son patrocinados por occidente. En los últimos meses esta zona se ha rebelado, con golpes de Estado de corte vanguardista, progresista y subregionalista. Ese es el cuadro actual.
—La Comisión Económica del África Occidental (Cedao) ha reaccionado esta vez contra los gobiernos surgidos de golpes de Estado. ¿Será porque son nacionalistas?
—La Cedao, cuya misión es lograr el desarrollo económico de la zona, se ha visto siempre muy afectada por los golpes de Estado; antes de derecha y ahora de otro orden. En esta ocasión ha hablado de una intervención para restablecer al gobernante depuesto en Níger (Mohamed Bazoum), pero creo que no se han detenido a evaluar qué es lo que está ocurriendo social y políticamente en el Sahel. En lo que va de este siglo, en África ha habido alrededor de veinte golpes de Estado, muchos de ellos en la zona occidental, pero ninguno de este matiz. Ahora los encabezan militares jóvenes, con formación académica, que se rebelan contra los presidentes profranceses, como lo es Bazoum; y también los que fueron depuestos en Mali, Burkina Faso y Guinea-Conakry. Eso demuestra que ha comenzado un divorcio de las élites militares de esos países y la potencia colonial y neocolonial tradicional, Francia, que para esa zona de África y la región central; ha sido lo que Estados Unidos es para América Latina.
—En la Cedao tiene un peso importante Nigeria, país hermano de Níger, pues fueron divididos cuando Francia, Reino Unido, y otras naciones europeas se repartieron África; a finales del siglo XIX. Nigeria es un país poderoso por su numerosa población y por ser petrolífero, y en este caso está a favor de Francia. ¿Qué riesgo hay de que se desate una guerra de grandes proporciones en esta región?
—Lo que está sucediendo en Nigeria parece contradictorio porque desde 1999, cuando llegó al poder Oluṣẹgun Ọbasanjọ y dio comienzo a una época de democracia más estable, este país siempre ha tenido una postura favorable a la integración regional. Es, efectivamente, el gran motor de esa región, junto a Ghana. Es decir, han sido protagonistas de hechos que hablan de nacionalismo y regionalismo, como surtir de petróleo a casi todos sus vecinos. Pero ahora el presidente nigeriano, Bola Tinubu, asumió esta posición aparentemente opuesta a lo anterior. Sin embargo, el Senado se negó a respaldar su intención de participar en una intervención armada contra Níger. También se han opuesto otras voces importantes de diversas tendencias políticas y orígenes étnicos. Es cierto que las potencias europeas dividieron a Níger de Nigeria, pero aún hoy el territorio a ambos lados de la frontera está poblado por la etnia hausa. Es casi imposible pensar que vayan a matarse entre ellos.
—La prensa internacional no ahorra calificativos, como golpista, militarista y dictatorial para referirse a los gobiernos de Níger, Burkina Faso o Mali, pero aplican la misma dureza con gobiernos nacidos también de asonadas militares de derecha. ¿Los medios son un factor de peso en esta coyuntura?
—Es cierto. En estos últimos días la prensa, sobre todo la alemana, ha estado caracterizando a la Cedao como un ente que responde al mandato de Estados Unidos y de Francia. Esto no es cierto, porque la Cedao ha sido siempre muy autónoma y hasta se ha pronunciado a favor de países como Cuba y Venezuela. Yo creo que eso demuestra que las potencias occidentales tienen como uno de sus grandes objetivos desarticular a la Cedao, implosionarla. Y lo están logrando porque, de los quince países miembros, cuatro están suspendidos por haber tenido golpes de Estado. Es decir, que hay dos bloques. El de los once se reúne en Nigeria, sin los cuatro suspendidos, y toman decisiones. Es lo mismo que hicieron con la Unión Africana en 2011, ante el conflicto de Libia, y con la Liga de Estados Árabes, respecto a Siria. Queda claro que a estos grandes países, que están en declive como potencias, no les interesa que haya mecanismos de integración regionales porque les restan poder.
—Esto se inscribe dentro del gran contexto geopolítico actual. Se afirma que las decisiones de estos nuevos gobiernos respecto a sus recursos naturales surgieron luego de la reunión con Vladímir Putin, lo que reflejaría la penetración de la influencia rusa. ¿Cómo leer este aspecto?
—Ha habido dos cumbres África-Rusia. La segunda, este año, fue muy comentada por el discurso del presidente interino de Burkina Faso, Ibrahim Traore, quien dijo una gran verdad; y es que el liderazgo africano de los últimos años no ha interpretado lo que está pasando en sus países; sino que ha estado proclive a occidente, a Europa. Yo matizo un poco esa afirmación porque sí ha habido cumbres con América Latina y China, pero los dirigentes no se han atrevido a decirle a Europa, de una vez por todas, que van a estar de igual a igual. En cuanto a Rusia, hay que recordar que como Unión Soviética tuvo una presencia importantísima en toda África, con un socialismo al modo africano, pero se retiró en los años 70 y 80. Ahora, ya como Rusia, está entrando sobre todo en el campo militar y de seguridad. A partir de la guerra de Ucrania, ha dado un gran paso: convertirse en proveedor seguro de alimentos de origen agrícola e intercambiar con África, lo que abre las puertas a la multipolaridad y por eso preocupa mucho a occidente.