Por el cincuentenario del golpe de Estado en Chile, contra el entonces presidente Salvador Allende florecen análisis y publicaciones. Entre ellas, la investigación periodística de Francisco Marín Castro (sociólogo, escritor y director del diario El Ciudadano) y Luis Ravanal Zepeda (médico forense), Allende, autopsia de un crimen, recién publicada en Chile por Ceibo ediciones. Un trabajo riguroso, en perspectiva histórica y simbólica, sobre los últimos momentos de la vida de Allende y del gobierno de la Unidad Popular. Lo hablamos con Francisco Marín Castro.
—Has investigado durante quince años la muerte del presidente Allende y su carga simbólica. ¿Por qué lo hizo y cuáles fueron los aspectos más destacados de la investigación?
—Con ocasión del centenario del nacimiento de Salvador Allende, en junio de 2008, publiqué un artículo en Proceso de México —revista de la que fui corresponsal por casi 20 años—, en que ponía en cuestión la versión oficial sobre la muerte de Allende (suicidio); dado que los antecedentes aceptados entonces me parecían poco convincentes. Ese fue el inicio de mi investigación en el caso.
Poco después, en septiembre del mismo año, el semanario chileno El Periodista publicó íntegramente un informe de “metaanálisis forense” del destacado médico legista Luis Ravanal Zepeda en que se controvertía científicamente la versión oficial del suicidio. En efecto, de acuerdo a la revisión del informe de autopsia de Allende, —de septiembre de 1973— que había permanecido desconocido hasta que, en el año 2000, la periodista Mónica González lo insertó como anexo en su libro La Conjura. Los mil y un días del golpe; se constató que el cráneo de Allende evidenciaba dos heridas de bala de dos armas distintas. La primera de ellas, asociada a un disparo de arma corta que dejó un orificio perfecto en la parte posterior de la bóveda craneana; y una segunda herida, en la zona submentoniana, de un arma de gran potencia que provocó el estallido del cráneo. El objetivo aparente de esta última fue simular el suicidio. Este informe provocó impacto mundial y repuso el tema de las causas de la muerte de Allende en el debate público.
Esta primera indagación del Dr Ravanal nunca ha podido ser controvertida científicamente y, de hecho, este médico forense fue premiado en el Congreso Mundial de Medicina Legal (Seúl, octubre de 2014) como el mejor expositor por su informe referido a las causas de la muerte de Allende. Lamentablemente esta distinción, la máxima que puede otorgar la ciencia forense a nivel mundial, nunca fue destacada por la prensa chilena e internacional, como ha ocurrido con todos los antecedentes que apuntan a demostrar que Allende no se suicidó.
Como sea, tras la publicación del metaanálisis de septiembre de 2008 me acerqué a Dr Ravanal a quien entreviste para Proceso y fuimos construyendo una relación de trabajo en esta materia que desembocó en la publicación, en septiembre de 2013, del libro Allende: “Yo no me rendiré”. La investigación histórica y forense que descarta el suicidio, también con editorial Ceibo.
El libro se publicaba en el contexto de los 40 años del golpe militar y en medio del cierre del “caso Allende” por la justicia chilena. Este juicio fue liderado por el juez especial Mario Carroza quien en septiembre de 2012 sobreseyó definitivamente el caso, estableciendo como causa de muerte el suicidio, en decisión que fue posteriormente ratificada por la Corte de Apelaciones de Santiago (julio de 2013) y por la Corte Suprema (enero 2014).
No obstante, la justicia chilena nunca pudo resolver la controversia planteada por la existencia de dos disparos de armas distintas en el cráneo de Allende aparte de omitir una verdadera constelación de pruebas que apuntan al homicidio que son las que damos a conocer en nuestros diversos reportajes y libros, el último de ellos recientemente publicado por Ceibo: Allende, Autopsia de un Crimen (Junio 2023).
—El golpe de Estado en Chile, marcó un parteaguas en América Latina y en Europa. Y mucho se ha discutido sobre las razones que llevaron a la caída del gobierno de la Unidad Popular. ¿Cuál es su análisis?
—El tema es muy amplio y difícil de resolver aún hoy, pero lo indiscutible es que el programa de la Unidad Popular, la vía chilena al socialismo, representaba un cambio en la configuración del poder en beneficio de sectores centenariamente postergados, los que, evidentemente, provocó la furia de la oligarquía mercantil financiera chilena.
Además, el ejemplo chileno, en una zona considerada por Estados Unidos como su “patio trasero”, determinó la implicación de esta potencia en planes desestabilizadores incluso antes que asumiera Allende, tal como evidencia el “Informe Hinchey” (Hinchey Report on CIA Activities in Chile).
Evidentemente que hay otras causas, como el hecho de pretender realizar cambios tan profundos sin considerar un remplazo de la constitución política de 1925, que era una camisa de fuerza que dificultaba los cambios y daba un rol demasiado grande a los partidos políticos en desmedro de las comunidades ciudadanas.
—¿Qué queda hoy en Chile de esa resistencia?
—En la actualidad, el conjunto de la clase política se encuentra totalmente desprestigiada, incluidos los partidos de izquierda. La resistencia al modelo se puede ver en las luchas ambientales en contra de las empresas depredadoras, en el bregar de sectores de los pueblos originarios que apuntan al control de sus recursos y a una autonomía política, en la rebeldía juvenil, especialmente de los secundarios (hartos de la desigualdad social y de las deficiencias del modelo educativo) y en las luchas ciudadanas por dar forma a una nueva constitución, que de voz y protagonismo a las comunidades ciudadanas. No obstante, el proceso constituyente en curso es controlado por la clase política y es previsible que su propuesta de constitución sea rechazada en diciembre próximo, cuando se plebiscite.
—¿Cómo ve la situación política, dentro del contexto latinoamericano e internacional?
El Gobierno de Gabriel Boric —que encabeza una coalición de partidos de izquierda y centroizquierda—, que llegó al poder hace 17 meses en medio de un ambiente de posestallido social, con amplios anhelos de cambio, se ha ido diluyendo con el paso de los meses, convirtiéndose en un administrador del modelo neoliberal. Incluso patrocinó y firmó el Tratado de integración comercial conocido como “TPP-11” que supone enormes renuncias a nuestros derechos soberanos como Estado en favor de grandes corporaciones, pese a que cuando Boric era diputado había sido uno de sus más visibles opositores.
En el área de las relaciones internacionales, Boric se ha alineado con Estados Unidos marcando distancias con los nuevos gobiernos de izquierda de la región como los encabezados por Gustavo Petro y “Lula” da Silva en Brasil.