Las empresas que controlan las redes sociales no tienen sede en Venezuela, pero controlan lo que podemos saber y lo que no. Allí radica la hegemonía comunicacional, explica la diputada Tania Díaz
La extrema derecha está desarrollando una operación de propaganda de guerra sobre el pueblo venezolano en esta campaña electoral, utilizando la hegemonía de las redes sociales, controlada por el poder de las grandes corporaciones globales; afirmó la diputada y periodista Tania Díaz, vicepresidenta de Formación del Partido Socialista Unido de Venezuela y rectora de La Universidad Internacional de las Comunicaciones (LAUICOM).
—¿Cómo está funcionando la estrategia de la campaña electoral del presidente Nicolás Maduro? ¿Cómo se está enfrentando la campaña opositora, caracterizada por un candidato en el tarjetón y en el afiche y una persona (inhabilitada) en los actos de calle?
—La campaña es variopinta, hay nueve candidatos que ofrecen diferentes opciones al electorado, aunque el candidato-presidente Nicolás Maduro es el único que tiene un plan de gobierno consignado ante el Consejo Nacional Electoral, que además fue ampliamente consultado con las bases. En cuanto a la extrema derecha, lo que hay es una operación de propaganda de guerra sobre el pueblo venezolano. Nosotros hemos analizado los símbolos utilizados y hemos concluido que la ultraderecha se apoya en la confusión que reina y es, además, un objetivo en sí misma. Hay un discurso de extrema derecha que toma elementos de las izquierdas, incluso las más avanzadas, como la libertad, el Libertador, la bandera. Son campañas muy bien pensadas y articuladas y poderosamente difundidas porque tienen la hegemonía de los mecanismos de transmisión de contenidos. Se apropian del concepto de la libertad para vencer en un proceso electoral mintiendo descaradamente, pues ya sabemos que ese tipo de élites, una vez en el poder, ejecutan acciones que van a contrapelo de todos esos valores. La difusión a través de las redes sociales se hace sin responsabilidad, sin autor, sin una procedencia determinada, sin certeza de que las imágenes sean fidedignas, todas las fronteras éticas se rompen. Tenemos que enfrentar esa operación de propaganda de guerra con todos los recursos a nuestro alcance.
—¿De cuáles recursos hablamos?
—Al definir nuestra estrategia hay que resaltar la defensa realizada por el pueblo venezolano. No es la primera vez, esta propaganda de guerra existe desde tiempos remotos. Bolívar empleó el Correo del Orinoco para contrarrestar la campaña de la Gaceta de Caracas. Nosotros tenemos que hacer lo mismo. Hemos retomado el concepto de pueblo comunicador que lanzó el comandante Chávez. Allí se involucra lo colectivo, lo bolivariano, la participación protagónica del pueblo en el hecho comunicacional y la gente en la calle, que ha sido fundamental.
—Se cumplieron 25 años de la primera emisión de Aló Presidente, que fue una de las armas de guerra mediática, basada en la alta capacidad comunicacional y pedagógica que tenía el comandante Chávez. ¿Los dirigentes que han asumido el relevo, han logrado convertirse también en comunicadores eficientes?
–Es una batalla compleja y más ahora cuando la manera de hacer comunicación ha cambiado hacia una cultura del ego, del yo con yo, del individualismo, del influencer. Se ha llegado al extremo de que si no eres una imagen no eres nada. Eso afecta mucho a la juventud, sobre todo. Aló Presidente era lo contrario. Era la primera vez que veíamos a un campesino, delante del presidente, en vivo, explicando la forma como hacía sus cultivos o denunciando cómo los terratenientes, a pesar de la Ley de Tierras, seguían despojándolos de sus espacios. Chávez hizo que todo eso aflorara en un tiempo en el que todavía todo era sencillo en el campo mediático: había emisoras que se oían en aparatos de radio, y televisoras que se veían en televisores. Ahora, todo eso se ha complicado y centralizado en los celulares y las computadoras. Con el ejemplo y la guía de Chávez, comenzamos a hacer medios comunitarios, portales web y surgió otra comunicación.
—Los viudos y las viudas de aquellos grandes medios, acusan al gobierno de tener una hegemonía comunicacional. ¿Cómo lo ve usted?
—Después de recibir el golpe mediático de 2002, el Estado, con todo su derecho, se dedicó a reforzar su aparato comunicacional. Pero debemos tener en cuenta que todos esos medios (de uno y otro bando) han sido desplazados por las redes digitales. Y en ese terreno, el dominio absoluto lo tienen unas empresas que ni siquiera tienen sede en Venezuela, cuyos dueños y trabajadores tal vez no saben dónde queda Caracas, pero son ellos quienes determinan las líneas sobre los contenidos que nosotros podemos recibir y cuáles deben censurarse. El asunto de la hegemonía no puede verse sólo desde la herramienta o desde el canal, sino desde el punto de vista de dónde están los usuarios y quién tiene capacidad para llegar a ellos. Uno tiene que preguntarse si está utilizando el teléfono para informarse o si el teléfono lo está utilizando a uno para capturar datos mediante una comunicación permanente y casi cautiva. A través de la información que extraen de nosotros, esas empresas la tienen más fácil a la hora de crear realidades a la medida de los intereses de los propietarios y de sus anunciantes. Si esas empresas producen equipos de guerra, armas y otros materiales bélicos, lo lógico es que utilicen los contenidos para generar guerras. Lo mismo pasa con las telecomunicaciones y con la energía, que son sectores asociados a la industria armamentista. Si hay una elección en un país y se trata de escoger entre un candidato que va a favorecer sus negocios y otro que se ha opuesto a ellos, que ha puesto por delante los intereses nacionales, es de esperarse que apoyen al primero. Nosotros tenemos que impulsar el uso de los medios analógicos en paralelo con los digitales. Chávez creó su cuenta Twitter @chavezcandanga y nos pidió a nosotros que también lo hiciéramos porque había que dar la batalla en ese campo. Ahora estamos cautivos de la información digital, pero podemos potenciar el uso de los medios tradicionales a través de las redes. Tenemos que luchar en todos los espacios comunicacionales.