Nos encontramos en los actuales momentos en medio de un gigantesco despliegue popular, propulsado por la potente unión cívico-militar-policial y en torno al cual se ha unido todo el país, todo ello en función de la defensa de la Guayana Esequiba
Intereses imperiales se debaten ante la encrucijada de relajar las sanciones contra el petróleo venezolano para aliviar la sequía generada por el recorte de producción de la OPEP+ y la disminución de la oferta rusa a causa de las medidas en su contra, o mantener el bloqueo para debilitar al gobierno de Nicolás Maduro. Suavizarlo oxigenaría a la economía venezolana en un año electoral, permitiendo al chavismo fortalecerse. Mantener o radicalizar las sanciones, aumentaría la sed de petróleo del gobierno de Biden.
El diputado Jesús Faría, analiza este complejo momento geopolítico, y advierte los riesgos que persisten, pese al exitoso referéndum consultivo efectuado el pasado 3 de diciembre, cuando más de 10 millones de venezolanos ratificaron su reclamo soberano sobre el territorio Esequibo.
– ¿Cómo enfocar desde la perspectiva de la economía política las causas de la controversia por la Guayana Esequiba?
Podemos afirmar que son múltiples sus raíces históricas y causas recientes, pero, sin duda, la actual agudización (así como el trasfondo histórico) de la controversia con ese vecino país radica en la economía política del expansionismo imperialista.
Los colonialistas españoles, británicos y holandeses, luchaban ya en los tempranos siglos XVII y XVIII por el dominio de esos territorios en razón de su estratégica posición geográfica y la posibilidad de controlar numerosos afluentes de importantes ríos de la región.
Más tarde aparecieron las minas auríferas y su explotación a creciente escala. El imperio británico lanzó reiterados ataques por la conquista de esos territorios bajo dominio colonial español e, igualmente, una vez liberadas esas tierras en la guerra de independencia de Sudamérica encabezada por nuestro Libertador Simón Bolívar.
El saqueo de los recursos naturales movía a viejos poderes coloniales como a nuevos imperios. Ese es el origen de las guerras por las posesiones coloniales del pasado, así como las conflagraciones bélicas de carácter mundial y regional de nuestra historia moderna.
Ya Lenin definía a comienzos del s. XX el expansionismo en función de la expoliación de los recursos naturales, del dominio territorial, del control de los mercados y de la explotación de las riquezas y pueblos, como una de las características esenciales del imperialismo.
– ¿Qué rol específicamente han jugado el imperialismo estadounidense, el colonialismo británico y las trasnacionales petroleras en el conflicto y en su agudización?
El arreglo fraudulento entre las potencias estadounidense y británica a finales del s. XIX en el marco del Laudo Arbitral de París se basa precisamente en el afán expansionista de las grandes potencias, más allá de otros acuerdos interimperialistas entre las naciones anglosajonas.
Como se ha dicho en reiteradas oportunidades -y ocurrió dramáticamente en nuestro caso-, las potencias extranjeras se aprovechan de la debilidad de las naciones afectadas seriamente por siglos de expolio, así como guerras intestinas ocasionadas por intereses grupales y conflictos entre caudillos, las cuales no eran, de ninguna manera, ajenas al accionar de los factores imperiales.
En este contexto, se entiende perfectamente que el abandono de lo establecido en el Acuerdo de Ginebra de 1966 por parte de Guyana se produzca en coincidencia con el hallazgo de importantes reservas petroleras en la zona en reclamación.
Desde II Guerra Mundial, los conflictos bélicos en el planeta tienen un carácter energético cada vez más arraigado. La voracidad de las compañías transnacionales se fusiona con sus respectivos Estados terroristas para emprender campañas de conquista de territorios con sus riquezas. Las sanguinarias guerras de rapiña en Irak, Siria, Libia, etc., son ejemplos más que elocuentes. Para ello, además de desplegar guerras e intervenciones militares, agreden a países, amenazan naciones y compran a gobiernos corrompidos.
Eso último es precisamente lo que ha ocurrido con el gobierno guyanés. Han comprado a cada uno de sus funcionarios para convertirse en una marioneta al servicio de intereses transnacionales. No es la primera vez que esto ocurre y tampoco será la última. Lo que llama la atención es que suceda con un partido en el gobierno que nació como una fuerza marxista-leninista y se proclama progresista, socialista. Entonces, más que identidad ideológica, que existe en muchos casos de grosera sumisión al imperialismo, acá prevaleció la miseria humana y el cálculo crematístico.
Con ese gobierno títere se pretende tener una fachada para la explotación inescrupulosa e ilegal de importantes recursos naturales. El imperialismo y la ExxonMobil entienden perfectamente que eso no sería posible bajo un gobierno bolivariano.
– ¿Nos puede relatar sobre las confrontaciones entre el gobierno estadounidense y la ExxonMobil, por una parte, y el gobierno bolivariano, por el otro, ocurridas desde la llegada de la Revolución Bolivariana?
Efectivamente, tanto el gobierno yanqui como la ExxonMobil se han enfrentado a nuestro país y han salido derrotadas en diversas oportunidades en sus pretensiones imperiales y ahora utilizan al gobierno guyanés como un trapo para su revancha histórica.
En cuanto al gobierno de los EEUU, fracasaron rotundamente en sus planes de derrocar a un gobierno socialista, que se ha convertido en un dolor de cabeza para su estrategia hegemónica en la región. Aplicaron todos los expedientes conocidos para tumbar gobiernos democráticos y ahora se ven obligados a flexibilizar sanciones para proveerse de nuestro petróleo ante una situación geopolítica y energética de creciente complejidad, surgida de su arrogancia y de la desesperación típica de un sistema imperialista en profunda crisis.
La derrota en Venezuela los ha conducido a una encrucijada. La continuidad de la estrategia de máxima presión, incluyendo el criminal bloqueo económico, los va a conducir inexorablemente a nuevas derrotas. Ante ello, no tiene otra opción razonable que la flexibilización de las brutales sanciones. Esto, muy a pasar de las pretensiones yanquis, aliviará la situación económica y, por lo tanto, permitirá elevar los niveles de bienestar social, así como fortalecer al gobierno bolivariano. De esa penosa situación quieren salir con un frente belicista desde su nueva colonia y con la masiva presencia militar del Comando Sur.
Contar con la base militar guyanesa es de fundamental importancia para la estrategia intervencionista de los EEUU en el hemisferio, a la luz de las pérdidas sufridas en Colombia y Brasil con el triunfo en años recientes de fuerzas progresistas amigas de nuestro país.
– ¿La actitud actual del Comando Sur y de la ExxonMobil responde a la Doctrina Monroe, luego de 200 años todavía activa?
Justamente, hace 200 años, el presidente James Monroe dio su celebre discurso donde formuló la doctrina de expansión y dominación hemisférica de los EEUU. “América para los americanos” decretaron y, con ello, instauraron una política de creciente dominación sobre las jóvenes repúblicas surgidas de la guerra de independencia americana.
Esto se inspiraba y se continúa fundamentando en el tristemente célebre Destino Manifiesto del s. XVII, que alimenta la rapacidad expansionista yanqui sobre la base de supuestas facultades divinas para llevar la libertad y la civilización a otras naciones. De hecho, el redactor de la constitución estadounidense, el esclavista Thomas Jefferson, hablaba claramente de la necesidad de crecer, tragándose otros territorios.
La profecía del Libertador sobre la voracidad imperial yanqui se cumplió dramáticamente. En los últimos dos siglos no hay nación del “patio trasero” de los yanquis, que no haya sido víctima de sus expedientes neocoloniales: invasión miliar, golpe de Estado, guerra civil, colosales despojos territoriales, chantaje y bloqueo económico, saqueo de los recursos naturales, explotación y represión de los pueblos cuando ha sido necesario aplacar rebeliones… Los gobiernos “nacionales”, dictaduras o dictablandas, en su mayoría han sido apéndices de los propósitos de dominación estadounidenses. La dominación cultural y comunicacional ha sido casi absoluta.
En el caso nuestro, se ha aplicado todos los expedientes del intervencionismo estadounidense y podemos agregar con enorme orgullo, que hemos resistido y salido victoriosos da cada una de esas agresiones.
– Y en cuanto a la ExxonMobil, ¿qué rol juega en el conflicto?
En cuanto a la ExxonMobil, hay dos hechos que atestiguan el profundo desprecio y odio que siente esta gigante transnacional del petróleo hacia nuestro país. Por una parte, desde los años 30 del siglo pasado, en pleno régimen gomecista, paraíso de las trasnacionales, la Lago Petroleum Company (LPC), propiedad de la Standard Oil Company de Rockefeller y actual ExxonMobil, llevó a cabo la explotación más inescrupulosa de nuestro petróleo en el Lago de Maracaibo. El pueblo trabajador la apodó La Peor Compañía (LPC). Esta compañía no solo expolió nuestras riquezas y generó gravísimos daños ambientales, sino que mantuvo a los trabajadores en la mayor precariedad social, además de sostener todo tipo de alimañas en los gobiernos del pasado, tanto en dictaduras, como en las “dictablandas” puntofijistas.
Posteriormente, en el año 2007 el comandante Chávez concreta su política energética patriótica y nacionaliza la industria petrolera, controlada en el pasado por las transnacionales con la complicidad de los gobiernos de turno. Recuperamos los ingresos por concepto de regalías y los tributarios en general, además del control de la industria en general. Golpeamos con contundencia intereses medulares de factores de poder global. Esa fue una afrenta inaceptable para la prepotente ExxonMobil.
Por cierto, ya esas compañías habían mostrado los colmillos con el golpe de Estado fascista contra el comandante en el 2002, una acción llevada a cabo con claros propósitos petroleros de las transnacionales.
Luego de la nacionalización del año 2007, la ExxonMobil, con la arrogancia que les caracteriza a los factores de poder imperial, demandaron al país por 20 mil millones de dólares en los tribunales internacionales. La querella era tan desproporcionada que ni siquiera en las instancias internacionales tuvieron éxito, a pesar de la presión que está acostumbrado a ejercer en esas esferas del poder.
A diferencia del pasado, Venezuela viene de atravesar una feroz agresión, se ha visto debilitada y los millones invertidos en la Corte Internacional de Justicia sí han hecho mella en ese mamotreto del injerencismo yaqui.
– El pasado 3 de diciembre se celebró un importantísimo Referéndum Consultivo sobre la Guayana Esequiba. ¿Cómo evalúa usted ese proceso en el marco de la controversia territorial?
Nos encontramos en los actuales momentos en medio de un gigantesco despliegue popular, propulsado por la potente unión cívico-militar-policial y en torno al cual se ha unido todo el país, todo ello en función de la defensa de la Guayana Esequiba. El referéndum consultivo es la expresión de la unidad del pueblo en torno al objetivo de la defensa de la patria.
Ante este desafío de enorme dimensión, la nación apela a nuestra fuerza fundamental, las fuerzas del pueblo, para que se pronuncie en Referéndum, se organice, ejerza sus derechos y cumpla con sus deberes políticos en los asuntos más relevantes de patria. En un sistema democrático y una revolución socialista, nada tan poderoso como la unidad y el despliegue de las fuerzas populares.
Ese ha sido un logro enrome de la revolución bolivariana y de toda la nación. Es una fuerza que se ha manifestado y se mantiene movilizada. Ahora vendrán acciones concretas para comenzar a ejercer soberanía sobre ese territorio liberado por nuestros Libertadores en la Guerra de Independencia.
Como hemos dicho, los EEUU aplicarán una estrategia de provocaciones para promover un conflicto bélico, debilitar a la revolución bolivariana y al proyecto bolivariano de unidad latinoamericana y caribeña, asimismo, para tener una justificación para continuar con su escalada intervencionista.
Sin embargo, nos mueve la paz. Solo en paz podremos construir nuestro proyecto socialista. No le vamos a hacer el juego al imperialismo. Por otra parte, es necesario agregar que las fuerzas progresistas en la región se han fortalecido en los últimos años y a nivel global hay la sólida emergencia de un nuevo orden mundial. De tal manera, no negamos el poder del imperialismo yanqui ni la brutalidad de sus políticas, pero hay cambios muy importantes que no le permiten actuar con el descaro y arrogancia que exhibía en los tiempos de su hegemonía casi absoluta.
– ¿Finalmente, cómo ve usted el futuro petrolero de nuestro país en medio del bloqueo económico al que estamos sometidos, y las tensiones regionales en el mundo?
Ciertamente, el bloqueo económico le ha ocasionado un daño terrible a nuestra economía y el mecanismo de trasmisión fundamental de esa brutal asfixia consiste en afectar a la industria petrolera nacional.
A raíz del bloqueo se retiraron los inversionistas extranjeros, se cerraron los mercados a los hidrocarburos venezolanos, se suspendieron todos los vínculos con proveedores para la industria nacional, se nos excluyó del sistema de pagos internacional, el gobierno estadounidense incautó CITGO, entre muchas otras agresiones. Por esa vía, fueron afectados gravemente nuestros principales ingresos financieros, fiscales y de divisas, en razón de lo cual se desplomó el ingreso nacional y se generaron durísimas consecuencias sociales para la población.
La economía comenzó a recuperarse desde el segundo semestre del año 2021 con las ilegales y criminales sanciones en plena vigencia, es decir, sin las muletas petroleras. Sin embargo, el ritmo de la recuperación ha sido modesto en razón de la naturaleza petrolera de nuestra economía.
Este escenario comenzó a modificarse con motivo de la flexibilización de las sanciones en razón de las históricas victorias de la revolución bolivariana y de importantes cambios geopolíticos con importantes implicaciones energéticas.
Efectivamente, el fracaso estrepitoso de la política de Washington de máxima presión contra la Revolución Bolivariana hace necesario, al menos temporalmente, un cambio de estrategia. Mientras tanto, las sanciones igualmente ilegales aplicadas contra Rusia en el marco de la guerra desatada por la OTAN en Ucrania, le ha creado grandes problemas a los países de la UE y a los EEUU.
Un nuevo elemento se une a esta constelación: el genocidio que están llevando a cabo Israel y los EEUU contra le heroico pueblo palestino. En términos energéticos, ha generado perturbaciones en los mercados petroleros.
Todo ello, ha obligado a los EEUU a permitir la producción y comercialización de nuestro petróleo para abastecerse del mismo.
Es una especie de encrucijada de la política intervencionista estadounidense hacia Venezuela. Si aprietan las sanciones, repercute negativamente en la situación económica de los EEUU y sus aliados, además que ha demostrado ser un método ineficaz para derrocar al gobierno bolivariano. Mientras tanto, al flexibilizar las sanciones, se estimula el crecimiento económico y la política de bienestar social de la población, fortaleciendo a nuestro gobierno.
El imperialismo está inmerso en una profunda crisis y, mientras tanto, se fortalecen las naciones que sostienen una política progresista en el mundo de cara al establecimiento de un nuevo orden mundial sin hegemonías imperialistas.