El sacerdote jesuita, periodista y párroco de Ciudad Caribia, reclama a la jerarquía católica el juzgar la situación nacional sin decir nada acerca de las medidas coercitivas unilaterales.
─La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) parece estar retomando el rol de adversario político beligerante, tras la declaración del obispo Víctor Hugo Basabe durante las ceremonias de la Divina Pastora. Usted, como sacerdote que también tiene una clara posición política, ¿cómo juzga estas declaraciones?
─Lo de Víctor Hugo se produce días después de que la CEV había emitido el documento semestral que ellos producen en enero. Llevo tiempo esperando un documento sustancioso, pastoral, mucho más dirigido a la formación humano-cristiana del pueblo de Dios, pero lamentablemente se han desviado y han terminado en lo meramente político partidista. Eso es delicado porque ni ellos son obispos ni yo soy sacerdote para una porción del pueblo de Dios. Tengo mi ideología porque soy venezolano y el hecho de ser sacerdote no me castra políticamente, pero debo amar, atender y servir a toda la gente que viene a mí, que necesita mi mensaje, y debo ser lo más coherente con el evangelio. Eso es lo fundamental. El documento de los obispos fue tremendamente acusador y en esa misma línea fue el discurso de Basabe. Él usa una expresión que está en el documento que es “burbuja económica”. Yo le pregunté a un economista en estos días si se puede hablar de una burbuja económica y él me respondió, con sus conocimientos, que no porque una burbuja es algo que no tiene asidero, que está hoy y mañana desaparece, pero aquí hay una producción generada por el esfuerzo del pueblo. Él habla de este sufrido pueblo, de esta Venezuela aplastada. Me parece muy bien que un pastor se conduela del pueblo, pero no para darle una connotación política porque entonces se pierde toda la esencia del mensaje.
─Quizá el problema no es el planteamiento de la situación que vive el pueblo, sino su parcialidad, el hecho de que culpe a un solo factor, que vea una sola cara del problema. ¿Cómo lo valora usted, que es un sacerdote en contacto directo con la gente más necesitada?
─Sí, allí está la falla. El documento de la CEV y el discurso de Basabe dicen que el pueblo tiene hambre y que hay migración. Yo reconozco que hay migración y que ha habido que acelerar planes de alimentación porque hay baja ingesta de calorías y una nutrición no adecuada en algunas franjas de la población. Eso es verdad, pero ¿por qué no se dice la razón de que eso esté pasando?, ¿por qué no hablan de las sanciones? Yo les pregunto a los obispos de la CEV ¿cuándo van a pronunciarse en contra de las 928 medidas coercitivas unilaterales, que es como deben llamarse, que hacen sufrir al pueblo? Todo eso debemos denunciarlo los religiosos, los pastores, los cristianos. Elaboren un documento, hagan un “ver, juzgar, actuar”, pero utilicen el método con transparencia, sin ambages, sin esconder nada. Digan que hay medidas coercitivas unilaterales genocidas, que nos están matando. Eso nunca lo dicen.
─No solamente dejan de decirlo, sino que algunos altos jerarcas, como el cardenal Baltazar Porras, han llegado a pronunciarse en contra de que esas medidas sean levantadas. ¿Qué le parece?
─Alguien que es el cardenal de Venezuela y hasta hace poco administrador apostólico de Caracas (acaba de ser nombrado arzobispo metropolitano) debe pensar muy bien cuando emite una declaración de ese tenor en la que le pide a Estados Unidos que no suspenda las sanciones o que las suspenda, pero exigiendo una contrapartida… ¿Qué más contrapartida puede exigirse que el sufrimiento que ya ha tenido este pueblo? Yo sostengo que si se levantan las medidas coercitivas, tendremos todos los recursos para que el pueblo viva bien y nadie tenga que irse. Un ejemplo es la Misión Vivienda. Si no hubiésemos tenido esa guerra terrible del imperio y de Europa contra nuestra economía, tal vez ya hubiésemos resuelto por completo la deuda histórica que tenemos en materia de vivienda.
─Da la impresión de que el gobierno responde a estas actitudes políticas de la CEV es dándole espacio y recursos financieros a otros cultos. Incluso se ha creado un programa llamado Mi iglesia bien equipada que ha estado reparando templos de las religiones cristianas evangélicas. ¿Qué opina?
─Allí hay dos elementos muy delicados y peligrosos. El primero es que los integrantes de la jerarquía católica han tenido una actitud política muy poco inteligente. La política requiere habilidad para negociar. Eso lo sabe muy bien el Vaticano porque tienen la mejor escuela de diplomacia. Estas torpezas lo que hacen es cansar a la gente, que está esperando orientaciones en otros campos, no en la diatriba política. ¿Desde cuándo yo estoy esperando una pastoral sobre la familia, los jóvenes, la ecología, la espiritualidad de nuestro pueblo? Al no tener ese mensaje, la gente se va con otras iglesias. Y frente a eso el gobierno ha estado apoyando a las iglesias en la construcción y restauración de templos. No creo que sea una revancha porque se han reparado más de 800 templos evangélicos, pero también más de 400 católicos. El segundo elemento es que eso no significa que esas iglesias evangélicas estén a favor del gobierno. Allí hay mucho interés político y económico, de ocupar espacios. Por esa vía se puede llegar a lo que llegó Brasil y no olvidemos que 99 % de las iglesias evangélicas tuvieron su origen en Estados Unidos. Son made in USA y tienen unas posiciones sumamente conservadoras y reaccionarias, preocupantes para la nacionalidad. Tenemos cultos evangélicos que no aceptan los símbolos patrios ni manifestaciones culturales mezcladas con lo religioso. Eso es muy delicado. De repente nos encontramos con una religiosidad que en lugar de avanzar hacia los cambios agigantados del siglo XXI, quiere volver a la Edad Media. Ojalá fuera un cristianismo primitivo, el de Jesús, pero no, es del oscurantismo.
─¿Qué dicen en el gobierno… pareciera que se está jugando con fuego?
─No, cuando yo se lo he comentado, he entendido que hay conciencia de eso. Espero que cada día haya más conciencia. Igual como debe haberla respecto a la iglesia católica que también tiene sus espacios y grupos reaccionarios, conservadores, no progresistas, que bastante daño le han hecho a la institución. Nosotros necesitamos una espiritualidad liberadora, tanto católicos como evangélicos. Necesitamos volver a Jesús, a Belén, una iglesia pobre que viene de un portal en la periferia de una ciudad, porque no tuvieron ni siquiera una posadita. Somos herederos de una iglesia que nace pobre, en Belén, y de un Nazareno que muere en una cruz. Si no volvemos a eso, si no entendemos que es desde ahí, desde las masas pobres, desde donde tenemos que arrancar, no vamos a encontrar la ruta. Y no basta con decir cosas bonitas, homilías muy lindas de solidaridad con los pobres, hay que ir con ellos. Yo estoy esperando el día en que los obispos venezolanos vayan a montar su tienda en el barrio, en Catia, en Petare. ¿Cuándo el cardenal va a vivir en uno de los barrios más humildes, a escuchar lo que dice la gente y a padecer con ella? Ese es el cristianismo primitivo al que hay que volver.
El confesor presidencial
─En la presentación de la memoria y cuenta, el presidente Nicolás Maduro reveló que usted es su confesor. Sin violar el secreto, naturalmente, díganos cómo es ese ser humano que, para decirlo en términos bíblicos, ha debido atravesar el desierto.
─Para mí es un honor que él me llame su confesor. En primer lugar, el presidente es católico, lo que debemos agradecer porque lo es a pesar de todos los ataques que ha sufrido. Es un hombre de fe y de oración. Es un lector empedernido, sobre todo de noche, cuando le queda más tiempo. Lee mucho de espiritualidad; le ha interesado mucho el tema de la teología de la liberación de América Latina. Habla con la verdad cuando él dice que es un hombre de diálogo, y es enemigo del sectarismo. Le he escuchado reprender a un dirigente por tener posturas sectarias. Está abierto a negociar porque tiene el espíritu noble de un muchacho de barrio de Caracas, que se formó al calor de una familia católica y hasta fue monaguillo. Es un echador de broma, lleva el humor a flor de labios y es una persona de detalles, lo que le ha servido mucho como diplomático y como presidente. Es de ese tipo de gente que te conoce un día y luego te vuelve a ver y te pregunta si no dormiste porque te ve ojeroso. Lo conocí cuando estábamos en la restauración de la iglesia de San Francisco. Él era canciller y el comandante Chávez le encomendó apoyarnos en eso. Entendí que es una persona de gran agudeza, que se da cuenta de los colores, de lo que está pasando, del momento que se está viviendo, está siempre muy atento al entorno. Ese es Maduro, un hombre muy sencillo y de mucha calidad humana. En una oportunidad íbamos por la autopista Valle-Coche, él manejando porque le encanta manejar, y se dio cuenta de un señor que estaba accidentado en el hombrillo. Les ordenó a sus escoltas que alguien se quedara acompañándolo hasta que se resolviera el problema…Ese es un gesto de un ser humano y de un cristiano.
─La gente observa que usted tiene una relación privilegiada con el presidente. De seguro se le acercan muchos con la idea de que usted les sirva de mensajero. ¿Cuál diría que es el clamor más recurrente que esas personas quieren hacerle llegar al presidente?
─Lo más común es vivienda, salud y un carro. Personas que quieren un taxi o un bus para trabajar. Hubo momentos en que eso era posible, pero en la actualidad ya sabemos cómo está la situación financiera del Estado. Ya pasó esa época del “toma, llévatelo y después lo vas pagando”. Lo mismo pasa con la vivienda porque ya no se están construyendo tantas como antes. Más bien se están recuperando mal habidas y que deben entregarse a familias que las necesitan. La gente me llega con una cartica para el presidente, pero la verdad es que yo a él no lo veo en persona casi nunca. Cuando dice que soy su confesor, tal vez muchos piensen que se confiesa cada semana. No, señor, no es así.
─¿La gente del pueblo le manda consejos al presidente?
─Sí, sí. Sobre todo que se cuide mucho. Tienen temor por lo que le ha pasado al presidente, incluyendo el intento de magnicidio. También le mandan a decir: “presidente, tienes gente alrededor que no te dice la verdad”. A veces denuncian a ministros y otros funcionarios. Uno escucha esos planteamientos y evalúa. En algunos casos, pienso que esa situación ya debe estar evaluándola el presidente. En los tiempos previos a las elecciones, suele pasar que le mandan alertas sobre un candidato, dicen que “con esa persona vamos a perder”. Y conste que no me lo dicen los dirigentes de alto rango, sino el pueblo de abajo. Es ahí donde está lo capilar, el sentir político del país. A veces me pregunto si hay conciencia de que cuando yo digo algo es porque me lo ha comentado el pueblo. Estoy seguro de que el presidente sí está consciente de eso y también algunos ministros, pero no sé si pasa lo mismo con otros funcionarios.
─Y con ese contacto tan directo, ¿cómo evalúa el apoyo político con el que cuenta el chavismo en este tiempo? A veces pareciera que ni siquiera en los urbanismos de la Gran Misión Vivienda Venezuela, se cuenta con el respaldo que se llegó a acumular. ¿Es así?
─Sí. Es frecuente encontrarse con gente favorecida a la que le falta mucha gratitud. Yo creo que nos está faltando más formación. Ha habido, pero falta más. En cuanto al chavismo, veo un pueblo esperanzado, que sigue apostando al proyecto bolivarianista y socialista. Es un pueblo que no ha dejado de ser católico. Algunos dicen que aquí todo el mundo se convirtió a los cultos evangélicos, pero no es así. Somos un pueblo católico, socialista, bolivarianista, interesado en la historia. La mayoría está consciente y es agradecida. Creo que el reto para el chavismo, para la Revolución Bolivariana es optar por los dos rieles por los que debe caminar cualquier sociedad para no descarrilarse: formación y organización. Si tenemos un pueblo formado y organizado, vamos a ir adelante. Pero si está muy organizado, pero poco formado, es capaz de cambiar su modo de pensar porque no le arreglaron un hueco en la calle y de ir a votar en contra. Si formamos a ese pueblo, sabrá distinguir y votará por la mejor opción, por aquel que, desde el corazón, ha dado frutos. Jesús nos dejó una premisa interesantísima: “Por sus frutos los conocerán”. Ese es uno de los mejores modos de evaluar cualquier grupo político, cualquier líder, cualquier funcionario. Veamos qué frutos producen, sean chavistas o de la oposición. Si ha dado buenos frutos, hay que apoyarlo; si ha dado malos frutos, lamentablemente, tendrá que irse.