Entrevista a TeresaVadell
Por: Geraldina Colotti
Teresa Aquino de Vadell prosigue la obra de Manuel Vadell, su esposo fallecido en marzo de 2018, manteniendo viva Editorial Vadell. Con Teresa, hablamos sobre la vitalidad de la cultura, orgullo de la Revolución Bolivariana, a pesar de las dificultades causadas por la guerra económica.
¿Cómo empezaste el trabajo de editora?
—De niña, mi madre me inculcó el amor a los libros. Luego, yo estudié en la Universidad Central de Venezuela la carrera de Computación, alcanzando la Licenciatura. Allí comenzó en la década de 1980 mi afinidad y posterior militancia con el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria). Cuando la vida me juntó a Manuel Vadell, me nutrí de él más acerca de la política de izquierda y conocí a Domingo Alberto Rangel. Así empecé uniéndome a ellos, para transitar los caminos y combatir a los gobiernos de derecha de nuestro país, algo en lo que ambos ya tenían muchos años de experiencia. En la crisis bancaria del segundo gobierno de Caldera, yo trabajaba en el Banco Latino, el cual fue intervenido. Ya yo estaba casada con Manuel, teníamos dos hijos (Valentina y Manuel Vicente). Entonces, en conjunto decidimos mi incorporación a la Editorial, allí aprendí cómo se maneja ese negocio. Visitaba las imprentas y participaba con Manuel en las entrevistas con los posibles autores que venían con sus originales a presentarlos, para optar a su publicación. De esa manera, me fui empapando de esos conocimientos y habilidades. Manuel, fue mi maestro en ese mundo y al tiempo él empezó a delegar en mí la administración de la Editorial. Yo, con mi desempeño profesional en computación y mi disciplina, modernicé la empresa y ordené muchas cosas que no se habían hecho. Al final, viendo él mi gran capacidad, me delegó todo el trabajo, que yo con pasión hacía, y así llevé la Editorial a alcanzar el lugar que ha llegado a tener en el mercado nacional del libro. Por supuesto, ya Manuel había logrado mucho de ese desarrollo.
¿Qué tan difícil es para una mujer ser escuchada en esta profesión?
—Realmente no lo veo difícil en este país de hoy. La mujer tiene mucho peso y cabida en todas las áreas, gracias al Comandante Eterno.
¿Cómo conociste al comandante Hugo Chávez y cuál es tu primer recuerdo sobre él?
—Al Comandante, empecé a conocerlo y hablar con él cuando estaba en Yare, ya que yo llevaba a Manuel los sábados a visitarlo y atendía el teléfono cuando en las madrugadas Hugo llamaba a mi casa. Recuerdo que eso me molestaba y se lo reclamaba a Manuel. Luego, cuando salió de la cárcel, venía con mucha frecuencia a nuestro hogar y allí hacíamos reuniones políticas sobre el MBR-200. Reconozco que, inicialmente, yo le tenía cierta aprensión por su condición de militar, debido a que en la Cuarta República la experiencia nos enseñó a no confiar en militares; pero a la larga aprendí a amarlo y admirarlo, y junto a Manuel y Domingo Alberto ayudamos en el proceso de la conquista del poder. Mi más remoto recuerdo personal de él, fue el primer día que vino a mi casa. Me lo motivó su personalidad.
¿Por qué te sentiste comprometida con el proceso bolivariano y por qué sigues siendo chavista, aun después de haber pasado tantas dificultades?
—Me siento comprometida con este proceso, por mis principios revolucionarios y por el gran sentido de solidaridad que hay en mí hacia los más necesitados. Eso lo aprendí de Manuel, quien fue un hombre sumamente solidario y revolucionario y amante del socialismo. Sigo siendo chavista y lo seré por siempre, ya que deseo lo mejor para mi patria y estoy convencida de que estamos en el camino correcto al socialismo. Yo viví en Cuba dos meses y palpé la realidad de ese pueblo, conocí sus logros como sociedad, y la alegría de su gente. Por eso me convencí que ese es el mejor sistema de vida para nuestros países.
¿Cómo ha hecho la editorial para sobrevivir en esta guerra económica?
—En verdad, hemos hecho magia y entendemos muy bien la guerra que padecemos y que ciertamente nos ha afectado. Pero he tenido la solidaridad de mis autores y empleados, así como la de mi familia, y sé que vamos a triunfar, no tengo la menor duda de eso.
¿Qué significa para ti seguir editando libros?
—Para mí, continuar esta actividad, bajo esta guerra económica, es un enorme reto, el cual asumo con dignidad y profesionalismo. Realmente, la iniciativa de Vadell significó correr riesgos, ya que estaba de por medio el asesino Posada Carriles, apoyado por la policía política de Venezuela. Eran aquellos tiempos en que la violencia y el crimen políticos eran medidas comunes del Estado venezolano, bajo los gobiernos puntofijistas que montaron verdaderas organizaciones criminales y represivas. Sin embargo, Manuel no tuvo miedo, lo cual habla de su elevada estatura moral y fuerza política.
Debemos insistir en que también fue a través de nuestra editorial que se introdujeron los libros cubanos en este país, los cuales sirvieron de apoyo a muchos de nuestros estudiantes universitarios. Eran libros muy bien escritos y documentados, que abarcaban diversas ramas del saber científico y técnico. Testigo de ello, fue la señora Bracamonte, vendedora de libros en el pasillo de la Escuela de Ingeniería de la Universidad Central de Venezuela.
¿Cómo decides qué cosa publicar?
—Tengo un conjunto de autores y colaboradores, hermanados a esta causa, que me ayudan en la toma de decisiones. Mi cuñado, en la parte jurídica, siempre ha apoyado a la Editorial.
Estos últimos años han sido difíciles también en el plano personal para ti. ¿Cómo saliste adelante con los problemas de salud?
—A pesar de la lamentable desaparición física de Manuel, a lo que se suman mis problemas de salud, yo he sembrado muchos afectos, que en estos tiempos me han ayudado con amor a superar todos los obstáculos que la vida me ha presentado. También mi familia, mis hijos, el tener mi nieto, y la presencia de mi cuñado Juan Vadell, han sido mis grandes aliados en estos momentos.
¿Cuál es el balance de todos esos años de lucha y de dedicación a la cultura?
—Ese balance es positivo. Hemos tenido el apoyo y reconocimiento del Ministerio de la Cultura. Agradezco de corazón al ministro Ernesto Villegas y a la presidenta del Centro Nacional del Libro, Cristina Valles, gran amiga y querida profesional.