Entrevista a la feminista Irama La Rosa
Sobre el feminismo en Venezuela, hemos entrevistado a la profesora Irama La Rosa, Directora General de la Escuela Feminista del Sur Argelia Laya, docente de la Escuela Antonio José de Sucre, y especialista investigadora en diseño de Políticas Públicas de Juventudes.
—Tú diriges la Escuela Feminista. ¿A qué apunta y cuál es su orientación?
—La Escuela Feminista del Sur Argelia Laya (FEMSUR), debe su nombre precisamente a una mujer ícono en las luchas por los derechos de las mujeres en Venezuela como fue Argelia Laya. Ella, como mujer visionaria y desde el ejemplo de sus acciones, nos enseñó precisamente que nunca debemos permitir que se nos discrimine como mujeres, ni como negras, ni como pobres; procurando además incorporar la presencia de varones, comunidades y Estado en la participación equitativa de los cuidados de la familia, la comunidad y el planeta tierra; como responsabilidad compartida para preservar la vida de la humanidad, que también fue una enseñanza de nuestro Chávez feminista; y que actualmente impulsa el Presidente Nicolás Maduro a través de la incorporación de esta mirada feminista en todas las políticas públicas del Estado venezolano. Desde esa orientación, ofrecemos a instituciones, comunidades, empresas públicas y a la sociedad toda; una serie de contenidos que apuntan a construir desde el diálogo de saberes un feminismo del sur con sabor venezolano, un feminismo popular anclado al territorio.
—¿Qué programas, qué temas quiere abordar la escuela feminista?
—FEMSUR ha definido 10 áreas temáticas: 1) Pensamiento Feminista Anti-patriarcal; 2) Promoción de una vida libre de violencia; 3) Mujeres y Producción; 4) Salud Sexual y Salud Reproductiva; 5) Salud Integral, Hábitat y Ambiente; 6) Liderazgos, colectivos y movimientos antipatriarcales; 7) Mediciones e Indicadores de Género; 8) Políticas del cuidado y autocuidado; 9) Interculturalidad y pueblos originarios indígenas, afros, y del poder popular; 10) Comunicación popular feminista.
Estos grandes temas pretenden recoger desde un enfoque interseccional y de inclusión, el abanico de problemas que viven las mujeres y otros actores susceptibles de experimentar situaciones de vulnerabilidad como niñas, niños, juventudes, personas con salud disminuida por la edad, como adultas y adultos mayores, discapacidades, etnia y nivel socio-económico, para responder a sus necesidades más sentidas a través de la formación, investigación y divulgación.
—¿Cómo están presentes los temas internacionales?
—Los temas internacionales son transversales a cada una de estas áreas de FEMSUR; de hecho la Escuela intercambia con un proyecto de MINMUJER que ya entró en funcionamiento: el Observatorio de las Mujeres e Igualdad de Género, que tiene como misión recolectar información para generar indicadores que permitan monitorear temas tan sensibles como los distintos tipos de violencia tipificadas en la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, con la idea de establecer parámetros de comparabilidad y georreferenciación, a escala nacional e internacional, que nos permitan caracterizar mejor este fenómeno complejo de las violencias asociadas al patriarcado capitalista. Si logramos esa caracterización, es posible formular políticas públicas de justicia de género con mayor grado de pertinencia social.
En ese marco, FEMSUR está armando una red de investigadoras e investigadores que forman parte de universidades nacionales e internacionales, así como de activistas de colectivos feministas y del poder popular, para construir conocimiento colectivo para la formulación, seguimiento y evaluación de las políticas públicas de MINMUJER con una mirada global a la vez que territorializada. Pero más allá de nuestra Escuela, yo te diría que los temas internacionales interesan a todas las instituciones del Estado venezolano, porque vivimos una guerra no sólo económica sino multidimensional, una guerra mediática que ataca permanentemente a nuestra la Revolución Bolivariana para afectar principalmente a las mujeres y no reconoce los logros en innovaciones sociales, educativas, teóricas, políticas e incluso metodológicas; que hemos alcanzado para desplegar lo que significa en la práctica una Democracia Participativa y Protagónica orientada al Socialismo Feminista.
Si la revolución bolivariana se define a sí misma como socialista y feminista. ¿Qué significó y qué significa en términos concretos para la vida de las mujeres venezolanas?
Creo que el avance de la mujer venezolana en distintos espacios de poder se debe a la posibilidad real de su participación protagónica en todos los ámbitos de la vida nacional. Evidentemente ha sido un proceso que forma parte de las luchas por la progresión de los derechos, que se ha forjado desde las bases populares y militantes.
La mujer venezolana es una mujer luchadora y políticamente comprometida con la vida, y ello queda demostrado con su alta participación en las recientes elecciones para jefes de calle, comunidad y consejos comunales. Las mujeres somos las que mayoritariamente participamos de las actividades comunitarias como el CLAP, que garantiza la alimentación de muchas familias, somos quienes nos ocupamos de las actividades del cuidado de los seres vulnerables, quienes desarrollamos proyectos y emprendimientos para mejorar el ingreso familiar, somos las que “nunca se rinden” como se llama el programa de radio de MINMUJER.
No obstante, desde una perspectiva de emancipación feminista, eso ha generado un debate importante sobre la ética y economía del cuidado, ya que esas responsabilidades “heroicas” que se nos imponen culturalmente a las mujeres, y que incluso nos enorgullecen; generan un impacto en nuestra salud que muchas veces puede ser irreversible.
En ese contexto, vemos que la recarga excesiva de trabajo en las mujeres; que puede incluir el trabajo productivo, el trabajo no remunerado de los cuidados, y el trabajo voluntario para la reproducción de la vida; no solamente son actividades no reconocidas para el crecimiento económico dentro del PIB; sino que, fundamentalmente, limitan nuestras oportunidades para los estudios, alcanzar metas laborales y de mayor participación política en espacios distintos a los comunitarios y familiares.
Por esa razón, la Ministra Diva Guzmán nos insiste en la necesidad de pensar a largo plazo, para contribuir desde nuestra institucionalidad con ampliar los proyectos de vida de nuestras mujeres desde que son niñas, a través de políticas que realmente las impacten a ellas con una visión de trasformación profunda del país.
En el ámbito formativo que nos compete, se trata de atender esas necesidades de las mujeres en distintos ámbitos, por ejemplo las expresadas en el Congreso Nacional de las Mujeres de 2022, que tienen que ver con la capacitación para el mundo laboral y los emprendimientos en áreas no tradicionales como metalmecánica, pesca, agricultura, herrería, construcción, electricidad entre otras, pero con la idea de fortalecer paralelamente una formación feminista que les permita mejorar su autoestima para evitar las violencias y aumentar las vocaciones al logro dentro de sus proyectos personales de vida, para repercutir positivamente en la familia, la comunidad y el país todo.
Dentro de esta orientación, FEMSUR, en articulación con la Misión Hogares de la Patria, está abordando un plan formativo en el tema de los cuidados para introducir la idea de la co-responsabilidad dentro de un sistema de cuidados para la vida, donde las instituciones públicas, empresas privadas, comunidades y los varones de las familias, participen activamente en estas responsabilidades que no son exclusivas de las mujeres.
—Algunas compañeras feministas, hablan de un nuevo sujeto histórico, el de género, el femenino ¿estás de acuerdo?
—Completamente, la mujer y la sensibilidad femenina vienen a ser como una ola que penetra con fuerza las subjetividades de toda la humanidad. Es una sensibilidad emergente que surge de las comunidades LGBTIq+ de nuestras mujeres trans, de las comunidades indígenas, mujeres afro y de activistas ecoanimalistas en sus luchas por el territorio, defensa de la naturaleza y de la cultura propia. En mi caso personal, comencé a involucrarme con la causa feminista desde mi vocación por la protección de los animales, en ese camino me encontré con la corriente eco-feminista, que forma parte de un episteme que me permite comprender la necesidad de romper con este sistema de capitalismo patriarcal, antropocéntrico y androcéntrico que destruye la vida.
—Las mujeres han estado y están al frente de la resistencia al bloqueo contra Venezuela. ¿Cómo califica hoy las medidas de política económica del gobierno de Maduro? ¿Cuál es su interpretación de la situación que hoy vive Venezuela, desde el punto de vista del género?
No hay duda de que ha sido muy dura la situación provocada por el bloqueo económico y la aplicación de medidas coercitivas unilaterales en la población en general, y especialmente en las mujeres. El acceso a la salud sexual y la salud reproductiva, se ha visto profundamente afectada en cuestiones clave para la prevención; como anticonceptivos, atención ginecológica y seguimiento del embarazo. La mujer ha sido el foco de esos ataques económicos y de violencia simbólica, colocándola en situaciones de vulnerabilidad que en muchos casos las han obligado a migrar a otros países para enfrentar las dificultades, pero que en lugar de encontrar receptividad, solidaridad y un abanico de oportunidades, se han tropezado con xenofobia, discriminación, explotación laboral, sexual y económica.
En ese contexto, sumado a lo experimentado en período de pandemia, se han desmembrado muchas familias, han ocurrido diversidad de violencias y se han perdido talentos útiles para el país, pero también se han generado prácticas transformadoras que en su mayoría son protagonizadas por mujeres. Por ello, buena parte de las medidas económicas del gobierno Bolivariano, apuntan a estimular y fortalecer la economía emergente posrentista, esa pequeña y potente economía que surgió de la creatividad de la gente y en particular de las mujeres para sobrevivir la escasez.
Por otra parte, también se están apuntalando proyectos atractivos para la inversión privada, nacional e internacional, a través de alianzas con sectores nacionales y países aliados; que tienen con la finalidad de generar divisas en sectores no petroleros, como por ejemplo en turismo e industria agro-alimentaria; donde se creen espacios de participación económica para colectivos de mujeres trabajadoras de la tierra o “conuqueras”, así como artesanas, pescadoras y empresarias; que se están incorporando de manera determinante.
En ese sentido, creo que las medidas forman parte de un proceso que genera efectos económicos positivos, incluso para el retorno de población emigrante; pero que también se ralentiza, debido a que las medidas coercitivas siguen vigentes así como todas la iniciativas del imperio para invadir nuestro territorio y saquear nuestros recursos en el exterior.
—¿A tu juicio qué conciencia de género tienen las mujeres jóvenes?
—Actualmente, cuando las investigadoras e investigadores hablamos en plural de las juventudes, es porque existe una diversidad de características de este grupo de la población, que no solo tiene que ver con las edades sino con las identidades de clase, preferencias sexuales y género autopercibido, pertenencia a determinadas etnias, y nivel educativo; entre otras variables. En ese sentido, la conciencia de género no es homogénea para todas las juventudes. Sin embargo, como decía antes, existe una ola feminista que permea las sensibilidades en su diversidad; por ejemplo en las Encuestas Nacionales de Juventudes (ENJUVE), realizadas en Venezuela los años 2013, 2015 y 2018; encontramos que existe un porcentaje alto de esas juventudes, que expresan su rechazo a cuestiones como la violencia de género, violencia en contra de la niñez, hacia los adultos mayores y en contra el maltrato animal. En las investigaciones más cualitativas, encontramos que han aumentado los activismos feministas, ecológicos y por una cultura de paz donde participan muchas jóvenes que, entre otras causas, levantan banderas de lucha similares a sus pares de otros países; como por ejemplo el movimiento de los “Pañuelos verdes” en la Argentina, que ha penetrado en casi toda Latinoamérica.