Por: Geraldina Colotti y Verónica Díaz
Elvis Urbina, de 55 años, politólogo experto en temas de defensa, formado por la revolución bolivariana, es Embajador Representante Permanente ante la Unión de Naciones Suramericanas, más conocida por las siglas UNASUR. Uno de esos funcionarios que encarna las tres características que Chávez pidió a los militantes que trabajan en las instituciones estatales: ser honesto, técnicamente preparado, y políticamente comprometido. Le agradecemos esta entrevista, realizada en Caracas, en el marco de la Filven 2023.
- ¿Cuál fue el camino y el propósito de la Unasur?
Sus orígenes se pueden ver ya a principios del 2000, cuando el entonces presidente de Brasil, Fernando Cardoso, convocó a una conferencia sobre la integración regional. A cuatro años de aquella primera reflexión, en el marco del acuerdo firmado con el Sistema Interamericano de Defensa, se hará referencia a América Latina como una zona libre de armas nucleares, una zona de paz. Principios que serían ratificados en las normas fundacionales de Unasur. El nombre fue propuesto por el Comandante Chávez en la Cumbre Energética de Margarita en abril de 2007, poco antes de la firma del Tratado Constitutivo, en mayo de 2008. La organización fue creada con el objetivo de promover la cooperación y el diálogo político entre los países de América del Sur. La Unasur recuerda los principios de la Carta de las Naciones Unidas y también hace referencia a los pronunciamientos de la Organización de Estados Americanos (OEA). Algunos países lo piden y nosotros lo respetamos, aunque la OEA ha atacado la estabilidad de nuestro país, y ha hecho todo lo posible para aislarnos internacionalmente. Se estableció que las decisiones de Unasur fueran tomadas por consenso, pese a la opinión contraria de Rafael Correa, entonces presidente de Ecuador. La Unasur es un organismo multilateral, no bilateral; y hasta hora no ha intervenido para resolver disputas territoriales; sólo en controversias no territoriales. Las ocasiones en las que ha intervenido el Secretario General para la solución pacífica de controversias o desencuentros diplomáticos bilaterales, han sido distintas de disputas territoriales fronterizas. Caso concreto, la intermediación del secretario general, Ernesto Samper, en el proceso de diálogo entre el gobierno bolivariano y la oposición. También por este motivo, las relaciones entre los representantes son muy cordiales. Por ejemplo, en la primera etapa de Unasur, tuve una excelente relación con la Representante de Guyana ante el Consejo de Delegados; conversábamos de diversos temas, excepto de nuestra controversia territorial por el Esequibo.
- ¿Y cuál es su opinión al respecto, a pocos días del referéndum consultivo que llama al pueblo a decir «cinco veces sí» para reafirmar su soberanía sobre el territorio en disputa con Guyana?
Con la llegada del nuevo gobierno de Guyana en 2020, las actitudes hostiles contra Venezuela se afianzaron. Una de las etapas en la que hubo relaciones cordiales fue durante la gestión de Bharrat Jagdeo, quien tuvo una estrecha relación con el Comandante Chávez. Justo durante su gobierno, en noviembre de 2010, se hizo en Georgetown la última Cumbre Presidencial de Unasur en la que participó el Presidente Chávez, y ese período coincidió con los acercamientos diplomáticos entre Venezuela y Guyana, incluso con relaciones de respeto y en condiciones de igualdad y sin temores para conversar sobre la controversia territorial. Desde la Revolución Bolivariana, nunca hemos tenido una actitud hostil hacia el pueblo de Guyana; haremos valer nuestro derecho histórico en todas las instancias legales a través de la diplomacia de paz. Al votar masivamente en este referéndum consultivo, el pueblo le dará más fuerza a nuestro gobierno en esta batalla, que involucra también a sectores de la oposición, porque se trata del interés nacional.
- ¿Crees posible que EE. UU. quiera incluir a Guyana en la OTAN? Le resultará que el Gobierno guyanés haya presentado un pedido, como lo hizo Colombia con Duque?
Guyana nunca ha pedido salirse de la Unasur, todavía. De la política exterior estadounidense podemos esperar cualquier despropósito multilateral. Una decisión de ese tipo sería una inocultable extravagancia guerrerista. Hasta ahora ningún país del Caribe y de las dimensiones estatales de Guyana, hace parte de la OTAN. Guyana, asesorado y financiado por los EEUU, se va a valer de cualquier artilugio judicial internacional para sostener su posición respecto del Laudo Arbitral de 1899, pero, aun cuando opte por intentar algún procedimiento que le permita adquirir alguna condición de país en la OTAN, nada amedrentara al pueblo y al gobierno de Venezuela para insistir en la salida negociada y pacífica a la controversia, basados en el Acuerdo de Ginebra.
- ¿En qué momento se encuentra la Unasur?
Unasur ha demostrado que América Latina no necesita a Estados Unidos y Canadá, ni a la OEA para resolver conflictos regionales. La primera presidencia de Unasur, la de Chile, con Bachelet, contribuyó a resolver el intento de secesión violenta en la Media Luna Boliviana, en 2008. Lo mismo en 2010, cuando, el 30 de septiembre, se produjo un intento de golpe policial contra el gobierno de Correa, en Ecuador. El pronunciamiento de Unasur, al día siguiente, contribuyó a calmar las aguas. Luego, en 2012, durante el golpe institucional contra Lugo en Paraguay, todos los cancilleres, reunidos en Río de Janeiro, recibieron órdenes de los presidentes de ir a Asunción. Lugo no aceptó la recomendación de recurrir a la movilización popular y prefirió desistir, pero la Unasur estaba ahí. Hay quienes dicen que todo esto es tarea de la diplomacia presidencial. Y, por supuesto, así es, pero debe ir acompañada de la diplomacia de los pueblos. En cambio, la única protesta que hubo en Ecuador cuando Moreno anunció que abandonaría Unasur fue una manifestación cultural de unas pocas personas frente al edificio del organismo. En esta nueva etapa, hay que crear canales para construir, y así lo tiene la Unasur en su tratado, una mayor participación popular.
- ¿Cómo se mantiene activo un país con un gobierno hostil como el de Ecuador?
Cuando el país sede de Unasur se retiró de la organización, se debió devolver al gobierno ecuatoriano el edificio sede en la mitad del mundo. En mi caso, en circunstancias excepcionales, fui designado como representante legal de Unasur por el Consejo de Ministras y Ministros de Relaciones Exteriores de los 5 países que quedaron. Contamos con una pequeña oficina, desde la cual, además de los mandatos para velar por los intereses materiales y inmateriales de Unasur, asesoramos y facilitamos y acompañamos la organización de un conversatorio con diversos actores sociales populares del Ecuador, y allí mostraron su interés por apoyar e incorporarse a ese proceso de reactivación del organismo. Según el derecho internacional, Unasur ha podido conservar su vigencia, incluso si algunos miembros se retiran, tal como ocurrió desde 2019; nos llegamos a encontrar dentro de Unasur con Surinam y Guyana. Pero no pudieron echarnos como lo hicieron del Mercosur y luego, cuando los gobiernos volvieron a la derecha, todos se retiraron de la Unasur. Éramos el objetivo del Grupo de Lima. La Unasur se había convertido en una amenaza para Estados Unidos que necesitaba ser derrotada.
- ¿Por qué?
La Unasur estaba rompiendo el esquema y el modelo tradicional de integración: se iba a construir la integración de los pueblos y no la de los banqueros. Avanzábamos hacia una integración que, sin negar la importancia de lo económico y financiero, se basaba en la capacidad de diálogo político para resolver los problemas sociales, poniendo en el centro dos pilares: una nueva arquitectura financiera en la gobernanza de los recursos y una nueva arquitectura regional en el modelo de defensa. Hasta el punto de que se trazó un plan, pactado con los presidentes de los bancos centrales, de economía y cancilleres, para una nueva arquitectura financiera que condujera a la construcción de una moneda común, que en ese momento se ponía a prueba con el Sucre. Luego Alí Rodríguez Araque puso otro valor agregado, considerando el otro activo más importante que tenemos en Sudamérica, además del capital humano: los recursos naturales, estratégicos, no sólo el petróleo, sino toda la tabla periódica.
- ¿Y qué faltaba?
No hubo tiempo: para desarrollar la conciencia de que estábamos cambiando de rumbo y que el objetivo no era tanto concluir acuerdos comerciales o reducir los aranceles; sino reducir la exclusión social, lograr la igualdad, basada en la soberanía y la autodeterminación; para crear las condiciones para el comercio intrarregional, que aún es muy bajo; y para construir infraestructura regional, con una visión política diferente. Recuerdo las reuniones del Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeamiento (Cosiplan) en las que participaban grandes instituciones financieras internacionales como el BID, que intercambiaban información en función de sus intereses y en detrimento de los nuestros, y tuvimos que poner pie firme para hacer algo, para que nuestros representantes también abandonen una visión tradicional. El peligro para EE.UU. también estuvo representado por el proyecto de defensa regional concebido por la Unasur. En agosto de 2009, Correa recibió la presidencia de Unasur de manos de Bachelet en Quito, el día del primer grito de independencia de Ecuador. Chávez rompió el protocolo y pidió hablar. Dijo: Denuncio que Estados Unidos está por establecer otra base militar en Colombia. Esa denuncia provocó un hecho inédito para Suramérica, por cuanto produjo los acuerdos para que Cancilleres y Ministros de Defensa aprobaran Medidas de Fomento de la Confianza y Seguridad y sus Procedimientos de Aplicación, las cuales establecieron la obligación para que todos los Convenios de Defensa sean notificados a sus países vecinos, en cuanto a sus alcances y a la garantía que su aplicación no representa una amenaza para la soberanía de aquellos. Antes, Uribe había protestado la denuncia de Chávez, y Cristina Fernández propuso una reunión para dirimir el tema; en esa reunión, el 18 de agosto de 2009, en San Carlos de Bariloche, el Presidente Chávez documentó la denuncia y luego de un largo debate, Uribe, sin argumentos, dijo que si querían saber más sobre los alcances del Convenio de Defensa que habían firmado con el gobierno de los EE.UU. le preguntaran a Obama. Aceptamos y hubo un intercambio de comunicaciones entre Correa y Hillary Clinton, para construir una agenda sobre los pedidos a hacer a Estados Unidos. Sin embargo, no se llegó a ningún acuerdo por el veto de Colombia, que fue decisivo en una decisión por consenso. Un veto que había repercutido en el proceso de negociación del Consejo de Defensa Suramericano: desde la primera reunión, Uribe expresó que Colombia no haría parte de esta instancia porque se acogían a su membresía en el Sistema Interamericano de Defensa. Sin embargo, sintiéndose el único de 11, llamó a Alan García, Michelle Bachelet y Lula da Silva para integrar el Consejo de Defensa con tres condiciones: que la decisión se tomara por consenso, para mantener un derecho de veto; que se reconozca la fuerza armada nacional; que se condene a los grupos armados, es decir a las FARC. Se logró procesar las condiciones de Colombia, adoptando una redacción que neutralizara sus temores.
- Y ahora, ¿cómo están las cosas?
Durante la campaña electoral, Lula prometió reactivar la Unasur y el 30 de mayo organizó una reunión de presidentes de América del Sur, invitando también a los presidentes que ya no están en el organismo, después de 9 años de no reunirse. Se creó un grupo de contacto a nivel de Ministros de Relaciones Exteriores, con la tarea de trazar una hoja de ruta sobre integración y desafíos internacionales que coincide casi por completo con los principios de la Unasur, excepto en dos puntos: medidas coercitivas unilaterales, definidas sólo como medidas unilaterales, y la transición ecológica, que Petro pidió incluir y que aparece en el estatuto de la Unasur como lucha contra el cambio climático. En este contexto, al margen del 78° Periodo de Sesiones de la pasada Asamblea General de la ONU, Brasil organizó una Reunión de Ministros de Salud, que tendría el propósito de intercambiar información y opiniones sobre los sistemas de salud públicos de la región y sus desafíos y considerar temas prioritarios como el Instituto Suramericano de Gobierno en Salud, que funcionaba en Río de Janeiro y que permitía adquirir medicamentos para distribuir a toda la región. La desintegración de la Unasur impidió que el número de muertes por Covid fuera muy limitado. Como dice el presidente Maduro, el desafío es entender cómo lograr la integración en medio de la diversidad, potenciando las coincidencias y, sin negar las diferencias, tratar de superarlas.