Por Boris Teillier Espinoza
Han pasado 50 años de aquel estremecedor 11 de septiembre de 1973, que puso fin al primer intento de construir el Socialismo por la vía electoral. Chile, país ubicado en el sur del continente americano, cuenta con una de las riquezas marítimas más grandes del continente por su extensa costa, además de una importante y diversa riqueza mineral; principalmente cobre, litio, salitre, carbón, y otros recursos naturales. Este largo país, después de décadas de luchas, logró un 4 de septiembre de 1970 llevar a la Presidencia de la República al primer presidente socialista de la historia, como resultado de una rica tradición de luchas del movimiento obrero, campesino y estudiantil. Lucha que no estuvo exenta de masacres y traiciones; pero aun así, en esa inolvidable fecha; el pueblo chileno y los trabajadores por medio de la alianza política de la Unidad Popular que aglutinaba a partidos marxistas, como el Partido Comunista y el Partido Socialista e incluso sectores cristianos proclives a las ideas de libertad y justicia social; lograron lo impensable.
Así como el pueblo lograba este triunfo después de décadas, paralelamente la oligarquía chilena, con apoyo del gobierno estadounidense, conspiraba para que Salvador Allende no asumiera la Presidencia de la República, llegando inclusive a asesinar al General René Schneider, Comandante en Jefe del Ejército Chileno, en el mes de octubre de 1970, para tratar de generar un hecho desestabilizador que interrumpiera el proceso democrático. En este marco de ideas, comenzaría el Gobierno Popular. Mil días de avances y luchas, donde los sueños de décadas y generaciones de pobres del campo y la ciudad se hacían realidad.
Y fue en este período donde los postergados de siempre, los nadies, se hicieron visibles, impulsando un proyecto de país para todos. Esta vía chilena al socialismo, que se instalaba como un paradigma de construcción del socialismo y ejemplo para otros pueblos del continente, no sería permitida por el imperialismo norteamericano; que junto con la oligarquía chilena desataría una de las más brutales agresiones. Realidad que deben entender los jóvenes de hoy, ya que es la misma realidad que ha vivido, por ejemplo, nuestro pueblo venezolano en una triste analogía.
El Imperialismo y la oligarquía chilena marginaron a los sectores constitucionalistas dentro de las Fuerzas Armadas, dando paso a los sectores más fascistas y reaccionarios. Así el 11 de septiembre de 1973, terminarían con el Gobierno legítimamente electo por el pueblo, sembrando un manto de muerte en la población. Más de 40.000 víctimas entre detenidos y desaparecidos, ejecutados políticos, exiliados, torturados. Un pueblo sumido en el terror y el intento de aniquilar cultural e ideológicamente todo lo que significó el Gobierno de Allende. 17 años de saqueo, robo, privatizaciones e imposición de un modelo económico neoliberal; donde muchos de los ricos de hoy, lograron sus grandes fortunas.
Cincuenta años después del golpe de Estado en Chile, la derecha continúa negando lo ocurrido, e inclusive reivindica la figura del Dictador Pinochet como un gran demócrata; al estilo de la derecha y ultraderecha del mundo. Este fenómeno de negacionismo se expresa en las políticas del Partido Popular (PP) y el Partido BOX, cuando tratan de reivindicar las atrocidades del franquismo; Bolsonaro en Brasil, quien es responsable de millones de muertes por la COVID-19; Milei en Argentina, que al igual que los pinochetistas chilenos, desconoce las atrocidades de la dictadura argentina y María Corina Machado en Venezuela, quien hoy se presenta como una demócrata, siendo una de las responsables de incitar la agresión constante del Gobierno de los Estados Unidos contra su Patria.
No se puede igualar a víctimas y victimarios, cuando la derecha señala a quienes se resistieron con las armas contra la Dictadura cívico-militar de Pinochet. El golpe de Estado no es producto o consecuencia de las políticas implementadas por el gobierno popular, que efectivamente golpeó los intereses de la oligarquía al impulsar un Estado de derecho y Justicia Social; sino que la decisión estaba tomada incluso antes de que Allende asumiera la Presidencia; señalamiento que no lo hace la izquierda chilena, sino que aparece claramente en los documentos desclasificados de la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA), donde queda en evidencia la injerencia directa del imperialismo estadounidense y sus vínculos con la derecha política chilena, dueños de medios de comunicación, empresarios y militares.
Sin embargo, mientras en Chile muchos sectores reniegan de la figura de Allende, vemos como en el Mundo entero se sigue valorando su acción y pensamiento. Son cientos las plazas, estatuas, hospitales, escuelas, calles y avenidas que llevan el nombre de quien fuera para el pueblo chileno: “El Compañero Presidente”. Nuevas generaciones estudian e investigan sobre su pensamiento y su gobierno, extrayendo las experiencias de un pueblo que colocó a un hombre en la conducción de un proceso de transformación en un país.
Por todo esto la importancia de que, en el marco de los 50 Años del Golpe Civil y Militar en Chile, no olvidemos lo que es capaz de hacer la derecha con apoyo del imperialismo estadounidense; porque la amenaza de reeditar un golpe de Estado sigue presente.
¡ALLENDE VIVE EN LA LUCHA Y VICTORIA DEL PUEBLO BOLIVARIANO!