En la 77ª Asamblea de la ONU
«Venezuela ha sido víctima de una guerra híbrida, con miras a un cambio de régimen, con la que se ha cometido un crimen de lesa humanidad contra su pueblo, todo porque Venezuela ha puesto en marcha, con éxito, un modelo alternativo, un socialismo bolivariano que garantiza los derechos civiles y humanos”
De alto impacto la carta enviada por el Presidente Maduro a la 77ª Asamblea de la ONU, que tuvo lugar en Nueva York del 20 al 26 de septiembre y en la que, tras dos años caracterizados por la propagación del Covid-19, los jefes de Estado y de Gobierno pudieron acudir personalmente. El presidente la compartió también en su cuenta twitter: “¡Creo —dijo— en la palabra y en la razón compartida entre iguales! Comparto esta carta abierta dirigida a la ONU, que escribí en nombre de los hombres y mujeres de a pie, que están en el mundo esperando ser parte de la construcción de una nueva humanidad”.
El objetivo de esta campaña contra Venezuela “no es otro que el de crear las condiciones objetivas para asfixiar política y económicamente cualquier intento por crear alternativas a un sistema imperialista y depredador, como ha resultado ser el capitalismo en todas sus fases históricas; imponiendo su relato falso nos acusan de ser una dictadura y un estado fallido, para ocultarle al mundo la verdad”
Las palabras del mandatario venezolano fueron llevadas al foro por el Canciller Carlos Faría. Un llamado dirigido a la humanidad, “en nombre de los 30 millones de venezolanos y venezolanas”, en un momento “tan crucial para el mundo, cuando se necesita mayor protagonismo de los pueblos en crear alternativas para transformar la realidad”, porque “el orden hegemónico unipolar y su modelo civilizatorio supremacista han violentado y amenazado el imprescindible derecho internacional, desconociendo la autodeterminación y la especificidad de los pueblos”.
Palabras escritas desde el análisis, y desde el corazón, nacidas desde la constatación de “que nunca estuvimos tan conscientes de ser una sola comunidad, una y múltiple a la vez; como en esta coyuntura que ha puesto en vilo aquello que compartimos y nos iguala: la vida”.
Un discurso muy distinto, por méritos y perspectivas, de aquel del campo occidental; que caracterizó las intervenciones hipócritas, en el contexto del conflicto en Ucrania. Y si Venezuela, Cuba, y la nueva Colombia de Gustavo Petro se han centrado en la denuncia de las medidas coercitivas unilaterales, la alianza que sigue a los Estados Unidos ha falseado el alcance del consenso recibido por las “sanciones” a Rusia, y la “popularidad” del humorista Zelensky, presidente de Ucrania, que intervino a distancia, y acompañado de escasos aplausos en una sala semivacía.
La audiencia de los pueblos a la que se refirió Maduro, por el contrario, es “de verdad” como sus palabras y como el sufrimiento provocado por las medidas coercitivas unilaterales a las que el pueblo bolivariano ha resistido heroicamente, junto con el gobierno revolucionario y en unión cívico-militar.
“Venezuela —escribió Maduro— ha sido víctima de una guerra híbrida, con miras a un cambio de régimen, con la que se ha cometido un crimen de lesa humanidad contra su pueblo, todo porque Venezuela ha puesto en marcha, con éxito, un modelo alternativo, un socialismo bolivariano que garantiza los derechos civiles y humanos”.
Ciertamente —añadió—, “se ha tejido una perniciosa campaña mundial de descrédito y estigmatización contra nuestro pueblo, nuestras instituciones republicanas y contra nuestra revolución democrática; por el simple hecho de desafiar, en las postrimerías del pasado siglo, al régimen de pensamiento único que se impuso al mundo bajo la máscara de la economía de mercado y la globalización neoliberal; un modelo que en nombre de la libertad se convirtió en la versión moderna de la colonización”.
El objetivo de esta campaña contra Venezuela “no es otro que el de crear las condiciones objetivas para asfixiar política y económicamente cualquier intento por crear alternativas a un sistema imperialista y depredador, como ha resultado ser el capitalismo en todas sus fases históricas; imponiendo su relato falso nos acusan de ser una dictadura y un estado fallido, para ocultarle al mundo la verdad”.
A este respecto, la República Bolivariana de Venezuela ha expresado su “más categórico repudio” a las acusaciones falsas y sin fundamento realizadas por la supuesta Misión Internacional de Determinación de los Hechos, “en un nuevo panfleto” presentado el 26 de septiembre ante el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas. Este mecanismo —ha denunciado Venezuela— fue creado en el año 2019, a partir de una cuestionada resolución promovida por un reducido grupo de gobiernos con graves situaciones internas de violación de derechos humanos.
Se trata de una muestra patente del doble rasero, la selectividad y el uso politizado de los derechos humanos como herramienta para socavar la soberanía de aquellos Estados que no se someten a los designios de control hegemónico anhelado por algunas potencias. En esta ocasión, a través de un nuevo pseudo informe, “sin el más mínimo sustento metodológico ni contacto directo con la realidad del país”, se pretende seguir atacando a las instituciones venezolanas, como parte de la estrategia criminal de “cambio de régimen” que se impulsa desde el gobierno de los Estados Unidos de América, con la complicidad de sus gobiernos satélites en el mundo.
La carta del Presidente ha puesto de relieve la falsedad de este relato; recordando que durante las últimas dos décadas se han celebrado en Venezuela “29 elecciones libres que han ido defendiendo nuestro modelo social, económico, político al que hemos denominado: Socialismo Bolivariano. Esta es la razón —dijo— por la que hemos sido agredidos de múltiples maneras. Deben saber los pueblos del mundo que a Venezuela se le han aplicado todos los manuales para desestabilizar su democracia”.
En lo político, “el imperialismo viene empleando fallida e ilegalmente métodos de cambio de régimen, han propiciado intentos de magnicidio, de invasión, han creado movimientos sediciosos contra la Constitución, y hasta han inventado un gobierno paralelo ficticio que rayó en lo ridículo”. En lo económico “pocos saben que sobre este pequeño pero digno país, pesan 913 sanciones ilegales que, en resumidas cuentas, le impiden a mi pueblo vender y comprar lo que produce y necesita para el desarrollo y el goce de nuestra existencia individual y colectiva”.
Esto se traduce en lo concreto: “en sufrimiento, en privaciones y agresiones sistemáticas que coartan la vida y los derechos colectivos de mi país, por lo que no dudamos en denunciar estas medidas crueles como crímenes de lesa humanidad. Esta guerra económica —explicó —, cuyas pérdidas para mi nación superan los 150 mil millones de dólares en los últimos años, se incrementó durante el período más grave de la pandemia mundial, imposibilitándonos comprar insumos médicos, medicinas y vacunas”.
La estigmatización “ha servido además a Europa y a los Estados Unidos de coartada para ejercer el expolio más descarado que se haya cometido contra nuestro patrimonio y activos en el exterior”. Maduro recordó que más de 31 toneladas de reservas de oro venezolano depositados en el Banco de Inglaterra, calculadas en 1.300 millones de dólares se mantienen secuestradas. El robo de la empresa CITGO Petroleum Corporation valorada en más de 30 mil millones de dólares en febrero de 2019 “es otro ejemplo que se suma a los más de 10 mil millones de dólares en depósitos y fondos venezolanos en bancos extranjeros; bloqueados ilegalmente”.
Pero —continuó el mandatario— estas sanciones ilegales jamás han podido torcer la voluntad de un pueblo, “sino que la afianzan del mismo modo en que se fortalece la conciencia y la determinación a ser libres. Tampoco nos han desviado de nuestro camino hacia la justicia social. Aún en las peores circunstancias nuestro modelo protege y prioriza al ser humano en sus derechos sociales, el acceso a la vivienda, a la educación, a la salud, al trabajo y a la cultura”.
En este punto, Maduro explicó qué efectos nefastos han producido las «sanciones» en la sociedad venezolana. “Este acto de piratería contra nuestra patria, sin embargo, ha dejado heridas profundas en la sociedad, entre ellas la migración inducida de la cual hacen alarde los medios de comunicación con fines políticos y propagandísticos, quienes la han propiciado y aupado con promesas falsas y bloqueo de sus condiciones de vida. Nada se dice acerca del 60% de la población venezolana emigrada que ha retornado voluntariamente al país, huyendo de las condiciones de esclavitud y explotación, así como de los malos tratos y la persecución de la cual son objeto en muchos países del mundo”.
También se le oculta al mundo que el Estado venezolano es “el único que dispone de una política de repatriación a través de su aerolínea CONVIASA, que es permanentemente boicoteada por las sanciones ilegales. Preguntamos a los organismos multilaterales ¿Dónde han ido a parar los millonarios recursos supuestamente destinados a apoyar a los migrantes venezolanos? Sería útil una rendición de cuentas para despejar las opacidades con las que se han llevado a cabo tales asignaciones”.
Del mismo modo —añadió el mandatario— “exigimos a los organismos multilaterales, garantizar los derechos de todos los migrantes del mundo. Lo hacemos con la autoridad moral de ser un país que por más de 100 años ha sido receptor de buenas prácticas hacia la población inmigrante. En este orden de ideas, alertamos a los pueblos del mundo ante el rebrote de la xenofobia y aporofobia, los discursos y crímenes de odio y la intolerancia en general, incubada por movimientos neofascistas y neonazis que se encuentran cobijados en partidos y gobiernos ultraconservadores y de extrema derecha”.
La humanidad “que hoy nos ve y nos escucha —dijo Maduro— tiene derecho a saber que, en las condiciones más extremas aquí resumidas, nuestro pueblo no se ha rendido; muy por el contrario, ha construido su camino para la consolidación de la paz social, la recuperación económica y el fortalecimiento de la democracia”.
Es importante entender que la raíz de la actual crisis mundial está en el sistema capitalista y su implementación globalizante y neoliberal. “La crisis de occidente, que ha llevado al mundo al actual estado de peligro, envuelve una crisis ética: el norte debe aprender a convivir con la diferencia y a no someterla para beneficio propio”.
Parte central de ella “es una crisis de la verdad, donde radica la manipulación interesada de los hechos mediante la manipulación del conocimiento y de las emociones del público, deteriorando uno de los valores esenciales de la civilización occidental, en desmedro de toda credibilidad y confianza”. Venezuela —dice en la carta el presidente— “se suma a la defensa de la verdad y la veridicción como principio de entendimiento, de convivencia y de racionalidad”.
Para Maduro, es urgente un cambio ético en las viejas potencias a favor de la construcción de un nuevo mundo común, sin colonizados ni colonizadores, “donde se trabaje conjuntamente en las soluciones que nuestros pueblos nos demandan”.
Fortalecido por el orgullo de acompañar a la resistencia de un pueblo digno y por los resultados positivos atestiguados por todos los indicadores económicos, que atribuyen al país el crecimiento más importante de todo el continente, el Presidente dijo: “Hoy, Venezuela quiere ser parte de las soluciones y ofrece al mundo en cooperación su potencial energético y agroproductivo. Siendo una de las principales potencias mundiales en materia petrolera y gasífera, Venezuela puede y quiere ser útil, como miembro de la OPEP, en esta emergencia energética que se viene arrastrando desde hace una década y que afecta profundamente al sistema de precios y suministros, e impacta a los países más pobres, y también a los más ricos”.
Con respecto al conflicto entre Ucrania y Rusia, que agrava la situación de manera dramática, Maduro ha reiterado el papel de equilibrio desempeñado por Venezuela con la diplomacia de paz: “El pueblo venezolano, como todos los pueblos —dijo—, aspira a la paz en un mundo multipolar y pluricéntrico, sin supremacismo ni intolerancia. Aboga, pues, por una solución mediante el diálogo y el entendimiento del conflicto bélico que se desarrolla entre Rusia y Ucrania, suscribe la propuesta de pacificación hecha por el presidente López Obrador y se ofrece como mediador”.
Venezuela es el país de un pueblo heredero del Libertador, “que jamás ha participado en un conflicto armado internacional”, recordó el presidente, rechazando todas las provocaciones militares y sanciones económicas injerencistas que se han tomado contra Rusia, y reiterando que “no existe otro camino que la paz, la justicia, la confianza y el respeto al derecho internacional”.