Redondeando Colombia
Si seguimos repitiendo el discurso de la historiografía oligárquica que insiste que la batalla de Carabobo selló la independencia de Venezuela no hemos aprendido nada. Es como decir que Bolívar es el Libertador de seis naciones sabiendo que cuatro de ellas nacieron como parte de planes desintegradores antibolivarianos. El Libertador fundó sólo tres repúblicas: Florida (1817), Colombia (1819) y Bolivia (1825). Y cuando hablamos de Colombia hablamos de Venezuela con el Esequibo, Nueva Granada con Panamá y Ecuador. El artículo 5 de la Ley Fundamental de Colombia, promulgada el 17 de diciembre de 1819 en Angostura y ratificada en el Congreso de Cúcuta en 1821 explica que “la República de Colombia se dividirá en tres grandes Departamentos, Venezuela, Quito y Cundinamarca, que comprenderá las Provincias de la Nueva Granada, cuyo nombre queda desde hoy suprimido. Las capitales de estos Departamentos serán las ciudades de Caracas, Quito y Bogotá, quitada la adición de Santa Fe”. Si esto no se entiende leamos el parte de batalla que escribe Bolívar el 25 de junio de 1821, desde Valencia: “Ayer se ha confirmado con una espléndida victoria el nacimiento político de la República de Colombia”. Si todavía no comprendemos Carabobo, leamos nuevamente lo que dice Bolívar en 1820, desde San Cristóbal: “El diez y nueve de abril nació Colombia: desde entonces contáis diez años de vida”.
Delirio chimborázico
Si aún persiste la ignorancia, recurramos entonces a la literatura. El historiador venezolano Francisco Tosta García (1846-1921) publicó en 1910 La reforma en ristre, en el que critica duramente la sociedad y las republiquetas surgidas de la crisis política de 1830, tal y como lo expresa uno de sus personajes: “Colombia, señores, no es un delirio chimborázico, ni un mito, ni una quimera; la unión de la América del Sur para formar una Entidad respetable, es una necesidad y el único medio de conservar nuestra soberanía, a través de los tiempos, no por temor a España, ni a ninguna otra nación europea, sino por salvarnos de caer en el porvenir, en las poderosas garras del águila del norte, en manos de los Estados Unidos de esa nación poderosa y colosal, que será siempre una amenaza para estos países débiles de aquende el Atlántico y el Pacífico”.
El 16 de septiembre de 1821, Bolívar desde Maracaibo, Colombia, le escribe a Pedro Gual: “Parece que, por todas partes, se completa la emancipación de la América. Se asegura que Iturbide ha entrado en junio en México. San Martín debe haber entrado en el mismo tiempo en Lima; por consiguiente, a mí es que me falta redondear a Colombia, antes que se haga la paz, para completar la emancipación del Nuevo Continente”.
Discurso de Angostura
El Discurso de Angostura y la Batalla de Ayacucho son los focos de la elipse que desarrolla Bolívar en su cálculo político. Entre ambos está la Batalla de Carabobo como punto medio.
En el discurso de Angostura, Bolívar hace un ejercicio ontológico: define la doctrina patria en la que bosqueja el modelo societal que debe emerger en nuestra América de su impronta libertaria y que es contrario al modelo civilizatorio que impone el Estado Liberal Burgués: “Acá no se pueden adaptar las leyes del norte de América” porque es en nuestras raíces, en nuestra cultura donde está el Espíritu de las Leyes “¡He aquí el código que debíamos consultar, y no el de Washington!”.
El discurso de Angostura es el compendio cultural de nuestra esencia. Mientras en el mundo occidental Inglaterra y demás potencias europeas van tendiendo la transición hegemónica de la supremacía racial a Estados Unidos, Bolívar nos define: “Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del Norte, que más bien es un compuesto de África y de América, que una emanación de la Europa; pues que hasta la España misma deja de ser europea por su sangre africana, por sus instituciones y por su carácter”. Este modelo político bolivariano garantiza “la mayor suma de felicidad posible, de seguridad social y de estabilidad política” a través de la educación popular y socioproductiva (“excitando la prosperidad nacional por las dos más grandes palancas de la industria: el trabajo y el saber”) y desterrando la esclavitud.
1821 y la campaña de Carabobo
El año 1821 es un año decisivo porque se gesta la campaña de Carabobo. Bolívar sabe que Estados Unidos provee de armas a sus colegas imperialistas de España. El Ejército Libertador, que no es otra cosa que el pueblo en armas, olvida el hambre y la falta de alpargatas, por las ganas de ser libres. El 28 de enero, Maracaibo se une a Colombia. El 3 de mayo, Josefa Camejo agita la conciencia del pueblo para que Coro se una a Colombia. Bolívar juega un ajedrez geopolítico perfecto. Urdaneta viene por Coro, Páez por los llanos, Cruz Carrillo por Trujillo y Bermúdez por el nororiente colombiano. La cita es en Carabobo el 24 de junio. El mismo día Mariano Montilla y José Prudencio Padilla deben tomar Cartagena y Sucre debe estar preparado para tomar el suroeste de Colombia.
Para la batalla de Carabobo, Bolívar cuenta con el cubano José Rafael de las Heras, con el brasileño José Inacio Abreu e Lima, con el inglés Thomas Ildeston Farriar, con catorce mujeres valerosas, con hombres esclavizados africanos y con líderes indígenas. De las Heras le pide a Bolívar libertar la Isla de Cuba al concluir la guerra de la América del Sur.
Quisqueya, Cuba y Borinquen quieren unirse a Colombia
El 30 de noviembre de 1821, algunos dominicanos ilustrados encabezados por José Núñez de Cáceres proclamaron pacíficamente la independencia de la Capitanía General de Santo Domingo con el nombre de Estado Independiente del Haití Español. Núñez, quien era partidario de la causa de Bolívar, estipuló en el acta constitutiva del Estado recién creado que este formaría parte de la República de Colombia.
En Cuba se crea la sociedad secreta «Soles y Rayos de Bolívar», cuyo objetivo era primordialmente conseguir la independencia del país y crear un estado asociado a Colombia. La iniciativa tomó mayor importancia cuando en 1823 José Francisco Lemus, uno de los dirigentes de la sociedad secreta, proclamó la creación del Estado Independiente de Cubanacán como consecuencia y rechazo de una supuesta venta de la isla al Imperio británico.
En Puerto Rico, el general Antonio Valero de Bernabé trabó amistad con los conspiradores de «Soles y Rayos de Bolívar» y hacia el año 1823 desarrolló con ellos un plan de independencia de Puerto Rico y su posterior adhesión a Colombia bajo la denominación de Estado Independiente de Borinquén.
La Colombia de Urdaneta y José Tadeo Monagas
Después de la muerte física del Libertador Simón Bolívar, en Guayaquil, Ambato, Quito, Popayán, Cali, Pamplona, Cúcuta, Santa Marta, Maracaibo, Coro, Puerto Cabello, Caracas, La Guaira, Angostura, Cumaná y Carúpano; hombres y mujeres del pueblo fueron masacrados para silenciar sus consignas de ¡Somos Colombia, somos un solo pueblo, Bolívar vive!
Dice Páez en su autobiografía: “Al principiar el año de 1831 el General Urdaneta propuso a los gobiernos de Venezuela y el Ecuador que se entablasen negociaciones con objeto de ver si era posible restablecer la Unión Colombiana; pero ambos permanecieron firmes en el propósito de entrar solamente en la Unión Federativa, tan luego como se organizara un Gobierno en la Nueva Granada”.
El 15 de enero de 1831, José Tadeo Monagas alza “el estandarte de rebelión y proclama el restablecimiento de Colombia en las provincias de Cumaná, Barcelona, Margarita y en los Cantones de Río Chico, Orituco, Chaguaramos, Caucagua y otros puntos de la provincia de Caracas.
La Colombia de Mariño
El 7 de junio de 1835, estalla en Maracaibo la Revolución de las Reformas contra el gobierno paecista de José María Vargas y el Congreso conservador. Este movimiento militar fue liderado por Santiago Mariño quien con un grupo importante de independentistas bolivarianos entre los que destacan Diego Ibarra, Pedro Briceño Méndez, José Laurencio Silva, José María Melo, Blas Bruzual, Luís Perú de Lacroix, Pedro Carujo, José Tadeo Monagas, Renato Beluche, Andrés Level de Goda y Estanislao Rendón; tenía por objetivos reconstituir la República de Colombia, instaurar el federalismo, establecer el fuero militar; y reivindicar el nombre del Libertador Simón Bolívar. Los insurgentes denuncian que la constitución de 1830 fue promulgada para fortalecer la godarria oligárquica a través del comercio de importación y exportación.
La Colombia de Zamora
El 21 de mayo de 1859, Ezequiel Zamora arenga a barineses y apureños: “La Patria os tributa el más sentido reconocimiento por el denuedo, actividad y abnegación patriótica con que habéis volado al combate para rescatarla de la dictadura y elevarla al rango y dignidad de Nación de primer orden, que por la estabilidad, prosperidad y adelantada civilización, le prepara la Federación Colombiana, consecuencia natural y resultado precioso de nuestros esfuerzos y sacrificios”.
La Colombia de Caucagua
El 2 de abril de 1862, se celebró una asamblea en Caucagua a la cual asistieron como diputados el General José Rafael Pacheco, por Petare; el Presbítero Buenaventura Soto, por Ocumare del Tuy; el maestro Rafael Acevedo, por Caracas; el General José María García Gómez, por la Guaira; José María Sojo, por Curiepe; José V. Galarraga, por Río Chico; el General Ramón Grimán, por Caucagua; el General Rafael V. Valdés, por Guaicaipuro, entre otros. Esta Asamblea declaró a la provincia de Caracas Estado Colombiano, acogió la reconstrucción de la República de Colombia”.
La Colombia de Cipriano Castro
En 1898, Cipriano Castro planifica reunir nuevamente la República de Colombia con la incorporación de Nicaragua. Entre 1900 y 1901, el presidente venezolano apoya las ofensivas de los liberales neogranadinos, que transcurrían por Santander y los llanos de Casanare. Este proyecto bolivariano tendría a Cipriano Castro como primer magistrado. El plan contaba con el general ecuatoriano y caudillo liberal Eloy Alfaro, el presidente José Santos Zelaya de Nicaragua, el general Rafael Uribe Uribe, caudillo de las fuerzas liberales neogranadinas, y el caudillo liberal panameño Belisario Porras (aún Panamá era neogranadina). Estados Unidos abortó la refundación de esta gran nación. Por ello desmembraron el istmo propiciando la separación de Panamá e impidieron por todos los medios cualquier unión o entendimiento entre Venezuela, Ecuador, Nicaragua y la actual Colombia.
La libertad nace en Casacoima
“Después de Carabobo, redondear a Colombia y a continuación, la anfictionía”, piensa Bolívar porque “la América unida podrá llamarse la reina de las naciones y la madre de las Repúblicas”. Recuerda las palabras que Sucre le dirigió a la municipalidad de Cochabamba: “Cuando la América ha derramado su sangre para afianzar la libertad, entendió también que lo hacía por la justicia, compañera inseparable. Sin el goce absoluto de ambas habría sido inútil su emancipación”.
Después del triunfo de Carabobo, Bolívar evoca el 4 de julio de 1817, cuando se encontraba junto a su amanuense Martel y los generales Juan Bautista Arismendi, Pedro León Torres, Carlos Soublette, Jacinto Lara, José Gabriel Pérez y amigos del pueblo Warao activando la salida de algunas embarcaciones de la flotilla de Luis Brión por el caño Casacoima en el Delta del Orinoco. Cuando ya era de noche fueron sorprendidos por un grupo de soldados realistas de los Castillos de Guayana. Corrieron hacia una de las márgenes de la laguna de Casacoima y se escondieron entre los matorrales. Estaban acorralados por el Ejército español. Tenían dos opciones, quedarse allí y morir o sumergirse en la laguna “que tiene más olor de sepultura de cocodrilos que de ensenada del Oriente”. Bolívar y sus compañeros de armas deciden sumergirse en el agua. Allí se quedan inmóviles por un rato. Inmediatamente atravesaron a nado la laguna, afluente del río Orinoco, y se internaron en la oscuridad de la selva. Bolívar, totalmente empapado y conmocionado por haberse escapado de la muerte, dijo:
“No sé lo que tiene dispuesto la Providencia, pero ella me inspira una confianza sin límites. Salí de los cayos, solo, en medio de algunos oficiales, sin más recursos que la esperanza, prometiéndome atravesar un país enemigo y conquistarlo. Se ha realizado la mitad de mis planes; nos hemos sobrepuesto a todos los obstáculos hasta llegar a Guayana. Dentro de pocos días rendiremos a Angostura, y entonces… Iremos a libertar a Nueva Granada, y, arrojando a los enemigos del resto de Venezuela, constituiremos a Colombia. Enarbolaremos después el pabellón tricolor sobre el Chimborazo, e iremos a completar nuestra obra de libertar a la América del Sur y a asegurar nuestra independencia, llevando nuestros pendones victoriosos al Perú: el Perú será libre”.
Esa espiga sembrada en Carabobo
Sin que se haya ido el olor a guerra en el campo de Carabobo, el Libertador del Mediodía de América, sin secarse aún el sudor de la frente, oyó una voz femenina que se propagó en toda la infinita llanura: “¡Dime tú, capitán, que al sur llevas el alba! ¡Brigadier de las rosas! ¡Guardián de sementeras! ¡Comandante del fuego! ¡De la chispa! ¡Del trueno! ¡General de los pueblos! ¡Soldado de los hombres! ¡Segador de las sombras! ¡Padre de las auroras! ¡Dime tú, conductor de sueños y de soles, si está viva, si brilla, si canta hacia la vida la espiga que tu pueblo sembrara en Carabobo!” Inmediatamente resuena una trompa, luego una voz inmensa clama: “¡Viva está para siempre! ¡Para siempre está viva! ¡Y con ella en los puños debemos avanzar sembrando sus semillas!”.