El nombre Haití fue adoptado por el revolucionario haitiano Jean-Jacques Dessalines como nombre oficial después de la independencia de Saint-Domingue, como un tributo a los antecesores indígenas taínos; ya que la palabra proviene del arahuaco y significa «tierra de montañas«. Haití celebra, cada 18 de noviembre, un nuevo aniversario de la batalla de Vertières; victoria de un ejército de cimarrones comandado por Jean Jacques Dessalines que liberó al país caribeño del yugo colonial francés y primera derrota del ejército napoleónico. Para el año de 1803, las mujeres y hombres esclavizados representaban el 88% y la población negra libre (cimarrona) el 5%; pero los colonos blancos (7%) poseían más de dos tercios de las riquezas nacionales.
Franswa Makandal
La historia de los esclavizados suele ser amputada porque para la hegemonía la única importancia que tienen estos seres humanos es su fuerza muscular. François Mackandal es una de estas personas que fueron cazadas en algún lugar del continente madre. Las fuentes históricas se debaten si su origen es el reino del Congo, si es un negro bakongo, si es musulmán, ya que hablaba y escribía árabe, lo cual permite especular que provenía de Senegal, Mali o Guinea. Lo cierto es que este hombre esclavizado, nacido en 1728, fue vendido al plantador Lenormand de Mezy a los doce años. Era una víctima más del triángulo de la muerte: Inglaterra, África, Caribe. Durante el siglo XVIII los ingleses se convirtieron en los líderes del tráfico transatlántico de negros. Los barcos partían de los puertos de Bristol y Liverpool hacia la costa africana, donde intercambiaban manufacturas inglesas por personas, luego cruzaban el Atlántico hasta el Caribe para venderlas a cambio de materias primas americanas como el algodón, frutas, cacao y productos procesados de la caña de azúcar como azúcar, ron y alcohol; con los que regresaban a los puertos de origen. En 1752, Franswa Makandal, como le llaman sus coterráneos en créole haitiano, se fugó del campo de concentración donde era explotado como «bossale» (esclavo originario de África) y gracias a su condición de houngan, «chamán vudú», se volvió un gran líder revolucionario encabezando varias rebeliones en el noroeste de la isla. El 20 de enero de 1758, es condenado a muerte por «seducción, profanación y envenenamiento» y ejecutado en la hoguera. Pero lo que desconocían los tiranos era la cualidad metamórfica que tenía Franswa Makandal para escapar. El escritor cubano Alejo Carpentier nos lo cuenta en su novela El reino de este mundo (1949): “Todos sabían que la iguana verde, la mariposa nocturna, el perro desconocido, el alcatraz inverosímil no eran sino simples disfraces. Dotado del poder de transformarse en animal de pezuña, ave, pez o insecto, Mackandal visitaba continuamente las haciendas de la Llanura para visitar a sus fieles y saber si todavía confiaban en su regreso”.
Toussaint Louverture
En la madrugada del 22 de agosto de 1791, Franswa Makandal visita disfrazado de colibrí a sus hermanos esclavizados que dejaban sus vidas en los ingenios y les susurra a los oídos que deben liberarse, que él les ayudará.
Liderados por Toussaint Louverture, Jean-François y George Biasso, en 1791 unos 200 esclavos, diseminaron por el territorio las ideas de lucha. El 29 de agosto de 1793, Toussaint Louverture exclama: “Hermanos y amigos. Soy Toussaint Louverture; quizás el conocimiento de mi nombre haya llegado hasta vosotros. He iniciado la venganza de mi raza. Quiero que la libertad y la igualdad reinen en Santo Domingo. Trabajo para que existan. Uníos, hermanos, y luchad conmigo por la misma causa. Arrancad de raíz conmigo el árbol de la esclavitud”.
Jean-Jacques Dessalines
El 18 de noviembre de 1803, se enfrentan en Vertières, cerca de Cap-Français, al norte de la isla, las tropas napoleónicas comandadas por el general esclavista Rochambeau y las del general antiesclavista y líder independentista Jean-Jacques Dessalines. En esta decisiva batalla, el ejército negro de la diáspora africana derrota a los soldados blancos franceses de Napoleón Bonaparte.
El 1º de enero de 1804, Haití se convierte en el primer país nuestroamericano que logra su independencia de la mano del Libertador Jean Jacques Dessalines. Saint-Domingue pasó de ser una colonia regida por un sistema de castas —la posesión colonial más rica de su tiempo— a ser el lugar donde se produjo la única rebelión de esclavos triunfante de la historia; además de ser una de las revoluciones más radicales.
Frankétienne: pedagogía y cultura haitiana
El profesor Frankétienne nació en Puerto Príncipe el 12 de abril de 1936. En la pedagogía de este dramaturgo, artista plástico y cantor caribeño hallaremos respuestas sobre quién o qué es el culpable de tanta injusticia, pobreza e iniquidad en el mundo: “la civilización occidental, es decir, la civilización greco-latina y judeo cristiana, ha cometido un crimen contra la esencia divina del hombre, ha producido la atrofia de las funciones esenciales, de las virtudes esenciales del cerebro humano, porque ha producido la fragmentación del ser. Ha impuesto la hegemonía del tener sobre el ser”.
Para él, Haití es “la factura y la fractura de la Historia”, sin embargo, no pierde su esencia de ser “La miel del alba” porque tiene en la “sensibilidad vudú una manera de hablar, de comer, de hacer el amor, de comunicarse con los otros. Esta sensibilidad está en el inconsciente colectivo. Inconsciente que se modifica con el transcurso del tiempo, pero conserva su esencia más profunda. Y tal esencia es, fundamentalmente, de orden espiritual”.
Las alas del colibrí
Desde su independencia el pueblo haitiano viene siendo castigado por su osadía de retar los poderes imperiales de todas las épocas. Hoy continúa su lucha contra el hambre, contra la escala de Richter, contra los paramilitares colombianos autores del magnicidio contra Jovenel Moïse. Hoy apelamos a la solidaridad que podamos brindarle a este pueblo que no sólo sufre los estragos de terremotos sino del más cruel imperio francés, español, alemán, portugués y estadounidense.
Recordemos las palabras de Simón Bolívar: “Perdida Venezuela y la Nueva Granada, la isla de Haití me recibió con hospitalidad: el magnánimo presidente Alexander Pétion me prestó su protección y bajo su auspicio formé una expedición de 300 hombres comparables en valor, patriotismo y virtud a los compañeros de Leonidas…”.
En 2010, Venezuela colaboró con comida, pañales, ropa y medicina. Cuba con electricidad. República Dominicana con transporte. México, Reino Unido, Argentina, Uruguay y Nicaragua con equipos especializados en catástrofes naturales. Estados Unidos «colaboró» con 100 millones de dólares en «ayuda humanitaria» para solventar los gastos de movilización militar anunciados: 10 mil soldados (los cascos azules), el portaaviones Carl Wilson, cargado de 19 helicópteros, el destructor Higgins, los buques de asalto anfibio Bataan, Fort McHenry y Carter Hall, el crucero Normandy y la fragata Underwood ambos equipados con misiles dirigidos. Cada país ayuda con lo que tiene y con lo que le dicta su corazón. No permitamos, como decía el tocayo Alí Primera, «que el futuro nos pregunte ¿Qué hicieron ustedes por Haití?, y respondamos bajando la cabeza: los hombres que cayeron son el número exacto de las veces que en un siglo mueve las alas el colibrí«.