El 28 de julio está mucho más en juego que solo la Presidencia, porque se juega el desarrollo progresivo de la nación, en contraste con el salto al vacío que supone entregar Venezuela a un sector dominado por el odio antichavista, cuyo proyecto es la entrega del país a intereses foráneos
Por general los tiempos electorales nos permiten, entre otras cosas, hacer un balance político real, concreto, lo más racional posible; como ha sido la característica del pueblo venezolano sometido a todo tipo de agresiones en esta última etapa, de al menos 10 años, donde con el fallecimiento del referente fundamental de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez, se nos impuso una lógica existencial de aniquilamiento de una comunidad política que nació en tiempos revolucionarios.
En tal sentido, y más allá de cualquier añadido, el balance del reciente sexenio en la primera magistratura del presidente de la República, Nicolás Maduro Moros, tiene al menos dos grandes bloques que deben exaltarse como avances esenciales en un proceso donde los cimientos elementales de la República Bolivariana de Venezuela se han visto sometidos, en todo sentido, por una guerra multiforme que no respeta leyes, ni acuerdos, ni entendimientos por general naturales en la política.
Pero previamente debemos recordar, precisamente, la fuente fundamental que ha permitido el logro de estos dos elementos que no son cualquier cosa, y que sería mezquino o básicamente interesado minimizar a un punto de irrelevancia no acorde con la historia reciente de nuestro país, y por razones eminentemente electorales.
El chavismo, como comunidad política, ha logrado hacer avanzar un conjunto de decisiones políticas para democratizar la inclusión de todos y todas en la sociedad política venezolana, siendo la Cuarta República un elemento que obstaculizó toda posibilidad al no progresar nada desde una democracia formal hacia cuestiones concretas en materia derechos humanos, sociales y económicos, más aún cuando la expresión recurrente fue la represión, la persecución política y la coerción de la sociedad para que votara, automáticamente, cada cinco años por los dos partidos políticos del pacto de puntofijo.
Es bueno recordar la esencia de esa comunidad política que ha sido capaz de resistir todos estos años de agresión y hoy retada en encuestas pre fabricadas para negar su existencia, su esencia, su vigencia, su capacidad de organización, trabajo y movilización.
Y nada mejor, en función de esto, que apelar a la palabra del Comandante Hugo Chávez, bastante temprano en el inicio de la fase revolucionaria en el poder político. Su mensaje ante la Asamblea Nacional Constituyente, el 5 de agosto de 1999, nos deja un legado importante que también es razón de una amalgamada comunidad política que ha logrado, como vanguardia popular, resistir y mantener incólume nuestra Independencia Nacional.
Afirma el Comandante Hugo Chávez, en su mensaje de advertencia a los y las constituyentes de entonces:
«Sí, señores, porque lo que está ocurriendo en Venezuela hoy no es un hombre providencial que ha llegado. No; no hay hombres providenciales, el único hombre providencial: Jesús, el de Nazareth. No hay individualidades todopoderosas que puedan torcer el rumbo de la historia, absolutamente falso ese concepto. No hay caudillos, beneméritos y plenipotenciarios que puedan señalar y conducir y hacer el camino de los pueblos. Mentira. Se trata de una verdadera revolución y de un pueblo que la galopa.
Las revoluciones nacen por sí solas, tienen sus propias leyes, como la historia son hijas de la historia. Las revoluciones son como la tempestad, como el viento fuerte del que hablaba el grande Miguel Ángel Asturias: “…vientos fuertes, no son planificables los vientos fuertes; ni tampoco son detenibles”. Se puede volar con ellos, se puede sobrevivir con ellos, si acaso, si hay la suficiente inteligencia, altura y capacidad para volar en el ojo de la tormenta o para navegar en el ojo del huracán, eso sí es posible, pero detenerlo, imposible.
Cuando los habitantes de Guarenas, era febrero, 27 de febrero; y era 1989, aquí mismo hace apenas una década, para no irnos tan lejos, con Vicente Salias o con Emparan o con el Cura Madariaga, cuando los habitantes de Guarenas comenzaron a protestar por el incremento del combustible, cuando los habitantes de Guarenas se fueron a la calle a protestar con una huelga, haciendo uso del derecho a la resistencia, ellos no estaban planificando una revolución o allá en la Francia de 1789, los campesinos amotinados o los que decapitaron al Rey, tampoco estaban planificando con eso una revolución, a lo mejor ni siquiera se imaginaban las consecuencias de ello.
Hoy en Venezuela, cuando estamos a 5 de agosto de 1999, no tengamos dudas, sintámonos comprometidos y conscientes de ello, hoy en Venezuela y con una gran claridad el binomio de la historia se ha hecho presente, tenemos pueblo y hay una revolución en marcha y es el pueblo el que guiará ese potro libre de la revolución.»
En este contexto bien podemos avanzar en el primer elemento que ha sido uno de los más relevantes alcanzados en estos años recientes del Presidente Nicolás Maduro en el ejercicio del Poder Ejecutivo por voluntad libre y democrática del pueblo venezolano.
La paz no ha sido cualquier cosa alcanzada, en ningún momento por parte de cualquier pueblo. Al contrario es fuente vital para avanzar en otros aspectos, como el desarrollo económico, social, humano en una Nación donde prevalezca la Independencia y soberanía.
La elección presidencial del 20 de mayo de 2018 se llevó a cabo con la oposición en plena planificación, junto a Washington de varias maniobras para tratar de echar por tierra un proceso político democrático que dotó de una nueva victoria electoral a la Revolución Bolivariana, ratificando derrotas estratégicas como la de las revoluciones de colores de 2014 y 2017, el ejercicio irresponsable y al margen de la Constitución de la Asamblea Nacional en poder de la oposición, y el impulso de un Poder Constituyente desencadenado el 1º de mayo de 2017 para tratar de lograr la paz del país y sostener sus cimientos severamente atacados de todas las formas posibles.
La victoria bolivariana, aquella fecha permitió al jefe de Estado sentar las bases de un propósito esencial para el país, como un todo. La paz nacional se convirtió en el primer elemento que echó como propuesta política cuando llevó a cabo su mensaje ante la Asamblea Nacional Constituyente el 24 de mayo de 2018.
El chavismo ha logrado un conjunto de decisiones para la inclusión de todos y todas en la sociedad venezolana, a diferencia de la Cuarta República que solo obstaculizó toda posibilidad de desarrollo soberano
Allí afirmaría el Presidente Maduro:
«…pido a Dios me bendiga, pido a Dios me proteja, pido las bendiciones del pueblo. Amén, y que Dios bendiga a nuestro pueblo, necesitamos mucha fuerza espiritual de esta tierra, de nuestros ancestros; necesitamos toda la fuerza de la historia; necesitamos toda la fuerza de Dios; necesitamos toda la fuerza de un pueblo; necesitamos toda la fuerza de la unión republicana cívico-militar, o de la unión cívico-militar republicana, sólida, consolidada, sin fisuras, viendo al futuro, eso es lo que necesitamos (…) Yo he empezado a trabajar en el nuevo espíritu, y pido ayuda, le pido ayuda a toda Venezuela, pido su ayuda y su acompañamiento, ¡ya basta de que por aquí o por allá alguien pretenda sabotear el camino de Venezuela!, es como que vayamos en un barco a remo y en vez de remar acompasados, todos juntos, haya quienes remen para atrás o haya quienes remen para los lados. ¿Qué pudiera pasar con ese barco? Entraría en un remolino, que es lo que ha querido el imperialismo norteamericano para dominar nuestra Patria, meter nuestro país en un remolino de contradicciones, de problemas insalvables, de desesperanza, de incertidumbre para fracturar el país y sus instituciones.
(…) En lo primero que estoy avanzando, ─tome nota quien tenga que tomar nota─ en primera línea, el diálogo y la pacificación de Venezuela, vamos a un proceso de diálogo y de pacificación en Venezuela.»
Por supuesto este proceso, que hoy ha permitido desarrollar un contexto electoral en paz y con desafíos claros hacia el futuro, estuvo lleno de dificultades a tal punto que la primera gran maniobra de quienes no la anhelan fue tratar de asesinar al Jefe de Estado el 4 de agosto de aquel 2018; hecho que en nada movió su determinación estratégica.
Esta postura inquebrantable también permitió enfrentar, hasta el sol de hoy, un paralelismo institucional que vino a ser la gran maniobra opositora, junto a las medidas coercitivas unilaterales estudiadas a nivel internacional como crímenes de lesa humanidad, para trata de lograr un cambio violento de régimen político en Venezuela.
Las elecciones tanto a la Asamblea Nacional, así como las Regionales y Municipales, sumado a un contexto favorable a partir del Diálogo Nacional y sus primeros acuerdos en septiembre de 2019, fueron delineando junto a la Asamblea Nacional Constituyente el triunfo paulatino de la paz en el país, rubricada en el enfrentamiento nacional a una pandemia de COVID-19 que dejó a la República Bolivariana de Venezuela como ejemplo de organización popular e institucional, no sólo para minimizar los efectos de la enfermedad; sino especialmente los efectos genocidas de quienes siguieron agrediendo al país sin import5ar el daño que pudieran causarle a nuestro pueblo.
Este primer gran elemento, que esbozamos acá en líneas gruesas, permitió sostener en medio de tempestades el segundo elemento que es lo económico y su impacto sobre lo social; al punto que luego de momentos clave hoy existen unos primeros resultados que no se pueden dejar de lado.
El Programa de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad Económica fue resueltamente lanzado al país por el Presidente de la República en agosto de 2018, tendiendo a la estabilización de la economía nacional y proyectando tiempos de mejora de la situación económica bajo el sustento de la diversificación productiva.
Claro está que si la paz política tuvo que sortear maniobras, también lo hizo este programa ya que, sin duda, una de sus fortalezas tiene que ver con la recuperación y posicionamiento del negocio petrolero como buque insignia del desarrollo, de la promoción de un sector primario y secundario en lo económico; fuerte y por ende no exclusivamente dependiente del oro negro.
Sin embargo, ni estructuralmente resulta sencillo avanzar en un nuevo metabolismo económico después de cien años de rentismo petrolero invadiendo toda esfera pública y privada; ni tampoco existió otra cosa que resistir la peor fase de agresión económica dispuesta en un bloqueo total a la República y a Petróleos de Venezuela (PDVSA), incluido el robo de activos, tales como CITGO y Monómeros, ejecutado a partir de enero de 2019 por el gobierno de EEUU en contubernio con la Plataforma Unitaria.
Menos cuando a las dos variables anteriores se sumó la pandemia de COVID-19, cuyos efectos sobre la economía mundial aún estamos resintiendo; lo cual desafiaba las posibilidades de observar y valorar los primeros buenos resultados de este programa, que no definitivos ni asociados a los grandes objetivos estratégicos del Proyecto Histórico Bolivariano.
Con la derrota del pueblo venezolano y de la institucionalidad democrática al paralelismo institucional, en su fase más creciente tratando de imponerse vía incursión de mercenarios, sabotaje al sistema eléctrico, o con el intento de invasión por el occidente del país, añadiendo un intento fallido de golpe de Estado el 30 de abril de 2019, se pudo abrir una ventana de oportunidad para desarrollar un accionar, desde el liderazgo del Presidente Maduro, de unir a todo quien pudiera ser unido en la defensa y desarrollo de la economía nacional; con miras a reconstruir el estado de bienestar para el pueblo venezolano.
Una inflación estabilizada, un tipo de cambio estable, una mejoría progresiva pero no definitiva del ingreso nacional y del ingreso de los trabajadores y trabajadoras, y un crecimiento sostenido de la economía en diversos ámbitos productivos que han mejorado aspectos como el abastecimiento de bienes y servicios, son apenas una muestra de procesos que van mostrando los resultados positivos de este programa.
Avanzar hacia el futuro por este sendero seguro, pasa por comprender que el 28 de julio está mucho más en juego que solo la Presidencia. Está en juego el desarrollo progresivo propio de ambos elementos conjugados (paz y recuperación económica) o un salto al vacío de un sector que solo es movido por un resentimiento antichavista, sin otro proyecto estructural que sea la entrega del país a intereses foráneos, sin importar lo que tengan que hacer o vender en el proceso.