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Se produjo en medio de una crisis sistémica del capitalismo dependiente y rentista venezolano, que implosionó, porque los ingresos petroleros ya no eran capaces de sostener la dominación social de las oligarquías
El 27 y 28 de febrero de 1989 tuvo lugar en nuestro país uno de los acontecimientos más importantes de nuestra historia contemporánea. Se produjo una histórica insurrección del pueblo en contra del neoliberal paquete de ajustes del FMI.
Primera rebelión popular frente al FMI
Este fue un hecho de extraordinaria relevancia histórica, por sus múltiples y enormes implicaciones. Por una parte, constituyó el primer levantamiento popular en contra de las políticas neoliberales del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), que se adoptaban en las naciones subdesarrolladas.

El pueblo, movilizado en protesta masiva y contundente, fue reprimido brutalmente. La democracia liberal burguesa se quitó la máscara, y dejó atrás todas las hipocresías en torno a los derechos del pueblo y las libertades civiles
Estas políticas, además de constituir un mecanismo de empobrecimiento masivo de la población y de acumulación de gigantescas fortunas para las oligarquías financieras, actúan como un sistema que succiona todo tipo de activos económicos y recursos naturales en función de las estrategias del capital transnacional.
El FMI venía adoptando estas políticas desde los años 70. Le hacían tragar a los pueblos esa medicina amarga sin mayores repercusiones políticas, hasta que se produjo el estallido en Guarenas y, luego, en Caracas con inmediata propagación nacional.
Crisis del capitalismo dependiente y del puntofijismo
Este estallido social se produjo en medio de una crisis sistémica del capitalismo dependiente y rentista venezolano. El modelo rentista implosionó, los ingresos petroleros ya no eran capaces de sostener la dominación social de las oligarquías. Los pellejos y migajas de la borrachera petrolera que llagaban al pueblo ya no podían adormecer la protesta popular por una vida digna.
El puntofijismo se hundía en el pantano de la corrupción. Los escandalosos casos de robo de los dineros de la nación, ponían en evidencia el principal propósito de AD y COPEI por mantenerse en el poder. Las denuncias nunca eran ventiladas en ese sistema de cómplices. La decepción y desprecio de la población hacia los partidos del sistema crecían, con una distancia cada vez mayor entre las políticas y despropósitos de los gobiernos de turno y las insatisfechas necesidades más elementales del pueblo trabajador.
Por su parte, las políticas de entrega de la soberanía a los intereses imperialistas por parte de las elites políticas y económicas dominantes, que tuvieron su clímax en el pacto con el FMI, eran rechazadas por crecientes sectores de la sociedad. Como siempre lo ha demostrado la historia y como se desprende de la naturaleza de los poderes fácticos del imperialismo, las condiciones de sometimiento imperial traen consigo el saqueo de nuestras riquezas, la imposición de estrategias que encajan perfectamente en sus intereses, la dominación política, económica y cultural… El atraso, las desigualdades y los problemas del desarrollo nacional están determinados, primeramente, por esta condición de dependencia con profundas raíces históricas.
La protesta popular frente al paquete neoliberal y la brutal represión
En ese contexto, se adoptan medidas económicas que van a profundizar aún más la complejísima situación social y económica que atravesaba el país. El recién electo gobierno de Carlos Andrés Pérez, que había obtenido una altísima votación, de 53%, entendió esto como un cheque en blanco para todo tipo de desmanes e inició la adopción del paquete económico, que contaba entre otras medidas con: liberación de precios, eliminación de subsidios, aumento del precio de la gasolina, liberación de las importaciones y tasas de interés, aumento del transporte y de tarifas de servicios públicos, drásticos recortes del gasto social, etc.
Se trataba de la primera fase de la instrumentación de un modelo neoliberal que trasciende ampliamente la dimensión económica de una nación, para convertirse en la dictadura del gran capital transnacional. Los impactos de estas políticas no se hicieron esperar: aumento brutal de los precios de los artículos de primera necesidad, acaparamiento de productos, incremento del transporte, entre muchos otros.
El malestar social se transformó en protesta y ésta fue intensificándose. Nadie esperaba una movilización del pueblo de esa magnitud para contener la arremetida del gran capital, para impedir que el peso de la crisis recayera sobre sus hombros, como suele ocurrir en el capitalismo.
El pueblo, movilizado en protesta masiva y contundente, fue reprimido brutalmente. La democracia liberal burguesa se quitó la máscara, y dejó atrás todas las hipocresías en torno a los derechos del pueblo y las libertades civiles. Como pocas veces en el siglo XX venezolano, se recurrió a las armas de manera tan sanguinaria para aplacar a un pueblo encolerizado por las terribles injusticias que se cometían bajo la dirección de un gobierno descompuesto moral y políticamente.
Se suspendieron las garantías y se decretó el toque de queda. El gobierno apeló a las fuerzas policiales y las FFAA con tal saña, que el saldo sangriento ascendió a miles de muertos y desaparecidos. Un manto de complicidad de todo un sistema se tendió sobre las fuerzas asesinas direccionadas por el gobierno que presidía Carlos Andrés Pérez. Como siempre ha ocurrido a lo largo de la historia, el régimen burgués asumía el terror y la muerte como instrumentos para defenderse ante las voces y acciones de un pueblo que clamaba justicia.
Vigencia del Caracazo en la Revolución Bolivariana
Esta matanza, ocurrida hace 36 años, tuvo importantísimas consecuencias para nuestra historia. La sangre derramada por nuestro pueblo abonó el terreno para históricas batallas y victorias revolucionarias.
Por una parte, estas jornadas de lucha de nuestro pueblo aceleraron la crisis del puntofijismo. Como lo enseñó Lenin, la crisis del sistema burgués se exacerba, por una parte, cuando la oligarquía ya no está en capacidad de mantener la estabilidad del sistema explotador, ya no tiene la fuerza para garantizar el desarrollo mínimamente armonioso del sistema, lo cual se evidenciaba claramente.
Por otra parte, siguiendo con Lenin, la crisis revela que los oprimidos ya no están dispuestos a seguir siendo sometidos. Las ansias de libertad se manifestaron acá de manera contundente, aunque todavía se tenía que avanzar en aspectos medulares de las luchas revolucionarias para concretar los anhelos de los explotados.
Una de las debilidades de las fuerzas populares en las batallas de aquel febrero fue la ausencia de organización política, de una gran vanguardia política revolucionaria, de un programa de lucha que pudiera guiarlas. La acción de las masas desbordó a las pequeñas organizaciones revolucionarias del momento. Era un torrente incontenible de fuerza popular sin cauces que orientaran su lucha.
Esta debilidad se subsanaría poco tiempo después con un proceso que ya germinaba en los cuarteles. El movimiento bolivariano de jóvenes oficiales encabezado por el comandante Chávez experimentó un salto cualitativo al calor de aquellos dramáticos acontecimientos. Su determinación de actuar en contra de ese régimen oprobioso se fortaleció y se profundizó su capacidad política para analizar la situación del país.
De tal manera que la rebelión del 4 de febrero del 1992, punto de partida de la Revolución Bolivariana, guarda una estrechísima relación histórica y política con el Caracazo. La Revolución Bolivariana es hija del Caracazo, levanta su espíritu de lucha, expresa su antagonismo con las injusticias, con el entreguismo y con las aberrantes desviaciones morales que corroían la sociedad.
La vigencia del Caracazo en la coyuntura actual de la Revolución Bolivariana expresa, por una parte, la necesidad histórica de continuar fortaleciendo una gran vanguardia política de las masas populares, como el PSUV; y que éstas se fundamenten en una poderosa fusión popular-militar-policial para la defensa de nuestras conquistas, en la lucha en contra del fascismo.
Asimismo, adquiere gran actualidad la necesidad de luchar contra el neoliberalismo y su feroz ofensiva en contra de las posiciones del campo popular.
Finalmente, una relación histórica tan clara como contundente es la lucha antimperialista. Solo manteniendo nuestra independencia podremos construir una sociedad socialista, que es donde el pueblo trabajador puede desarrollarse plenamente y ejercer el poder de manera directa. Esto se vincula directa y claramente con nuestra resuelta lucha en contra de las sanciones imperiales y todo tipo de agresiones externas para socavar la democracia, incendiar el país y derrocar al presidente Nicolás Maduro. Rendir homenaje al Caracazo hoy, significa resistir y vencer el bloqueo yanqui.