Contra Venezuela
Hay muchas buenas razones para defender el derecho a la existencia de la revolución bolivariana: Algunas de ellas se relacionan con la esencia misma del ser humano, como ser social, capaz de experimentar sentimientos de identificación con el dolor del otro; y uno de los ejemplos más atroces es el dolor que experimentan los niños venezolanos que esperan un trasplante de médula ósea; obligados a posponer la posibilidad de atención especializada para enfermedades en las que tiempo significa, literalmente, la vida.
Antes de que las «sanciones» impuestas por Estados Unidos, avaladas en varias ocasiones por la Unión Europea, imposibilitaran cualquier transacción internacional; la petrolera estatal PDVSA era la que pagaba el tratamiento de los menores en varios países; especialmente en Italia. Luego, con la expropiación de la corporación petrolera Citgo en Estados Unidos, el robo de activos de Venezuela en el exterior, y el bloqueo del oro en los bancos europeos, la terapia se volvió imposible.
Solo tras el regreso a la izquierda del gobierno argentino, se ha podido reiniciar parcialmente el mecanismo. Pero sabemos que las condiciones de desarrollo, aun en ese gran país del sur, no compiten con las de la potencia capitalista que deliberadamente lo ha mantenido en condiciones de subordinación y dependencia. Para la extrema derecha venezolana, que desde hace años pide la intervención armada contra su propio país, esto apenas se trata de «efectos colaterales»; necesarios para empujar a la población a rebelarse contra el gobierno de Maduro.
¿Pero es esta la «democracia» que la vieja Europa pretende enseñarle a Venezuela? mientras cada noche exhibe imágenes de niños llorando de hambre a los que hay que ayudar con donaciones a organizaciones benéficas? Si en algún país existiera incluso el peor gobierno del planeta, ¿cómo podría pensarse en matar a los más débiles para derribarlo? Podría hacerse, sí: tirando la piedra y escondiendo la mano, manchada de sangre por tantas «guerras humanitarias» organizadas en nombre de los «derechos humanos». Esto lo hacen utilizando la retórica como arma de «distracción masiva», para confundir en lugar de explicar.
Una tarea que la política que representa los intereses de clase del gran capital internacional, confía a los medios de comunicación que controla, para confundir los cerebros ya devastados de los lectores europeos promedio. Empecemos por dos ejemplos recientes, que sirven para entender hasta qué punto el arma de la contaminación ideológica es una herramienta poderosa en manos de la oposición golpista venezolana; autodefinida como «exiliada».
En estos días llega a Italia un nuevo contingente de médicos cubanos, acogido con agradecimiento por la población que ya ha tenido la oportunidad de aprovechar la pericia y la solidaridad de una revolución que no comparte lo que le sobra, sino lo que posee: y que en no le manda al mundo bombas ni tanques, sino médicos y cultura. ¿Y qué hacen los golpistas venezolanos? Organizan una rueda de prensa internacional en el Senado con gran fanfarria para anunciar la llegada de … médicos venezolanos.
Una trampa ya utilizada y en la que también había caído algún ingenuo partidario del proceso bolivariano, ajeno al contexto y subestimando a los actores de donde provenía esa noticia. Por supuesto, hay que tener en cuenta el perfil político de quienes organizan operaciones similares, pero para ello hay que diseccionar lo que difunden las agencias de prensa. Hay que enmarcar las declaraciones y el cuento en las típicas inconsistencias de quienes se llenan la boca de la palabra «libertad» mientras se dedican a organizar el exterminio de su propio pueblo.
Que para acompañar la rueda de prensa fuera un experimentado político de la más asombrosa derecha, debería habernos hecho pensar. Que fuera una asociación de italianos considerada una verdadera rama extranjera de la extrema derecha venezolana la que subiera al escenario, debería haber dado la alarma. La presencia de la habitual «periodista», acusada de golpe de Estado desde la época de Chávez, debería haber advertido sobre el tipo de operativo comunicacional. Y que, finalmente, a movilizarse con «carteles y banderas» fueran esos italo-venezolanos que nunca han digerido ver a los hijos de sus «sirvientes indígenas» graduarse en medicina y trabajar por la revolución bolivariana, debería habernos hecho reflexionar.
¿Pero cómo puede reflexionar el lector medio italiano si en los últimos años la «periodista» en cuestión ha sido y sigue siendo acompañada de una izquierda domesticada, que desde hace mucho tiempo apoya la idea de que no hay alternativas al capitalismo, y está absolutamente aliada con la derecha al argumentar que el socialismo es «dictadura», en cualquier forma en que se manifieste en el siglo XXI? No en vano, en Italia, la derecha y la ex izquierda se encuentran bajo el mismo paraguas de gobierno, el de los banqueros, de los grandes evasores de impuestos y de las instituciones supranacionales, para seguir cavando la tumba de las clases populares.
Por eso, es obvio que se necesita demoler y falsear cualquier intento de reiniciar una alternativa al capitalismo en el momento del fracaso más evidente de su modelo.
Al mismo tiempo, para alimentar la farsa del «gobierno interino» del autoproclamado Guaidó, se difunde la noticia de sus supuestos desembolsos de dinero a esa parte del personal médico que grita contra el gobierno, y a quien la banda innombrable de ladrones autoproclamados habría asignado el bono «héroes de la salud». Como si, desde su gobierno «de Narnia», Guaidó pudiera tener las riendas del Estado, dirigido en cambio por Nicolás Maduro.
“Galardonada la representante de las enfermeras en Venezuela”, fue el título de El Nacional con base en la información publicada “en la página oficial de la oficina diplomática venezolana en Estados Unidos”. El mismo organismo de donde parte la «información» sobre el supuesto colapso del sistema de salud en Venezuela, cuando el país tiene una de las tasas de mortalidad más bajas del mundo. El mismo que patrocina el show realizado por la dama en cuestión, ya que sirve a los autoproclamados para alimentar su farsa en el exterior, y sobre todo para engrosar su billetera.
La «representante de las enfermeras» supuestamente fue premiada el 8 de marzo en Estados Unidos durante una ceremonia virtual en presencia del secretario de Estado, Antony Blinken y de la primera dama, Jill Biden. Mientras tanto, las feministas venezolanas, a quienes la derecha las ofende al proponer al Premio Sakarov a la golpista boliviana, Janine Añez, y a la exdiputada de extrema derecha venezolana, María Machado, están organizando un mes de debates y propuesta dentro del Foro Bicentenario de los Pueblos del Mundo.
Sin embargo, los golpistas en el exterior tienen una gran influencia en la construcción de la «opinión pública» internacional. Una investigación del portal Misión Verdad analizó un informe de la agencia financiada por Soros: International Crisis Group. En su intento de atacar al gobierno bolivariano, Crisis Group termina mostrando todo el peso del discurso y la acción de los llamados «exiliados» venezolanos sobre los gobiernos de los países en los que se encuentran y en los que viven lujosamente.
Uno de los primeros actos de gobierno de Biden fue extender por un año el decreto de Obama, que definía a Venezuela como «una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad de Estados Unidos», y que allanó el camino para un posterior endurecimiento, todavía en progreso. El 17 de marzo, el senador, Rick Scott, acompañado del habitual Marco Rubio y sus compinches, aprobó una ley que prohíbe a las agencias federales cualquier relación comercial con personas o empresas «que apoyen al régimen» o estén vinculadas al presidente Nicolás Maduro. Una ley denominada «Ley Bolívar», en abierto desprecio por el bicentenario de la Batalla de Carabobo, que Venezuela celebra este año junto a movimientos populares de todo el mundo.
Las «sanciones» impuestas al socialismo bolivariano desenmascaran a los propios mecanismos de la democracia burguesa, exponen sus dobles raseros. El viceministro de Políticas Antibloqueo, William Castillo, lo explicó magistralmente, al inaugurar la Cátedra antibloqueo, en su informe «Cinco mitos sobre el bloqueo de Venezuela». Por un lado, el imperialismo niega los efectos reales de las «sanciones», mientras que por el otro aplaude su efectividad, en el transcurso de numerosas declaraciones emitidas por sus máximos representantes.
Según la página web de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (Ofac), desde el inicio de las sanciones económicas emitidas por el Departamento del Tesoro en enero de 2019, más de 87 empresas han sido incluidas en la lista negra por mantener relaciones con el gobierno de Maduro y con Pdvsa. Estados Unidos ha tratado de evitar el comercio de petróleo y la compra de alimentos y medicinas por todos los medios: desde el bloqueo de barcos, hasta la persecución y chantaje de empresas e instituciones, y autoridades portuarias.
Violaciones flagrantes de esos «derechos humanos» con los que los países capitalistas se llenan la boca, mientras pisotean los derechos básicos de las clases populares. Violaciones, incluso, de la libertad de comercio, tan alabada en los países capitalistas. Una cadena de opresión que utiliza las instituciones internacionales para cometer aberraciones legales que deberían inquietar a más de un demócrata. Así lo demuestra el caso del empresario colombiano Alex Saab, cuya empresa fue sancionada por Estados Unidos por comerciar con Venezuela.
Saab también es diplomático de la Unión Africana y del gobierno bolivariano, pero a pesar de ello fue secuestrado ilegalmente mientras se encontraba en tránsito en Cabo Verde y está a la espera de ser extraditado a Estados Unidos: en clara violación de la Convención de Ginebra. La única inmunidad diplomática válida debe ser respaldada por Estados Unidos…
El secuestro de Saab forma parte de la triste secuencia de “extraordinary renditions”; —procedimientos extralegales de encarcelamiento— practicados en todas partes del mundo por los Estados Unidos y respaldados por gobiernos vasallos contra presuntos «terroristas islámicos» tras el ataque a las Torres Gemelas de 11 de septiembre de 2001.
Un nuevo modelo del “Far West” que a Estados Unidos le gustaría restaurar contra los líderes de la revolución bolivariana mediante el financiamiento de grupos de cazarrecompensas en el país. El periódico español de extrema derecha ABC, conocido por sus noticias falsas, siempre desmentidas, pero luego retomadas en el círculo de las fake-news, habló sobre ello. Esta vez entrevistó a uno de los impostores que se hacen pasar por «exiliados», un supuesto exponente de un Tribunal Supremo de Justicia igualmente inexistente «en el exilio».
Argumenta que varios escuadrones de cazarrecompensas, organizados y gestionados por grandes grupos internacionales, ya están en Venezuela para intentar embolsarse la retribución multimillonaria que Trump ofreció por las cabezas de Maduro y otros líderes de la revolución Bolivariana. Recientemente, el vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, Diosdado Cabello, dijo que uno de estos grupos había sido neutralizado. Y el ministro de Petróleo, Tareck El Aissami, denunció un nuevo sabotaje a un ramal del gasoducto en El Tejero, Estado Monagas, como parte del «plan criminal de sanciones, bloqueos, amenazas» contra la industria petrolera venezolana.
Según los analistas de Biden, la situación actual en América Latina parece favorable a los planes de hegemonía de Estados Unidos en el continente. Estados Unidos, único país no latinoamericano con bases militares en la región, no tiene problemas para controlar los principales polos económicos y comerciales. No hay poderes regionales para proponer «una alternativa creíble», tras el retorno a la derecha de países como Chile o Brasil y la gigantesca deuda de Argentina. Cuba carece de recursos estratégicos. El único «expediente abierto» sigue siendo Venezuela.
Por supuesto, Biden tiene que detener la influencia de China, el mayor socio comercial de algunos estados latinoamericanos, incluido Brasil. Pero ya el año pasado, la administración Trump presionó al gobierno brasileño para disuadirlo de comprar la vacuna Sputnik V de fabricación rusa. El portal web G1 lo revela, citando un documento del Departamento de Salud de los EE. UU. (HHS) de 2020, que fue encabezado por Alex Azar, ex presidente del gigante farmacéutico Eli Lilly USA. Objetivo de Estados Unidos, «evitar las influencias malévolas en las Américas» de Rusia, Cuba y Venezuela.