España ha borrado la historia de América, como que si desde aquella flecha clavada en la pelvis de un mastodonte en Coro en el año 13000 antes de Cristo hasta el 11 de octubre de 1492, no pasó nada, no existíamos. La colonialidad del ser despojó a los pueblos originarios la condición humana. La colonialidad del saber se robó nuestras epistemologías
El coronel británico William Montagu, quinto duque de Manchester (1771-1843), llamado vizconde de Mandeville hasta 1788, era el Capitán General y Gobernador de Jamaica para el año 1815. Este administrador y político, que ocupó este cargo de 1808 a 1827, invita a Simón Bolívar (1783-1830) a su despacho después de recibir una carta que escribe el Libertador el 29 de mayo de 1815, desde la propia Jamaica a la que ha llegado como fugitivo político.
En esa carta, Bolívar le describe los penosos sucesos en la costa caribeña: “…me han obligado a venir a esta isla con el objeto de pasar a Inglaterra, a emplear mis esfuerzos en procurar a la América un apoyo, que la ponga en actitud de pagar su gratitud con ventaja a sus bienhechores”. Bolívar reconoce en esta carta que “el más inocente paso podría considerarse de mucha consecuencia”, por lo que Bolívar sólo se limita a solicitarle “el permiso de presentarme a vuestra excelencia, cuando sea de su agrado, para tener el honor de ofrecerle mis respetuosos homenajes y pedirle órdenes para la Gran Bretaña”.
Bolívar había arribado al puerto de Kingston el 14 de mayo de 1815. El 29 de agosto recibe una carta de un tal Henry Cullen. Bolívar tiene tiempo para pensar y planificar la liberación de América. El análisis del contexto geopolítico de aquel año, Bolívar lo deja expresado en la carta de contestación al “caballero de esta isla”, Cullen, que escribe en Kingston el 6 de septiembre de 1815, a quien le hace ver la misma idea que le transmitió a Montagu: “Si me hubiese quedado un solo rayo de esperanza de que la América pudiese triunfar por sí sola, ninguno habría ambicionado más que yo el honor de servir a mi país, sin degradarlo a la humillación de solicitar una protección extraña. Esta es la causa de mi separación de la Costa Firme. Vengo a procurar auxilios: iré en su busca a esa soberbia capital; si fuese preciso marcharé hasta el polo, y si todos son insensibles a la voz de la humanidad, habré llenado mi deber, aunque inútilmente y volveré a morir combatiendo en mi patria”.
La Carta de Jamaica es publicada por primera vez en inglés en julio de 1818 en el periódico The Jamaica Quartely Journal and Literary Gazette, editado en Kingston. La versión en castellano fue localizada por el investigador ecuatoriano Amílcar Varela Jara, en el año 2014, en el Fondo Jacinto Gijón del Archivo Histórico del Banco Central del Ecuador y publicada en Caracas en el año 2015 por la Comisión Presidencial para la Conmemoración del Bicentenario de la Carta de Jamaica 1815 – 2015.
Para comprender a cabalidad la vigencia que tiene la Carta de Jamaica que el Libertador escribe debemos entender los conceptos de colonización, colonialismo y colonialidad, y sus diferencias. Igualmente debemos saber qué es un hegemón y qué es el fascismo. ¿Por qué? Porque estos cinco conceptos están relacionados y forman parte del modelo civilizatorio occidental contra el que Bolívar verdaderamente lucha.
Entendamos que España ha borrado la historia de América, como que si desde aquella flecha clavada en la pelvis de un mastodonte en Coro en el año 13000 antes de Cristo hasta el 11 de octubre de 1492, no pasó nada, no existíamos. La colonialidad del ser despojó a los pueblos originarios la condición humana. La colonialidad del saber se robó nuestras epistemologías.
La colonización es la operación política, militar, contracultural y económica que un hegemón realiza para dominar un país o territorio. El colonialismo es la relación de dominio y explotación de un hegemón sobre un pueblo, nación o región. La colonialidad es un constructo contracultural que el hegemón instala en la psique colectiva de las personas colonizadas para legitimar las relaciones de opresión que el colonialismo les impone.
El hegemón, que en griego significa liderazgo, es el Estado líder del orden internacional. Esa supremacía la determina el tamaño de su economía, de su ejército y de su industria contracultural, tecnológica, científica y mediática. Para el año 1815, España y Gran Bretaña eran hegemones, como lo es Estados Unidos, desde el siglo XX.
El fascismo es un método de extrema violencia al que recurren las élites hegemónicas del modelo civilizatorio occidental para responder a la intensificación de la lucha de clases y al auge de revoluciones que organicen políticamente al pueblo cuando siente amenazado su poder económico monopólico, mediante prácticas contraculturales caracterizadas por la viralización de mentiras, la utilización de medios productores de miedo, la tortura, la explotación de resentimientos, la incitación al odio.
El fascismo es un término que existía en 1825, sin embargo, tanto Cullen como Bolívar hablan en este diálogo epistolar de tres siglos de “barbaridades cometidas por los españoles” que son “superiores a la perversidad humana” porque ejecutan “actos más horrorosos” guiados “de un frenesí sanguinario”.
Bolívar habla de Venezuela, a la que considera “heroica y desdichada” y también habla de sus mujeres y hombres que “han perecido por no ser esclavos” y de los que “combaten con furor en los campos y en los pueblos internos hasta espirar o arrojar al mar a los que, insaciables de sangre y de crímenes, rivalizan con los primeros monstruos que hicieron desaparecer de la América a su raza primitiva”. Bolívar nos dice que “cerca de un millón de habitantes se encontraba en Venezuela y, sin exageración, se puede asegurar que una cuarta parte ha sido sacrificada por de tierra, la espada, el hambre, la peste y las peregrinaciones”.
Bolívar le explica a Cullen que para “fundar un Gobierno libre” la actitud debe ser “expulsar a los españoles” y pensar para poder concretar la unión, que el Libertador sabe que “no nos vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos”. El estratega Bolívar, no piensa sólo en Venezuela, su visión es grannacional, sabe cómo está América: “abandonada de todas las naciones; aislada en medio del universo, sin relaciones diplomáticas ni auxilios militares, y combatida por la España, que posee más elementos para la Guerra, que cuantos nosotros furtivamente podemos adquirir”.
En 1828, Simón Rodríguez (1769-1854) escribe en Bolivia, “El Libertador del Mediodía de América y sus Compañeros de Armas defendidos por un Amigo de la Causa Social”. Es tal la vigencia de esta Defensa, que pareciera dirigida a: Gabriel Boric, Luis Lacalle Pou, Javier Milei, Dina Boluarte, Santiago Peña, Daniel Noboa, José Raúl Mulino, Bernardo Arévalo, Luis Abinader, Rodrigo Chaves Robles, Nayib Bukele, Luiz Inácio Lula da Silva, Irfaan Ali, Gustavo Petro, Dickon Mitchell, Andrés Manuel López Obrador, Xiomara Castro, Luis Arce, Miguel Díaz-Canel, Daniel Ortega y Nicolás Maduro: “El hombre de la América del Sur es Bolívar. Se empeñan sus enemigos en hacerlo odioso o despreciable, y arrastran la opinión de los que no lo conocen. Si se les permite desacreditar el modelo, no habrá quien quiera imitarlo; y si los Directores de las nuevas Repúblicas no imitan a Bolívar, la causa de la libertad es perdida”.
Tiene tanta razón Simón Rodríguez, que Bolívar, en esta contestación a Henry Cullen, le dice y nos dice: “(…) la muerte, el deshonor, cuanto es nocivo, nos amenaza y tememos; todo lo sufrimos de esa desnaturalizada madrastra. El velo se ha rasgado; ya hemos visto la luz y se nos quiere volver a las tinieblas; se han roto las cadenas; ya hemos sido libres, y nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos. Por lo tanto, la América combate con despecho; y rara vez la desesperación no ha arrastrado tras sí la victoria”. ¡Bolívar vive!