El viernes 1º de abril, en el teatro Bolívar de Caracas, la sala se llena de un atento público para asistir al “Foro de la Comunicación 3R.NETS”, organizado por el Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información. Tres mesas fueron propuestas por un panel de gran prestigio, conducido por especialistas en su campo. La primera, a la que asistieron el director de la Agencia Venezolana de Noticias (AVN), Pedro Ibáñez, el joven conductor del programa El Mundo en Contexto, Carlos Arellán, y el filósofo, Miguel Pérez Pírela, del portal La Iguana; versó sobre la comunicación política y nuevas tecnologías.
La segunda mesa contó con la presencia de la periodista y Diputada Tania Díaz, rectora de la Universidad Internacional de la Comunicación, el Viceministro de Políticas Antibloqueo, William Castillo, y la directora de Telesur, Patricia Villegas; y abordó el tema: guerra económica y guerra mediática en la geopolítica actual. El tercer y último panel —Ética: de los medios populares a los medios digitales— analizó el uso de las nuevas tecnologías desde el punto de vista de la comunicación popular. Asistieron la periodista y diputada Desirée Santos Amaral, el comunicador popular Eduardo Viloria, y el Ministro de Comunicación, Freddy Ňañez, quien concluyó el evento.
Impecablemente moderado por la Viceministra de Gestión Comunicacional, Isbemar Jiménez, el foro destacó el plan de recuperación integral del país, resumido por el presidente Nicolás Maduro en el lema “3R. NETS». El acrónimo NETS indica Nueva Etapa de Transición al Socialismo; caracterizada por la revolución digital y las nuevas tecnologías. Y “3R” retoma la exhortación lanzada en 2008 por Hugo Chávez —Revisión, Rectificación y Reimpulso— para adaptarla a la fase actual, un punto de inflexión pero también una vuelta a los principios: Resistir, Renacer y Revolucionar todo. Pero… ¿Qué significa esto desde el punto de vista de la comunicación en un momento muy complicado para la geopolítica global y con la pandemia aún en marcha?
El país apuesta por discutirlo a fondo, aunando movilización y reflexión, una combinación dialéctica predominante en el proceso bolivariano que ya cuenta con 24 años de existencia; desde que el 6 de diciembre de 1998 Hugo Chávez ganó por abrumadora mayoría las elecciones presidenciales. Son años vividos en las trincheras, entre la resistencia y la innovación, para transformar la memoria en futuro. Un laboratorio experimental que ya ni el más empedernido detractor puede permitirse el lujo de ignorar. Que un pequeño pueblo sureño, rico en recursos, historia y orgullo, haya resistido todo tipo de embates, sin cerrarse jamás, pero siempre tendiendo la mano, no es en realidad un asunto baladí.
Frente a los laboratorios de ideas imperialistas y las «casamatas» del poder que aún resisten la apuesta de una revolución no tradicional que promete debilitarlos desde dentro; el proceso bolivariano ha multiplicado sus fortificaciones revolucionarias colocándolas en dialéctica con el concepto de «guerra de todo el pueblo». En una fructífera alquimia y con aproximaciones inevitables, aprovecha la lección de Gramsci sobre la definición de un nuevo bloque histórico, basado en la irrupción de sujetos tradicionalmente excluidos del poder, y en la búsqueda de una hegemonía que sea fruto del consenso más amplio posible.
En el Foro, la composición de las mesas y la del público mostraron claramente la amplitud del trabajo realizado en estos 24 años en la formación de ese «intelectual orgánico» de nuevo tipo —constructor, organizador, comunicador— que une problemas teóricos con problemas concretos, en un camino que, para recordar a Gramsci, va “de la técnica-trabajo a la técnica-ciencia y a la concepción histórica humanista; sin la cual se sigue siendo especialista pero no se llega a ser dirigente”. La batalla de ideas parte de la calle, la elabora el Partido Socialista Unido de Venezuela —partido de cuadros y movimiento— y vuelve al proceso permanente de la lucha de clases.
Así, en lo que los medios dominantes califican vergonzosamente como “dictadura terrible”, conviven acalorados debates sobre las líneas de política económica de quienes no escatiman críticas al gobierno; y la acción en 360° del Movimiento Somos Venezuela, que llevó a cabo su primer congreso nacional y busca poner en diálogo las diferencias proponiendo puntos en común con todos los sectores de la sociedad venezolana; las experiencias culturales juveniles se combinan con expresiones más tradicionales, reivindicadas como recurso y no como un peso del cual liberarse.
Un encuentro particularmente visible en la filosofía de la Universidad Internacional de la Comunicación (UICOM), que tiene entre sus fundadores al semiólogo mexicano Fernando Buen Abad, y propone una “comunicación para la liberación, sobre medios, redes y paredes”. Una universidad “para la liberación de los pueblos, punto de encuentro de alto nivel para elaborar contenidos en la lucha cultural contra el discurso hegemónico capitalista”, dijo la rectora Tania Díaz, retomando algunos temas de su conferencia inaugural en la UICOM.
Un espacio que permita acoger, a nivel nacional e internacional, los más diversos impulsos de transformación social que provienen de las comunidades. Una universidad capaz de formar profesionales e investigadores con espíritu crítico, que defiendan “la soberanía y la independencia comunicativa y tecnológica de los pueblos”. Durante el encuentro, Díaz; periodista de larga trayectoria y vicepresidente de la Comisión de Agitación, Propaganda y Comunicación del PSUV, recordó los logros alcanzados por la revolución bolivariana en el campo comunicacional veinte años después del «golpe mediático» del 11 de abril de 2002. Conquistas hechas por Chávez y continuadas por Maduro, quien puso en marcha la UICOM con un decreto especial; nacido de una propuesta en el contexto de un congreso después del Foro de San Paulo.
En la primera mesa de trabajo participó el presidente de la Agencia Venezolana de Noticias (AVN), Pedro Ibáñez, quien con su informe titulado «De los medios a las redes sociales, qué hacemos con el periodismo»; enumeró la presencia de «cuatro factores: Estado medios, grandes conglomerados, medios comunitarios y redes sociales”; para lo que son necesarios contenidos y métodos capaces de potenciar tanto los medios tradicionales como las nuevas formas de comunicación, para superar la hiperfragmentación de los mensajes.
Arellán por su parte ilustró el trabajo realizado en los 5 años de su programa, las técnicas utilizadas para desmantelar los mensajes dominantes construyendo nuevas técnicas informativas que permiten asociar contenidos alternativos de forma indirecta: utilizando, en definitiva, las armas del enemigo para darles la vuelta.
Se trata de reflexionar sobre cómo contrastar la comunicación hegemónica en un contexto de guerra permanente y multiforme que —dijo William Castillo— «afecta todos los ámbitos de la vida produciendo nuevos monstruos, en esa zona de paso en la que retomando el concepto gramsciano; lo viejo no termina de morir y lo nuevo no acaba de nacer”.
Pero, ¿cómo hacerlo de manera efectiva si «todas las plataformas de Internet latinoamericanas dependen de Miami?» Pérez Pirela centró su análisis en este punto. “El gran desafío que enfrenta Venezuela hoy, en medio de la guerra mediática orquestada por Estados Unidos, es hacer soberana la comunicación, las redes sociales y las plataformas tecnológicas a través de las cuales nos comunicamos”.
Es necesario —añadió— tomar el ejemplo de países como China y Rusia que se han “preparado para esta guerra mediática creando sus propias redes sociales y ampliando el espectro de sus medios a nivel nacional”. Por supuesto, la asimetría de los medios disponibles en un mundo globalizado, dominado por el capitalismo, limita la posibilidad de llegar a las grandes masas; y esto debe reflexionarse más para encontrar soluciones efectivas.
Al respecto se ha destacado el análisis de Patricia Villegas, desde el observatorio internacional de Telesur. A partir de datos del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), reelaborados en la experiencia concreta, Villegas brindó un panorama de las «muchas Américas latinoamericanas que conviven en el continente» a partir de «cuatro claves y un apunte», lo que brindó una lectura “multicapa” de la guerra mediática en el actual contexto geopolítico.
En primer lugar el exceso de información, que “hace que todos se sientan especialistas” sobre el tema imperante, ya sea la pandemia o Ucrania, para pasar sin una jerarquía de contenidos, a otro tema. En segundo lugar, la fragmentación del mensaje, que hace que se pierda el vínculo entre el falso discurso de los dominantes y la realidad concreta. Esto va acompañado de una información reducida a farándula, a entretenimiento, que sirve para ocultar las causas de los hechos. Y, por último, la dramatización del conflicto que, en el relato bélico, requiere siempre de un «malvado», de vez en cuando el presidente Maduro o el de Cuba, Miguel Díaz Canel; o ahora el presidente ruso Vladimir Putin.
Una situación de crisis que, sin embargo, es también una oportunidad para hacer un balance de lo realizado y construir nuevas «autopistas de distribución de contenidos», en las que es necesario «alfabetizar a los niños desde la escuela» para construir nuevas alternativas de comunicación y nuevos lazos sociales a partir de los territorios.
El punto de partida, sin embargo, está dado por un cambio general en las relaciones de poder, por lo que todos los participantes se vieron confrontados con el análisis que subyace en la 3R.NETS, o sea la crisis estructural del modelo capitalista que tiene un nuevo capítulo con esta pandemia.
En la tercera mesa del Foro, desde sus décadas de trayectoria, la periodista Desirée Santos Amaral, quien dirige el histórico diario El Correo del Orinoco, irónicamente criticó tanto los excesos de entusiasmo por el periodismo exclusivamente digital como la exagerada resistencia hacia nuevas formas de comunicación.
Eduardo Viloria, un experimentado comunicador popular que desarrolla actividades en las zonas calientes de la frontera venezolana, relató cómo su doble compromiso en el terreno se combinó en algunos momentos delicados de la política venezolana: desde el golpe de Estado de abril de 2002 hasta la Batalla de los Puentes; durante la cual el pueblo venezolano, en unión cívico-militar, desenmascaró la poderosa campaña mediática que buscaba cubrir la invasión al país bajo el pretexto del envío de “ayuda humanitaria”.
“Del golpe mediático a la conspiración digital” fue el tema que abordó el vicepresidente sectorial de Comunicación, Cultura y Turismo, Freddy Ňañez, quien desarrolló y resumió algunos conceptos propuestos en su conferencia inaugural en la UICOM, sobre la construcción del relato dominante, sus causas y cómo contrarrestarlo.
Resaltó —en una perspectiva histórica— los puntos de inflexión del capitalismo, que busca regenerarse a costa de los pueblos oprimidos; aportando siempre nuevos argumentos para desorientarlos y cooptarlos. “El capitalismo —dijo— ha cambiado rápidamente en el contexto de la pandemia y la emergencia sanitaria de los últimos dos años; encontrando un terreno propicio para gobernar a las masas desde la distancia”.
El mundo digital continuó Ñáñez, “nos presenta un gran desafío. Es necesario volver a llenar de contenido político la comunicación y desarrollarla desde los territorios; conjugando los diversos planes y aprovechando todos los elementos que nos han permitido resistir el golpe permanente; para crear comunidad y difundir un nuevo mensaje de esperanza”.