«Mientras Chevron estuvo en este limbo en Estados Unidos, los pozos petroleros que ella, conjuntamente en contrato con el Estado venezolano regenta, aumentaron su producción. En estos meses que se intentó toda esta presión, amenaza, chantaje indebido e ilegal, que una licencia, que ponen la licencia, que quitan la licencia, Venezuela ha crecido 12% en la producción petrolera con esfuerzo propio», Nicolás Maduro
Por: Betzabeth Aldana Vivas/ Misión Verdad
Luego de que diversos medios internacionales —entre ellos el Wall Street Journal, Reuters y el Miami Herald— difundieran este 24 de julio la noticia sobre una nueva licencia otorgada a Chevron para ampliar sus operaciones en Venezuela, el espectro mediático quedó a la espera de una confirmación oficial, ya fuese desde el Ejecutivo estadounidense o desde Miraflores.
Finalmente, durante una entrevista especial con TeleSUR, el presidente Nicolás Maduro confirmó lo revelado por el Wall Street Journal: la administración de Donald Trump autorizó una nueva licencia para que Chevron reanude operaciones en Venezuela.
El presidente Maduro precisó que la empresa estadounidense «fue informada de la concesión de licencias para seguir sus operaciones en Venezuela» y que, tras recibir esa notificación, representantes de Chevron se comunicaron directamente con la vicepresidenta ejecutiva Delcy Rodríguez. Según el mandatario, «ella le ratificó a Chevron, como les decimos a todas las firmas internacionales y empresas que trabajan en Venezuela: bienvenidos al trabajo«.

Venezuela ofrece condiciones logísticas, técnicas y económicas que la convierten en una plaza irreemplazable para la industria energética estadounidense, pues posee infraestructura instalada, reservas abundantes, compatibilidad con las refinerías estadounidenses y una ruta de exportación marítima más rentable que la red de oleoductos desde Canadá
Aunque la licencia aun no ha sido publicada formalmente ni por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, según siglas en inglés) ni por el Departamento de Estado, la declaración presidencial despeja las dudas sobre su existencia y pone en evidencia que las negociaciones bilaterales entre Caracas y Washington han alcanzado un nuevo nivel de pragmatismo.
Cabe destacar que los términos definitivos todavía no han sido divulgados oficialmente. Distintas fuentes anónimas, según el medio estadounidense, aseguran que la medida representa una ampliación significativa de la capacidad operativa de la transnacional en nuestro país, consolidando su presencia en un contexto de alta sensibilidad política y energética.
El presidente venezolano aprovechó el momento para destacar el crecimiento de la industria petrolera nacional durante el periodo de presión y sanciones: «Mientras Chevron estuvo en este limbo en Estados Unidos, los pozos petroleros que ella, conjuntamente en contrato con el Estado venezolano regenta, aumentaron su producción«, afirmó, y añadió: «En estos meses que se intentó toda esta presión, amenaza, chantaje indebido e ilegal, que una licencia, que ponen la licencia, que quitan la licencia, Venezuela ha crecido 12% en la producción petrolera con esfuerzo propio«.
En tono pedagógico, el jefe de Estado reafirmó que el país ha aprendido a avanzar sin depender de permisos extranjeros: «Nosotros no necesitamos licencias para producir, hemos aprendido nuestro propio camino«.
Más adelante, el presidente Maduro celebró el reinicio de las operaciones de Chevron y anunció: «ya hay mesas de trabajo para que Chevron se reincorpore a sus funciones«. A modo de reconocimiento, expresó: «Chevron tiene 102 años en Venezuela y yo quiero que tenga 100 años más, y trabajar sin problemas«.
Finalmente, el mandatario extendió un mensaje directo a los inversionistas estadounidenses: «Todo inversionista de Estados Unidos que quiera trabajar con gente seria, gente de palabra sobre la base de legalidad, venga a Venezuela. Venezuela es el paraíso de las inversiones para petróleo, gas, petroquímica, hidrocarburos, etcétera, etcétera. Bienvenido cuando quiera y como quiera«.
¿Licencia para qué?
«Chevron está recuperando la capacidad de bombear petróleo en Venezuela de manos de la administración Trump«, citó el Wall Street Journal.
Según el reporte, esta reapertura operativa se enmarca en una serie de conversaciones recientes que incluyeron al presidente Trump y al secretario de Estado, Marco Rubio.
El anuncio se produjo tras el acuerdo de intercambio de los 252 venezolanos secuestrados de la semana anterior, mediante el cual también fueron liberados diez ciudadanos estadounidenses, lo que sugiere que la medida formaría parte de un paquete de negociaciones más amplio entre ambas partes. De hecho, entre esos diez norteamericanos se encuentra Dahud Hanid Ortiz, un exmilitar condenado en Caracas por tres asesinatos cometidos en Madrid en 2016.
Chevron ha declarado que continúa operando «en cumplimiento de las leyes y regulaciones aplicables a su negocio, así como de los marcos de sanciones previstos por el gobierno de Estados Unidos«, según expresó su portavoz Bill Turenne.
En línea con esa noticia, la agencia Reuters informó que el gobierno de Trump estaba preparando autorizaciones para socios claves de la estatal PDVSA, comenzando por Chevron, lo que les permitiría operar, aunque con ciertas limitaciones, dentro del territorio venezolano.
Según esta agencia, cuatro fuentes cercanas al asunto confirmaron que tales licencias podrían extenderse también a empresas europeas con participación en el sector petrolero venezolano, lo que marcaría un giro respecto a las medidas coercitivas conocidas.
Posteriormente el Miami Herald, medio estrechamente vinculado con las posturas de Rubio, aseguró sobre la existencia de una licencia específica que autoriza a Chevron a operar con mayor flexibilidad junto a la estatal PDVSA.
Hasta el momento no se ha publicado la licencia vía OFAC, ni la Casa Blanca ha emitido declaraciones oficiales, por lo que su contenido y naturaleza jurídica siguen sin confirmarse.
Sin embargo, con base en los patrones regulatorios previos y en lo informado por medios como el Wall Street Journal, Reuters y el Miami Herald, es posible que, de formalizarse, la nueva autorización adopte una de las siguientes formas:
Una modificación del seriado de la Licencia General 41, que pasaría a ser una versión 41C, incorporando nuevas exenciones pero manteniendo el marco general de operaciones restringidas con PDVSA.
Un nuevo seriado.
Una licencia específica fuera del esquema de la Licencia General 44A, que ya expiró el año pasado. En este caso, la autorización seguiría el modelo confidencial aplicado anteriormente con Trinidad y Tobago, lo que implicaría condiciones particulares, no públicas, y orientadas a casos excepcionales.
La Licencia General 41 ya permitía ciertas operaciones básicas a Chevron, específicamente aquellas «ordinariamente incidentales y necesarias» para mantener sus activos y participación en empresas conjuntas con PDVSA.
La insistencia de Chevron en permanecer en el mercado venezolano obedece a razones estratégicas claras.
En declaraciones ofrecidas a Bloomberg el pasado 5 de febrero, su presidente y CEO, Mike Wirth, explicó que las sanciones impuestas por Trump impidieron la entrada de petróleo venezolano a Estados Unidos, pero que la administración Biden permitió su regreso para suplir la demanda de las refinerías ubicadas en la costa del Golfo, diseñadas específicamente para procesar crudo pesado como el venezolano.
Para profundizar en el papel estratégico que desempeña el petróleo venezolano en el mercado energético de Estados Unidos, así como en las razones técnicas y geopolíticas, se recomienda leer otro análisis de esta tribuna: «Trump miente cuando dice que el petróleo venezolano no es relevante para EE.UU.«.
En aquel entonces Wirth dejó claro que Venezuela ofrece condiciones logísticas, técnicas y económicas que la convierten en una plaza irreemplazable para la industria energética estadounidense, pues posee infraestructura instalada, reservas abundantes, compatibilidad con las refinerías estadounidenses y una ruta de exportación marítima más rentable que la red de oleoductos desde Canadá.
En consecuencia, el lobby de Chevron entra en esta gran ecuación de negociaciones políticas bilaterales ya que reafirma su apuesta por preservar ese espacio estratégico en Venezuela.
Conversaciones tripartitas
Las negociaciones recientes entre Caracas y Washington no solo han reconfigurado el vínculo bilateral tras años de ruptura; sino que también han revelado las tensiones y fracturas internas en el equipo de gobierno del presidente Donald Trump.
A diferencia de la administración anterior, en la que la política exterior era dirigida de forma más vertical desde el Departamento de Estado, la estructura diplomática de Trump se caracteriza por una fragmentación de tácticas.
En este contexto se observa que la interlocución con Venezuela ha sido gestionada por múltiples canales, sin una línea única de mando.
En esa etapa inicial de diálogo el vocero principal fue Richard Grenell, enviado especial de Trump, quien encabezó negociaciones iniciales en Caracas, incluidos los primeros canjes y la reapertura de comunicaciones políticas. Durante ese tiempo el secretario de Estado, Marco Rubio, no formaba parte del círculo de confianza del presidente Trump, y su rol era marginal en los asuntos vinculados, sobre todo respecto a Venezuela.
Sin embargo, el panorama se transformó con la operación que permitió el retorno a Venezuela de 252 secuestrados recluidos en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) en El Salvador. Este macabro despliegue se convirtió en el eje de una jugada estratégica, en el «santo grial» político de Rubio, quien, con Nayib Bukele de por medio, impulsó un canje de alto perfil: esta fue su carta para recuperar influencia e insertarse en el espectro bilateral con Venezuela.
Esta dualidad evidenció una competencia interna entre dos enfoques dentro del equipo de Trump: uno institucional, liderado por Rubio, y otro más vinculado con el presidente estadounidense, ejecutado por enviados especiales como Grenell.
A pesar de este desorden, el secretario Rubio logró reposicionarse como figura «necesaria» para Trump. Aunque no ha sido plenamente integrado en el núcleo de confianza del mandatario, ha ganado espacio y protagonismo tras la salida de figuras como Elon Musk del círculo inmediato del mandatario magnate.
Además, con experiencia en las estructuras del Congreso y un perfil articulador, Rubio ha logrado convertirse en director de orquesta de una parte importante de las decisiones que puedan tomarse en el brazo legislativo estadounidense.
En esta nueva fase de conversaciones, Rubio ha entrado en escena de la mano de John McNamara, actual embajador de Estados Unidos en Colombia y encargado de negocios ad interim ante la Oficina Externa para Venezuela (VAU, por sus siglas en inglés). Es decir, McNamara ha actuado como su operador diplomático y vocero consolidando una vía de comunicación con Caracas.
En entrevista con el periodista opositor venezolano Vladimir Villegas, McNamara afirmó que el gobierno de Trump «no busca derrocar a Maduro», no descartó una eventual reapertura de la embajada en Caracas y aseguró que «las conversaciones con Maduro y la oposición son reservadas».
El mismo presidente Maduro confirmó esta arquitectura tripartita de las conversaciones en su programa Con Maduro+, al afirmar:
«No hubo un día que Jorge Rodríguez no hablara con el embajador McNamara, con el enviado especial Rick Grenell y pare usted de contar, hasta que se fue logrando como lo hemos logrado por partes».
Vale destacar que los vuelos de repatriación de migrantes venezolanos desde Estados Unidos no han cesado, una cuestión que fue negociada directamente por Grenell durante su primer encuentro con el presidente Maduro y que se ha mantenido como parte sustancial de la agenda bilateral.
En lo inmediato, el renovado dinamismo en las relaciones entre Washington y Caracas refleja un enfoque eminentemente pragmático, condicionado por las complejas realidades políticas y económicas tanto a escala global como bilateral.
Por ende, el juego diplomático con Venezuela ya no depende exclusivamente de un solo actor dentro del equipo de Trump.
Lo que sí queda claro es que, en este round de negociaciones, la victoria le correspondió al presidente Nicolás Maduro, junto a su equipo de gobierno.