A nivel geopolítico, las nuevas alianzas Sur-Sur cuestionan los objetivos expansionistas del campo occidental subordinado a los Estados Unidos y contienen sus apetitos, tanto desde el punto de vista militar como monetario
“La verdad de Venezuela no está en Miami, sino en las calles y barrios de nuestro país”. Así, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, clausuró en Caracas el “Congreso Mundial contra el fascismo, el neofascismo y otras expresiones similares”, rechazando las pretensiones neocoloniales del imperialismo occidental. Dignidad, independencia y visión de futuro caracterizaron el debate de dos días en el que participaron más de 1.200 delegados de todo el mundo.
El hilo conductor ha sido el análisis comparativo de las agresiones desplegadas por un capitalismo en crisis sistémica, contra pueblos decididos a ser libres. El Ministro de Relaciones Exteriores, Yvan Gil y el Viceministro Rander Peña, asistidos por las estructuras que contribuyeron a la iniciativa (comenzando por el Partido Socialista Unido de Venezuela -PSUV-), presentaron las ponencias de los internacionalistas, que se turnaron en las mesas para ilustrar el tema desde la perspectiva de los distintos países, a partir de la actualidad.
Después de las elecciones presidenciales del 28 de julio, que confirmaron la victoria de Nicolás Maduro por un amplio margen, la oposición venezolana saboteó y cuestionó los resultados. Y puso en escena un guion ya visto: quemando, matando, y pidiendo a sus dueños imperialistas que invadan el país con las armas.
Mientras tanto, con la complicidad masiva de los medios de comunicación internacionales, con la acción omnipresente de las redes sociales, con las manipulaciones oportunas implementadas por los «influencers» financiados por Washington, cuya lista de precios ha filtrado, se ha impuesto una matriz de opinión preestablecida: útil para «apoyar» los ataques de la extrema derecha en los organismos internacionales, en el intento de reeditar el extinto y fracasado Grupo de Lima.
Mientras tanto, después de negociaciones con el gobierno bolivariano y un breve pasaje en la embajada neerlandesa y luego en la española, el ex candidato de la derecha fascista, Edmundo González Urrutia, viajó a Madrid. Y desde España, donde otros venezolanos prófugos de la justicia viven en el lujo, se concretó una nueva serie de ataques a la democracia bolivariana, rechazados por las intervenciones de los delegados en el Congreso.
Tras calificar de «héroe» al fugitivo Urrutia, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, lo recibió en Madrid «en privado y por un compromiso humanitario», y en el Parlamento español se debatió una resolución no vinculante presentada por el Partido Popular ( PP) para “reconocer” al ex candidato como presidente de Venezuela. Una reedición de la anterior (y fallida) «autoproclamación» de Juan Guaidó, rechazada con desdén y sarcasmo por el Congreso Mundial contra el Fascismo.
Mientras tanto, un grupo de 49 países de la Unión Europea han presentado una declaración ante la ONU pidiendo el «restablecimiento de las normas democráticas en Venezuela». Estados Unidos, por su parte, ha impuesto «sanciones» a 16 funcionarios de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, de la policía, de la autoridad electoral (CNE) y del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), máximo órgano jurídico al que el presidente Maduro pidió resolver la contingencia, y que estableció la corrección del resultado electoral.
«Las sanciones no ayudarán a encontrar una salida a la crisis política», comentó el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. Y mientras la sociedad venezolana sale casi a diario a las calles en defensa de su soberanía, mientras los altos mandos de la Fanb y la policía unen su voz a la del TSJ para rechazar esta última injerencia en los asuntos internos de Venezuela, las tensiones políticas aumentan con el gobierno español.
El parlamento venezolano votó una resolución que pide la retirada de los embajadores de cada país. Y Maduro convocó tanto a su representante en España, Gladys Gutiérrez, como al encargado de negocios español. Mientras tanto, en las comunas, en diversos órganos e instituciones se discute la propuesta aprobada en el Congreso Mundial contra el Fascismo: la conformación de una mesa permanente, que involucre a todos los sectores sociales (del país y a nivel global) en torno a una agenda de lucha común: por la construcción de una nueva internacional antifascista, que desenmascare la verdadera naturaleza de la extrema derecha, nombrando los términos del conflicto de clases.
Dieron «municiones» a la batalla de ideas, fortalecida por los dos días de debate internacional, diversas publicaciones y libros, como “Las caras del fascismo en el tercer milenio”. Una colección de ensayos producidos por la Universidad Internacional de la Comunicación (LAUICOM), dirigida por la diputada Tania Díaz y coordinada por Fernando Buen Abad a nivel internacional. El volumen contiene un prólogo del vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, y fue presentado por Maduro en su discurso final al Congreso antifascista.
Desde Cuba ha llegado el libro ̶ en digital ̶ Fascismo y Antifascismo. Una selección de textos para un debate indispensable, bajo la dirección de Ariana López (editora del Blog Redh-Cuba), publicado en ocasión del Congreso Mundial contra el Fascismo.
La resistencia de Cuba a los múltiples ataques con los que el imperialismo quisiera imponer una nueva Doctrina Monroe en el continente, también ha servido y le sirve a Venezuela para indicar, en una perspectiva histórica, qué se esconde detrás de las falsas declaraciones y narrativas tóxicas difundidas por la ultraderecha para ocultar la mano de la CIA.
De hecho, como subrayó el historiador Ernesto Limia ante los profesores de LAUICOM, definir a las tropas de Machado-Urrutia como «comanditos», haciéndolas pasar por comandos de campaña electoral, sirvió para ocultar su verdadera función: no «comanditos» democráticos, sino unidades militares formadas por un centenar de personas equipadas para el combate, es decir, auténticas compañías militares, a sueldo de la CIA.
Durante dos días, el Congreso desmanteló la narrativa imperialista al resaltar los verdaderos intereses económicos y políticos que subyacen en ella. El evento se abrió con la conferencia de Delcy Rodríguez, vicepresidenta del país y ministra de Petróleo, continuó con la del presidente del Parlamento, Jorge Rodríguez, contó también con la conferencia del vicepresidente del PSUV y ministro del Interior, Diosdado Cabello, y culminó con la intervención del presidente Maduro.
Significativo y conmovedor, el abrazo a los familiares de las víctimas de los fatales atentados del 28 de julio, quienes próximamente llevarán su testimonio por el mundo, como ocurrió anteriormente con el Comité de Víctimas de Guarimbas. No fue un espectáculo de sufrimiento, sino la demostración del orgullo y la dignidad que animan la resistencia popular contra el fascismo. Una resistencia que dará sustancia, en todas las instancias de la revolución bolivariana, a la nueva internacional contra el fascismo: para oponerse al avance de la derecha radical y golpista, que se está organizando en el mundo.
Un proyecto permanente, que involucrará a todos aquellos interesados en construir una alternativa, dentro y fuera del continente latinoamericano, en una agenda de discusión y acción, que se visibilice a nivel global. Como punto de partida, está la conciencia de que, como en el siglo pasado, cuando el avance de las clases populares encontró su respuesta en el comunismo, para afrontar la crisis sistémica del modelo capitalista, la burguesía deja campo libre a nuevas formas de fascismo que se despliega desde Europa hasta América Latina y Estados Unidos: para contrarrestar el crecimiento de una alternativa a nivel global.
Una alternativa que va tomando forma en varios niveles y con diferentes modulaciones, en el surgimiento de un mundo multicéntrico y multipolar en contraste con la hegemonía imperialista liderada por la OTAN. A nivel geopolítico, las nuevas alianzas Sur-Sur cuestionan los objetivos expansionistas del campo occidental subordinado a los Estados Unidos y contienen sus apetitos, tanto desde el punto de vista militar como monetario.
En éste se reflejan los indicios vanguardistas surgidos de un ciclo previo de alianzas y consonancias políticas, definido como «Renacimiento latinoamericano». Aquella feliz situación, que comenzó con la elección de Hugo Chávez como presidente de Venezuela, puso en el centro del debate la posibilidad de una nueva arquitectura financiera y una nueva independencia del continente, como prefiguraba Simón Bolívar en su proyecto de una Patria Grande.
El Congreso Antifascista rindió homenaje al sacrificio de Salvador Allende, a su posicionamiento antiimperialista, olvidado por los actuales gobernantes chilenos, que han vuelto a ponerse del lado de los opresores a pesar del aparente posicionamiento «de izquierda»
Un marco en el que la revolución bolivariana se configura como un laboratorio de resistencia y experimentación del que emergen costos, obstáculos y proyectos a afrontar en el presente, cuyo significado trasciende las fronteras del país y las del continente.
El orgulloso reclamo de una memoria histórica, anticolonial e integracionista de derivación bolivariana, se ha encontrado con los ideales y el espíritu del siglo pasado (el siglo de las revoluciones), en el que las clases populares combatieron, incluso con las armas, a las democracias disfrazadas de la Cuarta República.
El balance de las revoluciones pasadas, el análisis del punto más alto alcanzado por las clases populares en el último siglo y las cuestiones que han surgido constituyen el bagaje sustancial pero no rígido del socialismo bolivariano. En esta clave, el Congreso Antifascista rindió homenaje al sacrificio de Salvador Allende, a su posicionamiento antiimperialista, olvidado por los actuales gobernantes chilenos, que han vuelto a ponerse del lado de los opresores a pesar del aparente posicionamiento «de izquierda».
En esta clave, los mensajes enviados por Nicaragua, la última revolución del siglo pasado, a través de la voz del presidente Daniel Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo, cobraron un profundo significado. Y, en varias ocasiones, el Congreso rindió homenaje a la resistencia palestina, víctima de un genocidio que se configura como una nueva forma de fascismo, ahora imposible de esconder tras el chantaje del Holocausto. Una tragedia histórica muy bien contextualizada en los análisis y documentales difundidos durante el Congreso. Las intervenciones en vídeo de Rusia y su combate por la “desnazificación de Ucrania” fueron también muy aplaudidas y reafirmaron una clara postura antiimperialista por parte de los delegados.
El tema de la libertad femenina y la lucha de las mujeres contra el patriarcado, el fascismo y expresiones similares estuvo muy presente y transversal en las dos jornadas.
Para combinar el concepto de paz con el de justicia social, la revolución bolivariana ha dado gran importancia a la búsqueda del consenso, a la formación permanente de militantes y a la batalla de ideas, recomponiendo así en la práctica antiguas fracturas teóricas entre la ideología libertaria y el modelo marxista-leninista del siglo XX.
A nivel económico, se ha iniciado la experimentación con nuevas formas de producción que rechazan el neoliberalismo salvaje y cuestionan el capitalismo, combinando autogestión y planificación estatal, reformas estructurales y apertura parcial al «mercado», mediante la implicación de sectores empresariales nacionalistas, interesados en el desarrollo interno.
En un país que ha subordinado la gestión de sus inmensos recursos a la aprobación del poder popular, a pesar de las limitaciones debidas a la imposición de medidas coercitivas unilaterales, la democracia «participativa y protagónica» se ha fortalecido y las opciones aprobadas por el gobierno para afrontar la crisis están dando excelentes frutos, como lo indican las estadísticas, que muestran, durante tres trimestres consecutivos, el mayor crecimiento económico del continente.
Pero la principal fortaleza de la revolución bolivariana reside en la continuidad generacional. Los delegados internacionales pudieron comprobarlo durante la gran marcha juvenil que tuvo lugar inmediatamente después del congreso antifascista por el decimosexto aniversario de la JPSUV, la estructura juvenil del Partido Socialista de Venezuela.
Una manifestación que finalizó en la plaza del Cuartel San Carlos, la antigua prisión donde estuvieron encerrados los presos políticos de la Cuarta República, y donde también estuvo encerrado Chávez tras la rebeldía cívico-militar del 4 de febrero de 1992. Para la ocasión, Maduro concedió a Nangula Geingob, hija del ex presidente de Namibia, Hage Geingob, la máxima condecoración de la República Bolivariana de Venezuela: para testimoniar la continuidad con las batallas anticoloniales del continente africano, en un renovado compromiso entre la memoria y el presente.