Por: Federico Ruiz Tirado
Para este aniversario del periódico Cuatro F, dejo como estampa un recuerdo del 4F del 92; que el comandante Chávez contó en Yare a sus compañeros presos a modo de aventura.
Ese día, a media mañana, los medios impresos del país ya habían publicado su foto y el «por ahora» eran dos palabras que se cruzaban en las miradas de los tantos barineses que vivíamos en Merida.
Yo trabajaba desde el 89 en el gremio universitario, y en unas de sus oficinas administrativas, me fui con una página blanca tamaño carta que, de un lado, llevaba la cara del insurrecto, y las 5 palabras que titulan esta breve crónica, extraídas una a una de un diario local, fijadas al papel con una pega escolar de nombre «Elefante», y del otro, un extenso y metafórico texto que relataba la travesía epopéyica de un gentío cruzando un río: mujeres con niños en brazos, hombres con sombreros de paja, caballos mitológicos.
La multitud transitaba hacia una ciudad imaginaria susurrante, y comiendo frutas del bosque, con el cielo encapotado de nubes multicolores. Se trataba de un puñado de pájaros contra la gran costumbre.
En la oficina reproduje por ambos lados la hoja en una para entonces moderna fotocopiadora. Debajo del título hice el rótulo siguiente: «Hoja Bolivariana. Año 0 N°0, vocero del Movimiento «Negra Matea».
Con la resma dentro de un maletín crucé la ciudad en una buseta, desde “La Vuelta de Lola», hasta el sur de la ciudad. Por la ventanilla dejaba caer un bojote que lo hacía volar el aire frio de la mañana.
De pronto me dijo el conductor, «epa, chamo, déjeme uno, quiero saber algo del militar alzao«. Nos hicimos compinches.
Éramos un ejército de dos, libres y felices.
Al día siguiente, el panfleto (así lo calificó el diario Frontera de Mérida), salió en primera página y a 8 columnas con un insólito titular que daba cuenta de una notícia graciosa por su carácter falso: «Capturado grupo de sediciosos del Movimiento Bolivariano Negra Matea en los alrededores del aeropuerto Alberto Carnevali«.
La noticia se dió el lujo de agregar que era una célula armada que suscribía el golpe de Estado dirigido por el teniente coronel Hugo Chávez.
El panfleto se lo hice llegar a Chávez con Francisco Mieres. Años después, el presidente me contó que al cuento le agregó unos detalles para convertirlo en «documento de guerra».