La Revolución Bolivariana sufrió un golpe devastador con la partida física del querido camarada, hermano y maestro, Aristóbulo Istúriz.
El Profe le consagró su vida con pasión sin límite a la causa de la revolución. Luchó con extraordinaria constancia, con energía inagotable. Hasta su último aliento se lo dedicó al trabajo revolucionario, con lealtad infinita al comandante Chávez y la Revolución Bolivariana.
El “Negro” actuó con profunda nobleza hacia su pueblo; siempre solidario, afectuoso y bondadoso con sus camaradas y los oprimidos. Desde cada uno de los importantísimos cargos que ejerció, se destacó por su humildad. Jamás perdió sus raíces sociales. Será por siempre uno de los líderes más carismáticos y queridos del chavismo.
Como gladiador de la lucha de clases sobresalió en dos frentes fundamentales. Por mucho tiempo fue un dirigente muy destacado y querido de los trabajadores de la enseñanza y de todo el movimiento popular. A él le dedicó, con paciencia y cariño, enormes esfuerzos organizativos.
También fue, lo que llamamos, un hombre de partido. En el PSUV desplegó su maravilloso talento y capacidad política.
Sus enormes cualidades organizativas nos quedarán como su legado, con gigantesco provecho para la revolución. Fue un dirigente ejemplar, el modelo de un revolucionario, siempre en la vanguardia, siempre con trato de respeto y tolerancia con sus camaradas.
Asimismo, demostró una verdadera devoción por la formación ideológica. Cada instante lo transformaba en cátedras de socialismo bolivariano con su aguda inteligencia y sentido práctico. Su poderosa pedagogía proletaria le permitió transmitir su rico arsenal de conocimientos a sus hermanos de clase. Sus célebres análisis de coyuntura eran sólidas orientaciones para la lucha.
Contra los enemigos de la patria fue implacable. Sus posiciones las defendía con valor. Irreductible incluso frente a la persecución fascista del 2002. Frente a las adversidades, actuaba con un optimismo contagioso. Nunca se rendía. Las derrotas, por su parte, representaban valiosas enseñanzas y puntos de apoyo para avanzar.
La enseñanza fue su pasión y su principal obra social fue la alfabetización de los excluidos por siglos. Le dedicó todas sus fuerzas a la siembra de su amada patria con Escuelas Bolivarianas.
Aristóbulo fue un hombre de la alta política. Su capacidad de diálogo, de persuasión y de negociación frente aliados y enemigos alcanzó niveles superlativos. Defendió la paz, la democracia y la justicia con ferocidad desconocida.
Su grito de combate preferido: “Viva la Patria”, representaba un programa de lucha. La defensa de la patria la asumió como la principal tarea del revolucionario. Como eminente bolivariano, la patria para él es Latinoamérica y El Caribe. Difundió la doctrina de nuestro inmortal Libertador y promovió como pocos la unión cívico-militar como línea central de la defensa de la independencia.
Este dolor que nos oprime con la partida de Aristóbulo, solo puede ser calmado por su sonrisa y alegría infinitas, que parecen repetir las palabras del inolvidable comunista checo: “Por la alegría he vivido y he luchado…, que nunca se me recuerde con tristeza.”