Desde que los tanqueros iraníes Fortune, Forest, Petunia, Faxon y Clavel, con 1,5 millones de barriles de gasolina, zarparon rumbo a las costas venezolanas, Washington amenazó con detenerlos, generando tensiones que según algunos analistas han evocado a la crisis de los misiles que en 1962 puso al mundo ante la posibilidad de que comenzara una guerra termonuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética por la instalación de bases de misiles en Cuba, que culminó con un arreglo entre potencias.
Meses previos al choque entre EE.UU y la URSS ocurrió la fallida invasión de Bahía de Cochinos, lo que podría asemejarse a la abortada incursión marítima mercenaria denominada Operación Gedeón.
No obstante, para Francisco González, especialista en sistemas de integración regional, estamos ante un hecho inédito que ha sido posible gracias a los estrechos vínculos entre Irán y Venezuela.
En los años 60 ocurrió una pugna bipolar entre dos potencias. El demócrata John Kennedy gobernaba en EE.UU, mientras que la URSS era conducida por el Partido Comunista que encabezaba Nikita Jruschev.
Luego de 58 años resucita el terror de que la frágil paz mundial se rompa con la crisis de los tanqueros iraníes, ante la posibilidad de que EE.UU. inicie una guerra convencional contra Irán, siendo la chispa la iniciativa persa de ayudar a Venezuela a superar la escasez de gasolina que se ha agudizado en tiempos de la cuarentena para contener al Covid 19.
Pero ahora se define la consolidación de un mundo unipolar que se enfrenta a quienes tratan de edificar un modelo multipolar.
Significa la osadía de dos naciones petroleras “sancionadas” que intentan romper el cerco que se las ha impuesto para domesticarlas. Su éxito sería un muy mal ejemplo, según la óptica del Departamento de Estado.
Pero esta vez la decisión entre la paz y la guerra, no depende del demócrata John Kennedy, sino del republicano Donald Trump, famoso por sus reiterados cantos marciales y su aterrador manejo de la pandemia, logrando ubicar a los Estados Unidos como epicentro de la infección.
“Irán ha comenzado a ser una ficha más determinante en el mundo post-pandemia que está emergiendo, en donde se juega el viejo orden mundial basado en el neoliberalismo que ha imperado desde los años 90, cuya destrucción se ha acelerado con el ascenso a la Casa Blanca de los supremacistas liderados por Trump”, analiza el profesor Francisco González.
La escasez de gasolina irónicamente sucede en un territorio que atesora las mayores reservas de crudo del planeta, cuya estatal petrolera PDVSA posee el Complejo Refinador de Amuay (CRP), el segundo más grande del mundo, solo superado por la Refinería Jamnagar de la India con capacidad de procesar 1.200.000 barriles diarios.
La sequía de gasolina venezolana, entre múltiples factores, tendría su génesis en las sanciones y prohibiciones que han tenido efectos desvastadores en su capacidad refinadora.
Recorrer Caracas, la capital de la nación petrolera, impacta por la soledad de sus calles y avenidas, porque a la cuarentena social y voluntaria se ha sumado la falta del combustible que ha vaciado los tanques del parque automotor local.
Contrariamente a lo que quizás se pensó que ocurriría en Venezuela, impera una pragmática paz social que cumple con disciplina los protocolos de bioseguridad para evitar que la pandemia se propague, a diferencia de lo ocurrido en casa de sus vecinos (Colombia y Brasil), donde los contagios y las muertes siguen su acelerado ascenso.
En las proximidades a las estaciones de servicio hay interminables colas de carros que esperan durante varios días un cupo para abastecer sus tanques. Una escena inusual en un país que se hizo famoso por vender la gasolina más barata del mundo.
La llegada de los buques significa para Irán una puerta de entrada al mercado latinoamericano, pese a las barreras impuestas por las medidas coercitivas unilaterales de EE.UU para comercializar su crudo.
Se trata de nexos que se remontan al año 2009, cuando el gobierno del carismático Comandante Hugo Chávez le vendía 20 mil litros de gasolina a Teherán.
EE. UU. -explica Francisco González- va a tratar que los buques no lleguen a Venezuela, ya que significaría una vergonzosa derrota para su hegemonía, por lo que usará toda su influencia para evitar que un país “sancionado” navegue hasta otro país “sancionado” y juntos rompan el cerco que llaman eufemísticamente “sanciones”.
Trump trabaja para mantener el control del mercado petrolero en la región, y por eso necesita estrangular a PDVSA y a quien se atreva a establecer vínculos comerciales con la estatal que posee la mayoría accionaria de los negocios de la Faja Petrolífera del Orinoco con reservas probadas de petróleo para más de 300 años.
Por eso la administración Trump presiona a Repsol para que cierre sus operaciones en Venezuela, pese a que lleva dos décadas extrayendo petróleo para comercializarse en los mercados internacionales. Pero la petrolera española ha expresado que no tiene ninguna intención de abandonar sus actividades en la nación suramericana.
Irónicamente, la estadounidense Chevron tampoco planea reducir sus operaciones o retirarse del país petrolero, pese a que su gobierno le prohíbe extraer y comercializar crudo venezolano, aunque le ha concedido una especie de prórroga hasta el 1 de diciembre para disminuir sus actividades.
“Las amenazas de Trump solo evidencian las nefastas políticas contra la humanidad de su gobierno supremacista, arreciando, pese a la pandemia, sus medidas unilaterales contra países como Cuba, Irán y Venezuela, por lo que numerosas voces del mundo le exigen a Naciones Unidas una medida contra la aplicación de estas técnicas de exterminio social que significan crímenes de lesa humanidad”.
Y mientras los buques se aproximan al mar Caribe crecen las tensiones porque EE.UU querrá marcar su control en el territorio marítimo, y sus acciones para impedir que la gasolina iraní llegue a las costas venezolanas han puesto en vilo a la frágil paz mundial.
Suenan los tambores de guerra
El 01 de abril Donald Trump anunció la “mayor operación antinarcóticos” de la historia, lo que en la práctica ha significado el reflotamiento de las operaciones de la Cuarta Flota.
Buques militares estadounidenses patrullan habitualmente las aguas del Caribe, cercanas a la ruta probable de los cargueros iraníes. La Cuarta Flota de Estados Unidos, con base en Jacksonville, Florida, es la responsable de las operaciones en la región.
Según el Diario de Las Américas, en las últimas semanas fueron asignados a la Cuarta Flota por lo menos cuatro destructores misilísticos Clase Arleigh Burke, hasta hace poco tiempo basados en el Medio Oriente como activos de la Quinta Flota, entre ellos se encontrarían los destructores USS Pinckney (DDG 91), USS Lassen (DDG-82), USS Preble (DDG-88) y el USS Farragut (DDG-99).
El profesor Francisco González relata que mientras los buques iraníes navegaban cerca de la Gran Canaria, la OTAN hacía vuelos de reconocimiento constante desde España para vigilar a las embarcaciones.
Un funcionario estadounidense le dijo a Reuters que Washington estudiaba cómo responder a un envío que desafía abiertamente sus sanciones.
Por su parte, el ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, advirtió que los barcos iraníes serán escoltados por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) cuando entren en la zona económica exclusiva venezolana.
“Serán escoltados por naves, buques y aviones de la FANB, para darles la bienvenida y decirle al pueblo iraní ‘gracias por tanta solidaridad y cooperación'», dijo Padrino.
Igualmente, las fuerzas militares bolivarianas han desplegado en todas sus costas un plan integral de defensa que ha sido llamado “Caribe I”, el cual implica el despliegue de misiles rusos en defensa de la soberanía.
Mientras que el ministro de Exteriores iraní, Mohamed Javad Zarif, le escribió una carta al secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, advirtiendo que cualquier medida estadounidense contra el envío hacia Venezuela sería considerada un acto de piratería y tendría repercusiones.
Este miércoles 20 de mayo en el Consejo de Seguridad de la ONU, Dmitry Polyansky, embajador adjunto de Rusia, dijo que esperaba que EE.UU. se diera cuenta del “riesgo de incidentes” al desplegar elementos de su fuerza naval “en un área donde petroleros iraníes trabajan en una actividad legal cerca de Venezuela”.
Aliados en la adversidad
A principios de mayo aviones iraníes de Mahan Air habrían aterrizado en el Aeropuerto Internacional Josefa Camejo, en la Península de Paraguaná, Estado Falcón, con equipos y repuestos (catalizadores, /unidad de craqueo catalítico/, válvulas, etc), necesarios para activar el Complejo Refinador de Paraguaná (Refinería de Amuay + Refinería Cardón). Se estima que cuando las dos refinerías de Paraguaná funcionaban a pleno rendimiento podían procesar 940.000 barriles diarios de petróleo.
Y gracias al apoyo ruso fue reactivado el Complejo Refinador El Palito, Estado Carabobo, que tiene una capacidad limitada de 140.000 barriles de procesamiento, y por fallas no subsanadas en su unidad de craqueo catalítico, solo está produciendo combustible Diesel, que no requiere de destilación, insumos ni catalizadores.
Pero estos esfuerzos por reactivar la capacidad refinadora venezolana molestaron a los altos voceros del gobierno de Trump. El pasado 28 de abril, el secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, dijo que Mahan Air estaba prestando “apoyo desconocido al régimen de Maduro” y advirtió que los vuelos “deben parar”.
“Si los barcos llegan, Maduro habrá abierto una ruta de abastecimiento y se salvará de la actual crisis del combustible”, ha publicado la BBC.
El enfrentamiento entre Estados Unidos e Irán alcanzó su punto culminante el pasado enero, cuando un dron estadounidense mató en Bagdad por orden del presidente Trump al general Qasem Soleimani, una de las figuras más destacadas de la cúpula militar iraní.
Antes, en julio, fuerzas iraníes apresaron un buque británico en aguas del Estrecho de Ormuz y derribaron un dron de Estados Unidos, a quien Teherán acusa de perseguir injustificadamente sus embarcaciones.
El gobierno iraní ha señalado ahora a través de una de sus agencias informativas que si Estados Unidos intercepta los barcos que navegan hacia Venezuela “estaría asumiendo un riesgo muy peligroso”, lo que sugiere que podría comenzar una nueva escalada de las tensiones.
“Si USA detiene, aborda, catea y/o decomisa los buques iraníes, inmediatamente Irán detendrá, abordará, y retendrá buques petroleros estadounidenses o aliados en el Golfo Pérsico, siendo más específicos en el estrecho de Ormuz, lo que representaría un conflicto de grandes dimensiones, de repercusión mundial, que colapsaría el libre tránsito del comercio energético a nivel global”, analiza Iván Agüín, en un artículo publicado en Ensartaos.
El estrecho de Ormuz es uno de los pasos marítimos más estratégicos del mundo, porque conecta a los productores de petróleo de Medio Oriente con mercados clave en Asia Pacífico, Europa y América del Norte.
A pesar de que las cifras varían, alrededor de una quinta parte de las exportaciones mundiales de petróleo pasan por este pequeño canal, es decir, casi 19 millones de barriles de petróleo al día.
Ahora ese centro de gravedad se ha desplazado al Caribe, en donde -advierte Francisco González- lamentablemente la guerra es un escenario que no se puede descartar, especialmente cuando Trump busca su reelección y su popularidad cae al ritmo del acelerado ascenso de los contagios y muertes por su mal manejo de la pandemia, por lo que podría tratar de despertar el nacionalismo iniciando una guerra que tendría consecuencias graves para el planeta.
Pero el escenario electoral en EE.UU. es complejo, y muchos de los portaviones norteamericanos no escapan a la infección del Covid-19, y aunque Joe Biden, con su fría campaña y falta de carisma, hubiese sido un contendiente fácil de vencer, los marines caídos en un supuesto enfrentamiento en El Caribe, podrían deteriorar aún más las posibilidades de reelección de Trump, porque todavía pervive en el inconsciente colectivo de esa nación los traumas por los miles de mutilados y muertos que dejó la guerra de Vietnam.
No obstante, Donald Trump ha demostrado ser impredecible. Pero debe sopesar el hecho de que Venezuela lleva más de 7 años de bloqueo, Irán lleva 35, y Cuba más de medio siglo, y pese a ello han aprendido a sobrevivir ayudándose.
Verónica Díaz/ Cuatro F / Ilustración Javier Etayo (Tasio)