Ante situaciones complejas, imprevistas y contradictorias en geopolítica mundial, que afectan a Venezuela como a todos los países del mundo, se pone a prueba la eficacia de la metodología que empleemos para analizarlas y orientar la línea de acción a adoptar. Hace pocos días un compañero de Telesur rechazaba que cuestionase la real retirada de las tropas norteamericanas de Afganistán porque, según él, la “prensa mundial” lo afirmaba sin reservas. Me sorprendió que un periodista de un canal creado para criticar el hegemonismo informativo de los medios del sistema hegemónico se apoyase en la “unanimidad” de dicha prensa. Hoy hasta los principales líderes del mundo imperialista, Ángela Merkel, Joseph Borrell, la ministra española de “defensa”, entre otros, reconocen que “Occidente” (es decir el orden político de la oligarquía financiera que ellos administran) “ha fracasado en Afganistán” ¿Será correcta la metodología de análisis de dar por bueno que los mismos enemigos reconozcan su fracaso y salir a la calle tirando cohetes de alegría esperando sentados que las fuerzas democráticas irrumpan en los centros de poder de Washington, Londres, Bruselas, Madrid, París y Berlín? Si aplicamos la lógica formal elemental y superficial eso parece.
Sin embargo, si observamos otros indicadores no parece que seguir a la gran prensa, y alegrarnos del lloriqueo de los altos dirigentes, sea la única manera de saber lo que está pasando. Veamos: en los días 24 y 25 del corriente mes de agosto el director máximo de la CIA, William Burns, se reúne nada menos que en Kabul con la dirección, o tal vez una fracción de la misma (toda la información disponible es difícil de confirmar), del grupo “terrorista” (oficialmente reconocido como tal por Rusia y otros países) “Talibán”; al parecer para coordinar la retirada de miles de los diplomáticos, agentes y empleados occidentales y de sus cipayos locales ¿Sólo para eso?
Ya el viejo subordinado de Washington, Borrell, jefe de la acción exterior de la Unión Europea, ha afirmado que no se puede dejar que ese desdichado país centro-asiático pase bajo la influencia de Rusia y China ¿De qué más han hablado el jefe de los espías y estos terroristas? ¿Tal vez de mantener bases secretas norteamericanas a cambio de seguir financiando a la elite ultraderechista local como han hecho en los últimos ya no 20 sino 40 años, desde 1979, lo que ha llevado al caos a este país? ¿De que estos nuevos amos de Kabul presten algún tipo de “servicios” a la CIA a cambio de alguna contraprestación?
Recordemos dos datos más. 1). En el llamado “gobierno de transición” entre talibanes y títeres pro norteamericanos, se sienta uno de los genocidas anticomunistas más siniestros de todo el Planeta: Gulbudin Hekmatiar, líder de la rama local de los “Hermanos Musulmanes” al que reprochan, entre muchos otros crímenes, el asesinato de 50.000 personas cuando tomó Kabul en abril de 1992. 2). Ya los tali-terroristas están negociando en el Valle de Panshir con el hijo de otro viejo agente de la CIA, Massud, liquidado por otros amigos de la CIA, Al Qaeda del saudí Bin Laden.
Seguramente su objetivo es enterrar sus aparentes diferencias para consolidar el poder islamo-fascista bajo hegemonía tali-terrorista. No está feliz el Irán vecino con el hundimiento de la administración colonial gringa allí. El Jeque pro Líder de la Revolución islámica, Abdul Karim Paz, reconoce que el Islam que propugnan estos tali-bandidos es “muy aberrante”. Tomamos la palabra a los cabecillas imperialistas: su sistema ha fracasado en toda la Humanidad, es inhumano y bárbaro. Añadimos la obviedad que sólo sirve para enriquecer a los grandes accionistas y ejecutivos del complejo militar industrial, las grandes multinacionales petroleras y el resto de los monopolios capitalistas.
Sería bueno preparar expertos competentes en geopolítica formados en el materialismo dialéctico, la base filosófica para adentrarse en el contradictorio caos en el que nos sumerge el decante modo de producción capitalista en su fase imperialista.
Por: José Antonio Egido