La derecha comienza 2024 repitiendo errores y malas costumbres
Hacer planes violentos (y luego negarlos)
Ha comenzado 2024 y en apenas sus primeros días ya cierta oposición ha mostrado que viene dispuesta a repetir sus viejas mañas.
Una de las más recurrentes es llevar a cabo planes violentos para la toma del poder y luego, cuando se descubren dichas tramas, negarlos empecinadamente y contra toda evidencia.
El presidente Nicolás Maduro informó sobre cuatro de esas maquinaciones desarrolladas y desmontadas en 2023, todas ellas con participantes detenidos y confesos. Pero el sector opositor que estaba detrás de esas conspiraciones niega su participación y dice que son “calumnias del régimen”.
Una simple revisión de los antecedentes de la derecha y ultraderecha venezolana prueba que llevan más de dos décadas intentando esas vías violentas: golpes de Estado, deserción militar por goteo, sabotaje petrolero y patronal, operación paramilitar, guarimbas, intento de magnicidio, blackout eléctrico, autoproclamación de un gobierno, invasión con “concierto humanitario”, invasión por contrato con mercenarios, y sublevaciones con participación de megabandas son apenas una parte del repertorio utilizado hasta ahora. Así que nada tiene de extraño que en apenas un año lo hayan intentado cuatro veces porque, como dice el refrán criollo: perro que come manteca mete la lengua en tapara.
Llamar a votar y cantar fraude anticipado
Otra viejísima manía opositora es llamar intensamente a su militancia a votar y, después, cuando han logrado algunos avances en esa dirección, lanzar anticipadas e infundadas acusaciones de fraude.
No hace falta ser un gran analista político para entender que tales denuncias corren en sentido contrario a la participación masiva, pues las personas que las den por buenas pensarán que no tiene sentido acudir a los centros de votación, si creen que el proceso estará viciado.
Los esfuerzos que otros sectores del antichavismo han realizado para que su gente retome la fe en el sufragio quedan anulados cuando un personaje como Andrés Caleca, quien fue rector y presidente del Consejo Nacional Electoral, siembra dudas acerca de la limpieza de las elecciones presidenciales.
Lo peor de este caso en particular es que Caleca afirme que el fraude se va a ejecutar mediante un aumento en el número de mesas de votación. Sería, definitivamente, mucho más creíble la denuncia si dijera que el CNE planea eliminar centros electorales, es decir, restringir las posibilidades de ejercer el derecho al voto. Pero resulta que es lo contrario. Cosas que sólo entienden los muy ilustres opositores.
Reciclar alianzas con nuevo empaque
Una de las costumbres repetidas de la oposición es presentarse como si fuesen una coalición sólida cuando, en realidad, se trata de alianzas pegadas con alfileres a las que se le ponen nuevos empaques cada cierto tiempo.
La vieja Coordinadora Democrática, la del golpe de Estado de abril de 2002 y del paro-sabotaje petrolero y patronal de 2002-2003, implosionó luego de sus grandes fracasos y resurgió años después como Mesa de la Unidad Democrática. Esta última, a pesar de haber logrado una victoria importante, en 2015, se desbarató y degeneró en algo llamado G4 y más tarde devino en Plataforma Unitaria Democrática (PUD), el ente que llevó a cabo las elecciones primarias en 2023.
Se supone que la PUD debe dirigir la campaña electoral de quien sea su candidato o candidata presidencial, pero comenzó en falso al permitir que en las primarias participaran personas que están inhabilitadas para ejercer cargos públicos. Ahora se encuentran con el hecho de que la ganadora de dicho proceso interno, María Corina Machado, es una de esas personas.
Machado sabe que si se mantiene la inhabilitación (actualmente en consulta en el Tribunal Supremo de Justicia), no podrá ser la abanderada de la PUD, así que se ha inventado una nueva supuesta alianza opositora o, mejor dicho, ha conseguido un empaque publicitario para envolver a una asociación de fuerzas políticas bajo su mando. Veremos si los capitostes de la PUD se dejan meter en ese paquete.
Reciclar el significado del 23 de enero
Una cuarta treta opositora que algunos partidos y dirigentes se empeñan en usar (aunque nunca les da resultados) es la del reciclaje del significado del 23 de enero.
Es algo que los viejos partidos desplazados en 1998 (Acción Democrática, Copei y sus derivados) comenzaron a hacer desde el primer año de gobierno revolucionario. El montaje siempre es el mismo: acusar al gobierno de ser una dictadura, como era la de Marcos Pérez Jiménez, y presentarse ellos como las fuerzas democráticas perseguidas y oprimidas, las mismas que en 1958 lograron poner en huida al tirano.
Año tras año repitieron la misma letanía contra el comandante Hugo Chávez, tratando de que el 23 de enero fuese el punto de partida de alguna revuelta popular. En algún momento, esa invocación perdió fuerza, pero de vez en cuando recurren a ella. Este año lo hicieron de nuevo.
La efeméride nunca ha tenido la potencia esperada por los partidos opositores, entre otras razones porque Chávez, en su momento, y la dirigencia revolucionaria desde entonces, han generado debate en torno a lo que realmente ocurrió el 23 de enero de 1958. Y ya es considerable el sector de la población que ha entendido que ese día se produjo una deplorable traición a los factores populares que lucharon contra la dictadura.
Reciclar el 23 de enero es, entonces, como reciclar la infame deslealtad de los líderes partidistas de la derecha que excluyeron a las fuerzas progresistas y establecieron un sistema a la medida del poder imperial y que fue, en muchos sentidos, tan represivo como la dictadura derrocada.