La semana pasada se pudo evidenciar como se ha ido desdibujando la imagen de María Corina Machado en los medios digitales opositores, espacios en los cuales generalmente ubicaban sus apariciones, entrevistas y notas de prensa de manera destacadísima.
Hoy día vemos que a su proyecto de extrema derecha se le descargó la batería de litio. Esto sucede muy a pesar de sus querencias y anhelos de hacerse con el poder a trocha y mocha, gracias al financiamiento de sus amigos estadounidenses, europeos y de la solidaridad de clase y pensamiento de grupúsculos de la rancia oligarquía latinoamericana.
Salvo el portal Tal Cual, uno de los más antichavistas que hacen vida en el ciberespectro que a diario hace eco de cualquier acción u omisión de la “Mujer de Hierro”, el resto de las páginas en línea que militan en el espectro político opositor han reducido la exposición y promoción de las aventuras y desventuras machadistas.
Pero además del agotamiento de su discurso e imagen gráfica -por favor, que le regalen otra franelita, ya la blanca no le luce, - Machado tropieza nuevamente con el elegante desmentido hecho público por el representante de la diplomacia de Estados Unidos para la República Bolivariana de Venezuela, John T. McNamara.
El lunes pasado, una nota difundida por Tal Cual, Noticiero Digital y Contrapunto, producto de videoconversación entre McNamara y María Corina, se destacaba la condición de dirigente actuante desde “la clandestinidad” y el supuesto interés del gobierno de Donald Trump de alcanzar “una transición pacífica” en Venezuela.
Poco tiempo después, el miércoles, el mismo diplomático, es decir el señor John Mc Namara aparecía citado en El Universal, asegurando que las conversaciones con el gobierno del presidente Maduro “van muy bien”, afirmando que el presidente Trump no tiene interés en que haya cambio de gobierno en Venezuela y dejando ver la posibilidad de que la Embajada de Estados Unidos en Caracas retome sus actividades.
Claro, que ante lo que digan ambos actores cabe perfectamente el beneficio de la duda. Como creerle al uno y al otro, siendo ella quien ha demostrado ser, y el otro representante de un país con récord de presidentes mentirosos. Para la historia quedan Richard Nixon (caso Watergate), Bill Clinton (caso Mónica Lewinsky), George Bush (armas de destrucción masiva en Irak) y el mismo Donald Trump (lista interminable).