Por: Harim Rodríguez D´Santiago
La Bichota se ha constituido en una marca poderosa de la industria musical, que seduce multitudes, especialmente en el segmento de los amantes del reguetón y el trap latino, es decir, el público más joven.
Su estrategia de marketing combina elementos contradictorios que son comprados por su audiencia con una facilidad que asusta.
Tal y como lo trata de explicar el personaje en el documental que le hicieron para Netflix recientemente, su “nombre artístico” proviene de lo más audaz del mundo delictivo. El apodo “bichota” (o “bichote” en masculino) tiene su origen en el argot del narcotráfico y la cultura urbana caribeña, especialmente en Puerto Rico y Colombia. Su significado real está ligado al poder, el mando y la influencia dentro del mundo ilegal. El origen deriva de “bicho”, figura importante en el narcotráfico, en pocas palabras: ¡un capo!
Su uso tradicional se refiere a un líder del crimen organizado, alguien que controla territorios, rutas de drogas y organizaciones ilegales. Con Karol G ha saltado a la primera fila de las reguetoneras femeninas el culto al narcotráfico asociado a las pasiones febriles y a la diversión.
El personaje creado ofrece una versión de empoderamiento femenino que se contradice con las narrativas de sus canciones. Sus letras giran en torno al despecho y la traición, normalizan la infidelidad masculina y femenina como algo inevitable, lo que se convierte en razón suficiente para que las damas se emborrachen y consuman sustancias prohibidas para sacar del alma cualquier despecho.
El personaje creado se muestra sensual, con excesos y rebeldía, dirige todas sus baterías a la efervescencia de la juventud, conoce a plenitud su público objetivo y sus vulnerabilidades.
Hace énfasis en una población descrita en la cotidianidad de los sectores populares y responde a esa dinámica del barrio.
De forma sorpresiva ha logrado calar también en jóvenes de todas clases sociales más privilegiadas, ha convertido la diversión como un vehículo efectivo para llegar a multitudes con sus mensajes, contradictorios pero certeros; gusta mucho y la mayoría la acepta tal cual como se presenta. Después de ser testigo de madres que llevan a sus niñas a un espectáculo de este personaje, creado milimétricamente, concluyo que el mañana no será bonito si el presente no es de lucha.