A partir de los recientes artículos publicados por estos medios de comunicación, más de uno podría estar confundido al ver que empresas editoriales que siempre han estado de primeros en el ataque mediático contra Venezuela aupado por el imperialismo norteamericano, no solo parecen estar en contra de Guaidó, lo cual nos favorece, sino que en algunas posiciones parecen estar de acuerdo con nosotros y hasta resaltan la importancia de nuestras acciones antiimperialistas para disminuir la legitimidad de la administración Trump ¿Están ahora estos medios de nuestro lado? Veamos.
Algunos hechos resaltantes
Analicemos solo algunos de los hechos recientes. El 18 de enero de este año fue publicada en el Washington Post una entrevista concedida por el Presidente Nicolás Maduro titulada “Maduro dice que se encuentra en control de Venezuela y que está listo a iniciar un diálogo directo con los Estados Unidos”, lo cual ya por sí mismo realiza un balance narrativo de la avanzada de Trump contra Venezuela: un año después el autoproclamado no solo no posee poder o legitimidad alguna en el país, sino que también su “padrino” se muestra incapaz. Si no es capaz de remover al gobierno presuntamente impopular en un país que representa “una amenaza inusual y extraordinaria” ¿Cómo ha de poder seguir rigiendo los destinos del hegemón mundial y evitar su decadencia? Buena manera de comenzar un año electoral en Norteamérica.
Como segundo hecho resaltante tenemos el artículo del mismo Washington Post del 7 de mayo que se titula “De Miami a Venezuela: así falló el plan de ‘capturar’ a Maduro”, vinculando directamente a Juan Guaidó y por ende, de manera implícita a Trump, quien cometió el “error” de reunirse con el autoproclamado en febrero. El tercer ejemplo viene ahora del New York Times, que publicó el 31 de mayo “¿El fin de Juan Guaidó?”, en donde se afirma que “el proceso infructuoso de intentar conseguir una implosión interna de la fuerza militar terminó debilitando a Guaidó, desnudando la virtualidad de su gobierno y —aupado por los sectores más radicales— terminó cediéndole iniciativa al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien —como se sabe— parece más dispuesto a jugar batalla naval por Twitter que a comandar realmente una invasión a Venezuela”.
Los artículos más recientes
Ahora vamos a lo más reciente y lo que nos ocupa. El pasado domingo 7 de junio, el Washington Post tituló “La presión máxima sobre Irán y Venezuela los ha unido para avergonzar a los EE. UU.”, en el cual indican que “el resultado más visible” de esta política de “presión máxima”, hasta la fecha “ha sido reunir a las dos naciones para organizar una vergonzosa muestra de impotencia estadounidense”. Las repetidas amenazas de la administración imperialista solo lograron reafirmar la resolución del Gobierno Bolivariano de Venezuela y la República Islámica de Irán con contundentes declaraciones, y no lograron impedir la llegada de los buques con combustible y solventes a nuestras costas, cuya distribución ya comenzó junto con la reactivación de las refinerías nacionales. El artículo también resaltó que “el fortalecimiento de la alianza entre los dos Estados deja claro que las políticas de Trump para provocar un cambio de régimen están fallando”.
El mismo medio ha publicado un artículo de Joshua Goodman llamado “Jueza critica a fiscales en caso de sanciones entre Irán y Venezuela”, donde se expone una controversia judicial surgida entre un juez y varios fiscales, que “desestimaron la semana pasada los cargos contra Ali Sadr Hashemi Nejad, quien fue declarado culpable en marzo de utilizar una red de compañías de fachada para canalizar a través de bancos estadounidenses más de $ 115 millones en pagos relacionados con un proyecto de construcción en Venezuela a su negocios de la familia en Irán, en violación de las sanciones de los Estados Unidos”. El fiscal Geoffrey Berman indicó que debido a “problemas relacionados con la divulgación” durante el juicio, el gobierno “ha determinado que no sería en interés de la justicia seguir procesando este caso”. La jueza de Nueva York Alison Nathan criticó esta medida argumentando que esto plantea “serias preocupaciones sobre la conducta del gobierno”, a la vez que acusó a los fiscales de retener pruebas. Nathan fue designada por Barack Obama en el año 2011, lo cual podría ser un dato de vital importancia para entender la trama de la actual disputa en el seno de EE.UU.
Un contexto “atípico”
A todo esto se suma la ola de protestas antirracistas desencadenadas por el asesinato del afroamericano George Floyd a manos de un policía en Minneapolis el 25 de mayo, hechos con los que nuestros medios tampoco han sido amables con la administración Trump. En el menú principal del portal web de The Washington Post aparece una sección con el título “George Floyd”, inmediatamente después de las secciones llamadas “Coronavirus” y “Casos en EE.UU.”. Por su parte, el New York Times publica también de manera frecuente artículos para mellar la legitimidad de Trump y para analizar temas relativos a las elecciones presidenciales.
Sin embargo, estos medios no han cesado en sus ataques contra Venezuela, insistiendo en los mensajes de “crisis humanitaria” o de “incapacidad institucional” en el marco de las dificultades en el abastecimiento de la gasolina, situación sobre la que no debemos olvidar la influencia de las medidas coercitivas unilaterales para impedir el comercio de insumos y gasolina hacia Venezuela, así como la apropiación de CITGO por parte de la administración Trump a través de artimañas jurídicas. También han abordado lo relativo al cierre de operaciones de DirecTV en Venezuela.
Como ya lo hemos ubicado, no se trata más que de una lucha de élites en EE.UU. por ver quién se posesiona del poder, y en la cual somos un “tema importante” en la agenda política para inclinar la balanza hacia un lado o hacia otro en el entramado de la “opinión pública”. El alineamiento de lobbies mediáticos afines al partido demócrata para el cuestionamiento de la gestión de Trump frente al coronavirus, la ola de protestas y la amplia cobertura a partir de un hecho menos dramático que el de Baltimore bajo el gobierno de Obama (que sin embargo no trascendió a este nivel), el reposicionamiento del expresidente como “líder de opinión” y la develación de la incapacidad para forzar un cambio de gobierno en Venezuela, se unen a un candidato demócrata que por sí mismo no puede disputarle el liderazgo del imperio a Trump, quien aún conserva apoyo de lobbies económicos importantes. El tigre de papel parece estar quemándose por dentro en un contexto geopolítico adverso, pero solo el tiempo nos dirá.
Norlam Ramos. Licenciado en Estudios Políticos y de Gobierno. Director de la Escuela en Liderazgo Xoan Noya, militante de la JPSUV
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