Como era de esperarse la Cumbre del G7 del pasado 21 de mayo en la ciudad de Hiroshima, Japón; integrada por Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos; sirvió para confirmar dos asuntos sobre los cuales se viene construyendo una sólida narrativa, justificativa de agresiones, que ya tienen su primer momento crucial en la provocación hacia la Federación de Rusia utilizando a la República de Ucrania como señuelo de las determinaciones estratégicas de EEUU y Europa Occidental:
- Confirmar el compromiso de seguir apoyando a Ucrania, durante el tiempo que sea necesario, tanto desde el punto de vista diplomático como financiero, humanitario y militar; lo cual implica seguir prolongando la guerra con todo lo que ello genera desde el punto de vista político, social y económico.
- Elevar el escalamiento hacia la República Popular China, estableciendo que ese país es la mayor amenaza para la seguridad y prosperidad globales, aunque paradójicamente hayan afirmado su deseo, como grupo, de tener una relación estable y constructiva con Beijing.
Lo anterior forma parte de un escalamiento planificado con muchísima antelación en torno a la idea de una victoria militar en el campo de batalla ante Rusia, que ha sido reiterada sistemáticamente desde la Cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte OTAN, en Madrid el año pasado, determinando su intención de bloquear cualquier propuesta de paz dispuesta en mesa.
De igual forma, esta reunión ratifica el desmonte programado de todo el proceso de globalización fomentado por la élite estadounidense, desde finales del siglo pasado, para lograr imponer una verdadera dictadura mundial capitaneada por ellos y sus corporaciones; pero observan que, al sol de hoy, se ha favorecido un proceso sostenido y progresivo de construcción de un nuevo bloque de poder mundial, que tiene a China y Rusia como pilares; pero además con sociedades y Estados, fundamentalmente del hemisferio oriental, que han venido creciendo económica y políticamente a pasos acelerados.
La confirmación de este proceso inalterable, sería la eventual disposición de sanciones económicas de alto impacto contra Beijing; pero en nada han encontrado inmóvil al bloque en pugna que va creciendo desde el Grupo BRICS, la Cumbre Euroasiática, y la reciente Cumbre de países de Asia Central; organizada por el gigante asiático para fijar un piso político que haga ver que ya el G7 no está solo, ni puede darse el lujo de imponerle al planeta, unilateral y exclusivamente, lógica alguna.
Incluso el medio británico Financial Times, imposible de ser señalado como medio de información o propaganda asociado a la izquierda, el socialismo o el comunismo; al cierre de esta Cumbre, declaró lacónicamente en un artículo: “esta instancia intenta funcionar como un gobierno mundial en términos económicos, pero su hegemonía y la de Estados Unidos han pasado a la historia. Deberían aceptar que no pueden manejar el mundo.”
El artículo va más allá, pronosticando un caos cercano producto de la pérdida creciente de liderazgo por occidente; mientras se observa el crecimiento constante de otros bloques especialmente liderados por China; la que en octubre pasado realizó el XX Congreso del Comité Central del Partido Comunista de China, con decisiones importantes desde el punto de vista estratégico; tanto a lo interno de su Nación como a nivel internacional.
“[existe la posibilidad de un] caos cercano, en proporción a la pérdida de fuerzas de la hegemonía occidental sin un proceso de fortalecimiento de la cooperación global (…) China emergió como una superpotencia económica, a través de la iniciativa de la Franja y la Ruta (Belt and Road Initiative —BRI—), y probó ser un gran inversor y un notable proveedor de deuda en los países en desarrollo. Hoy China es un socio económico más importante que el G7 para muchos países emergentes o en desarrollo, y Brasil es uno de los ejemplos más destacados. Paso significativo en ese sentido es la solicitud de 19 países para unirse al BRICS, —grupo gestado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica—, los líderes actuales de una propuesta de emplear una moneda independiente en las negociaciones bilaterales o regionales, en lugar de usar como patrón al dólar norteamericano.”
Por otra parte, la presencia en Hiroshima del Presidente de Ucrania Volodímir Zelenski les ha servido para afianzar su apoyo a la guerra; considerando el suministro de aviones F16, y tratando a su vez de minimizar el rol de países invitados como la República Federativa del Brasil, cuyo Presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha apostado de manera recurrente por la paz; y conseguir vías que bajen la escalada en una situación de conflicto que cada vez crece en peligros para la paz mundial; encontrando —donde fue lanzada una de las nefastas bombas nucleares, en 1945— oídos sordos y tambores de guerra.
La declaración final del G7 dejó algunos puntos que es bueno enunciar:
- Deseo de una “relación estable y constructiva con Beijing”, y se opusieron a las “actividades de militarización” en la región de Asia-Pacífico.
- Con respecto a la inteligencia artificial (IA), el bloque pidió:“el desarrollo y la adopción de un estándar técnico internacional confiable, en el contexto de que los planificadores de leyes de los países miembros se centren en esta nueva tecnología”.
- En el tema del cambio climático,los líderes del G7 reafirmaron su“compromiso con la hoja de ruta hacia la descarbonización para 2030 y con el objetivo de lograr emisiones neutrales para 2050”.
- En cuanto a seguridad alimentaria, llamaron a“todas las partes de la Iniciativa de Granos del Mar Negro”a continuar cumpliendo plenamente el acuerdo durante el tiempo que sea necesario.
- También confirmaron que“aumentarán la asistencia en energía y crecimiento a los países emergentes y en vías de desarrollo”, y acordaron“tomar medidas para proteger la seguridad alimentaria amenazada por el conflicto en Ucrania”.
- Asimismo, coincidieron en“establecer una nueva iniciativa para combatir la coerción económica”,e instaron a todos los países miembros aadherirse a los principios de «transparencia, diversificación, seguridad, sostenibilidad, confiabilidad»; en la construcción de redes de suministro.
Es un hecho cierto que esta Cumbre del G7 procura echar más leña al fuego sobre la Guerra en Ucrania, y su expansión a otras áreas del mundo. Al tiempo de evidenciar que ya no es un espacio único de construcción política internacional; lo cual responde, entre muchas otras cosas, a la resolución mundial de no dejarse imponer pensamientos únicos, ni modelos hegemónicos anacrónicos y divorciados de los intereses de naciones emergentes, resistentes y resueltas a defender su autodeterminación; cosa que el bloque alternativo exalta en todo sentido. Allí la debilidad estratégica de esta Cumbre, a pesar de su fuerza vigente para seguir alimentando la maquina de guerra.