Por: Harim Rodríguez D’ Santiago
Tenía que aparecer el Tren de Aragua en la escena pública para que las policías de Estados Unidos se lucieran de la forma como lo están haciendo, descubriendo una “verdadera” invasión de “cientos de miles” de pandilleros que según su narrativa provienen de Venezuela.
¿Qué mejor manera para mostrar su eficiencia? Exponer al mundo un grupo de venezolanos que por sus tatuajes de Michael Jordan, de rosas con el nombre de sus mujeres y de estrellas de cinco puntas, quedaron al descubierto en su vinculación con el sanguinario grupo delincuencial.
Aunque la versión parece poco creíble, hay quienes no le tienen miedo al ridículo y repiten con entusiasmo cualquier estrofa que Trump y su gobierno rece.
Los criminales habrían sido infiltrados por la “maldad infinita” de un “régimen” al cual los gringos han bloqueado con saña desde hace nueve años para “neutralizar su poder negativo”.
La lógica policial gringa indica que los bandidos, llegados desde tierras tan lejanas, fueron financiados por el mismo gobierno que ha sido sancionado y que el propio Donald Trump ha dicho se encuentra sin dinero. Al parecer la coherencia no es la mayor virtud del magnate del norte.
El papelón se enreda mucho más cuando las propias agencias de inteligencia estadounidenses descartan que el gobierno de Nicolás Maduro sea quien comande las acciones del llamado Tren de Aragua.
Un memorándum desclasificado al cual tuvieron acceso The New York Times y The Washington Post contradice el principal argumento utilizado por Trump para inculpar a los inmigrantes venezolanos y enviarlos sin el debido proceso al Centro de Confinamiento del Terrorismo ubicado en El Salvador.
Lo cierto es que la metamorfosis sufrida por el Tren de Aragua, pasando de un grupo delincuencial exterminado en Venezuela a convertirse en la principal amenaza a la seguridad interna de Estados Unidos, coincide perfectamente con el momento en que el gobierno de Trump necesitaba deportar masivamente a inmigrantes para cumplir una promesa de campaña.
El ímpetu del magnate por cubrirle los ojos a los millones de estadounidenses logró su punto de ebullición cuando detuvo a Maikelys Espinoza de dos años por la “vinculación de sus padres con el Tren de Aragua”, fin de mundo.