Benjamín Netanyahu, primer ministro del Estado expan-sionista de Israel, campeón de la muerte, la destrucción, el hambre y la miseria en Palestina, Líbano, Siria e Irán, en un arranque de adulación infinita y de frío cálculo político, ha propuesto la candidatura de su amigo fiel, Donald Trump, presidente de Estados Unidos, al Premio Nobel de la Paz.
Se supone que este reconocimiento mundial se le debería otorgar a las personas u organizaciones que hayan trabajado en función de la “fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos alzados y la celebración y promoción de acuerdos de paz”. A pesar de que ni el proponente ni el nominado reúnen tales condiciones, de ser preciso el Comité Noruego recurriría a cualquier curioso argumento —como ha hecho en algunas memorables ocasiones— para votar a favor del gringo demente del copete, no vaya a suceder que este termine por aplicarle aranceles astronómicos a las exportaciones de salmón del país nórdico.
Ejemplos de entrega de la medalla de oro verde a personajes con prontuario guerrerista se consiguen con suma facilidad en los archivos que debe tener la citada organización en Estocolmo. He aquí tres decisiones históricas que podrían servir de guía para ganar este galardón devaluado.
Theodore Roosevelt. Premio Nobel de la Paz en 1906. Presidente de Estados Unidos entre 1901 y 1909. Promovió la Doctrina del Gran Garrote como elemento esencial de su política exterior. Saque usted sus conclusiones. Intervino militarmente en Cuba, Nicaragua, Colombia, Panamá, República Dominicana y Honduras.
Henry Kissinger. Premio Nobel de la Paz en 1973. Ese mismo año, quien fuera secretario de Estado del defenestrado Richard Nixon promovió el golpe de Estado en contra del presidente de Chile, Salvador Allende, mediante el cual llegó el fascismo al país sureño en la persona del general Augusto Pinochet para felicidad de las grandes empresas criollas y transnacionales.
A Barack Obama le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz en 2009. Durante su mandato ordenó el bombardeó de Irak, Afganistán, Somalía, Yemen, Pakistán, Libia. Nunca cerró la oprobiosa cárcel ubicada en la ilegal base naval de Guantánamo. Y además, fue Barack Obama quien dio luz verde a todas las medidas coercitivas unilaterales que se han aplicado en contra de la República Bolivariana de Venezuela, al firmar la orden ejecutiva 13.692.