Ya superan los 52 mil asesinatos cometidos por las fuerzas de ocupación israelíes en Gaza. Esta es la cifra oficial, pero con seguridad el número es mucho mayor. Y además, ahí no están contados los heridos y desaparecidos. El Estado de Israel es responsable de la máquina de muerte y destrucción que ha truncado la vida de mujeres, ancianos, hombres y especialmente de niños; segmento que reúne la inmensa mayoría de las víctimas.
El Comité sobre los Derechos del Niño de la Organización de Naciones Unidas denunció meses atrás los ataques contra objetivos civiles en la Franja de Gaza, que causaron la muerte de más de 16.756 niños y heridas a unos 6.168 niños entre el 7 de octubre de 2023 y el 10 de septiembre de 2024. Y se presume que miles más han muerto bajo los escombros. Además, se estimó que al menos un millón de niños han sido desplazados, 21.000 niños se dan por desaparecidos, 20.000 niños han perdido a uno o ambos progenitores, 17.000 se encuentran solos o separados de sus familias, decenas han muerto por desnutrición y 3.500 niños están en riesgo de muerte por la falta de alimentos. Por supuesto que, a la fecha, todos estos casos han aumentado.
El método israelí de borrar del mapa a la población palestina calca casi a la perfección la estrategia de exterminio ejecutada por Adolfo Hitler cuando desató el infierno en Europa, en búsqueda de materializar su sueño del Lebensraum o espacio vital.
Y aunque el sueño ario del nazismo no pudo concretarse en las ambiciosas dimensiones tales como fue ideado, pues sus fuerzas armadas sufrieron la aplastante derrota propinada por parte del Ejercito Rojo de la Unión Soviética, sí llegó a hacerse realidad en algunas zonas conquistadas, como, por ejemplo, en Polonia con la expulsión de habitantes y la entrega de sus casas y tierras a colonos alemanes, tras la anexión de parte del país al III Reich en 1939. Recordemos, además, la creación de los guetos superpoblados, como el de Varsovia, y la política de hambre ejecutada en suelo soviético.
Cualquier coincidencia con los crímenes de guerra cometidos por las fuerzas del fascismo alemán contra socialistas, comunistas, judíos, gitanos, homosexuales, eslavos, polacos, checoslovacos y otros pueblos considerados subhumanos, con lo que ya hace y pretende hacer el gobierno de extrema derecha de Benjamín Netanyahu no es casualidad. Simplemente es que el tipo es un nazi.
La muerte, la inanición, las enfermedades, la destrucción y la miseria se campean por Palestina, con apoyo de Estados Unidos y Europa, la inacción de otras potencias y la hipocresía de buena parte de la comunidad internacional. Mientras, las empresas de “reconstrucción” arman sus maquetas para levantar ciudades en las que vivirán colonos del sionismo sediento de tierras.