Venimos de una gesta que no se hizo de un día para el otro, así como no se ha podido vivir en la velocidad a la que responden las dinámicas agresivas de la híperconectividad, pero asumir el camino de hacer una Revolución, es una carrera de largo aliento, desde la paciencia estratégica del “por ahora” del año 92, pasando por el inicio de la campaña electoral del comandante Chávez y la transformación constituyente; nosotras y nosotros nos hemos visto envueltos en una importante misión que involucra los 32 años más recientes vividos por el pueblo venezolano.
Pasamos de la resistencia a la construcción, una construcción que, de una manera muy robinsoniana, nos dibuja desde el hacer, desde el inventar para poder errar; pero el llamado es a no negarnos la excelencia a partir de esta construcción; porque si bien hemos sido un pueblo infinitamente vilipendiado, bloqueado y constantemente agredido, siento que cada vez que le echamos la culpa al “Estado burgués” o al “sistema patriarcal” o a la herencia cultural del “rentismo petrolero” estamos entregando el poder que tenemos para transformar la realidad, y aunque con esto no estoy eximiendo de “culpa” o responsabilidad sobre nuestra realidad a esos factores, solo quiero decir que podemos también tomar responsabilidad individual en la transformación de la sociedad y procurar tejer las redes de la lucha colectiva desde allí para consolidar todo aquello que ya hemos revolucionado, partiendo de lo que siempre hemos hablado en este espacio, de nosotras y nosotros.
Ahora más que nunca, no todo está perdido, estamos en el tiempo justo para cuestionar y resolver las más profundas inopias colectivas, empezando en esto qué somos hoy y que vivimos en nuestra casa, es hora de ofrecer a tiempo el corazón.
Seguimos venciendo, palabra de mujer.