Leí en uno de los portales financiados desde el exterior, cuyos contenidos desnutren la psiquis del universo opositor, que en Miami, Florida, Estados Unidos (¿dónde si no?) se organizaron con la intención de promover que se le otorgue el Premio Nobel de la Paz a la señora María Machado.
Y luego de reflexionar un poco acerca de si la mencionada se ajusta a las últimas tendencias bajo las cuales se ha entregado este desprestigiado reconocimiento, pues declaro por aquí que sí, que estoy completamente de acuerdo con que la señora ha hecho méritos suficientes viajar a Oslo, Noruega, a recoger su medalla y pasar por caja.
¿Qué si me volví loco? ¿Que si no sé el fulano galardón alude a la tolerancia, la convivencia y el respeto a la vida? ¿Qué en qué planeta se supone que vivo? Pues, precisamente, el mundo está patas arriba y no podemos dejar quitarnos esta posibilidad de ocupar por algunos minutos las primeras páginas de la prestigiosa prensa internacional. Miren que la competencia es dura y no vaya a ser que se nos adelante alguien como, por ejemplo, Benjamín Netanyahu, quien tiene en su haber, en su expediente y como respaldo más de 40 mil asesinatos en menos de 10 meses.
Porque en este mundo al revés en el que nos ha tocado vivir, hay que reunir ciertas condiciones para ganarse la distinción nórdica. Si el nominado o nominada mantiene una clara tendencia intervencionista y opina, sanciona, interviene militarmente, espía, bloquea y demás acciones violentas, seguro que gana. Y, por cierto, se ha hecho una exigencia para calificar, ser también antirruso. No hay problema, nuestra opción antañona reúne todos requisitos.
Aquí les dejo solo dos casos que ratifican la tendencia del Nobel que asoma claras señales de buenas posibilidades para la consentida del Departamento de Estado:
* Barack Obama (2009): llevó la muerte a los pueblos de Libia, Yemen, Irak, Siria y, como añadido a su humanitaria gestión, como presidente de Estados Unidos, abrió el camino a todas las sanciones impuestas a Venezuela, al firmar la orden ejecutiva en la que catalogó a nuestro país como una amenaza inusual y extraordinaria para los intereses del imperio.
* Juan Manuel Santos (2016): qué decir sobre este señor, pupilo del paraco mayor, Álvaro Uribe, y mentor de otro paraco, Iván Duque. Además de los casos de falsos positivos que lo salpican vale recordar el bombardeo a Ecuador en 2008, y su presunta participación en el intento de magnicidio en contra del presidente Nicolás Maduro en 2018.