Nada como las discusiones de pareja para airear los trapitos al sol. Del archivo mental puede salir de todo: casos muy viejos, viejos, presentes y hasta futuros. Y eso es especialmente así, si la pelea se lleva a cabo con el ventilador encendido y en presencia de visita.
Si aún no lo sabe, le digo querido lector que eso está pasando actualmente, casi que en vivo y directo, entre el Partido Socialista (ex) Obrero (tampoco) Español y el Partido Popular, dos de las principales patas de la estructura política que sostiene al Reino España.
Y en ese enfrentamiento, desde el PP se acusa de continuista inveterado al actual presidente en funciones, Pedro Sánchez. Mientras que el PSOE responde señalando a José María Aznar (expresidente español desde 1996 hasta 2004), de golpista. ¡Golpista! Sí, Usted leyó bien. Porque ese político ultraconservador, corresponsable, entre otras atrocidades, del genocidio en Irak, ha llamado a la “rebelión nacional” para evitar que la organización rival se mantenga en el poder.
Lo paradójico es que tanto Sánchez, como el jefe del PP, Alberto Núñez Feijóo, quien fuera el más votado en las recientes elecciones ibéricas, hasta hace muy poco coincidían en su apoyo irrestricto (y sin el prurito democrático que se supone deberían tener y del cual viven presumiendo) no solamente a la aparición inédita en Venezuela de un autojuramentado presidente de mentirijillas como lo fue Juan Guaidó, sino también a las medidas coercitivas unilaterales sancionadas por la Unión Europea y los Estados Unidos en contra de nuestro país.
Vale decir, sin embargo, que el protagonismo repentino de Aznar en la crisis política española, ha originado un proceso mental de sinceridad en los voceros del PSOE, quienes han redescubierto —casi que con vergüenza— el gusto de Aznar por los golpes de Estado y las intervenciones armadas en terceros países.
He aquí un breve recuerdo, que tal vez les sirva de algo. La participación de la España de Aznar en el golpe de Estado en contra del presidente Hugo Chávez, el 11 de abril de 2002, quedó registrada en la historia y en la conversación telefónica de este con Pedro Carmona Estanga “el breve”. Claro que Aznar es golpista, pero no desde ahora sino desde al menos 21 años.
Bastante tarde se descubre el agua tibia en España.