Donald Trump lanza una terrorífica campaña antiinmigrantes, mezcla de razzia y mercadeo de imagen dirigida tanto a sus votantes (muchísimos de ellos hijos, nietos de extranjeros que llegaron a Estados Unidos casi que con lo puesto) como a gobiernos foráneos, redes y medios de comunicación. La Casa Blanca será, durante los próximos cuatros años, la sede de un talk show de la tragicomedia.
Salen y salen hombres, mujeres y niños: deportados, encadenados, cazados en calles, avenidas, mercados, escuelas y hasta en hospitales. Para Trump, que su madre, Mari Anne, y su padre, Frederick, hayan sido inmigrantes (y pobres), ella trabajadora doméstica nacida en Escocia y él barbero, de origen bávaro, no le genera ningún problema de conciencia o de empatía, porque al parecer carece de ambos atributos.
Ahora bien, no solamente los potenciales expulsados del sueño americano están más que preocupados. Mis fuentes reportan que también padecen de intenso estrés muchos ciudadanos nacidos en el país norteño aun poseyendo los clásicos atributos de un Republicano: blancos, protestantes y conservadores a rabiar.
Pero ¿por qué? Pues porque en poco tiempo, si esto sigue así, tendrán que comenzar a recoger cosechas, limpiar baños, lavar platos y automóviles, cuidar casas, podar árboles, mantener jardines y piscinas, barrer calles, construir casas, edificios, echar cemento, reparar equipos del hogar, atender clientes en restaurantes, hoteles y comercios, cuidar viejitos, pasear mascotas, entregar encargos, etcétera. Y la verdad es que hay millones de James Smith y Olivia Jones que, ni saben cómo llevar a cabo estas tareas cotidianas e imprescindibles, ni estarán muy dispuestos a asumirlas ante la carencia de mano de obra.
Otra cosa: es de esperarse algún impacto negativo en la economía de Estados Unidos en los meses venideros si la política cavernícola de extradición compulsiva e indiscriminada sigue en pie. Tal vez lo que Trump quiere realmente es superar al campeón de las extradiciones, quien con su cara de yo no fui y mejor trato en los medios, sacó de Estados Unidos a casi tres millones de personas.