Por: Patricio Montesinos
La liberación y llegada a Caracas de 252 migrantes venezolanos deportados por EE. UU., y apresados en una cárcel de máxima seguridad en El Salvador, es calificada como una jugada perfecta de altos quilates del presidente Nicolás Maduro y sus más cercanos colaboradores.
Después de cuatro largos y complejos meses de negociaciones directas con Washington, el gobierno Bolivariano y Chavista consiguió el regreso a la patria de sus compatriotas la pasada semana.
También, siete niños y niñas separados de sus padres migrantes y secuestrados por el régimen del mandatario Donald Trump, violando los más elementales derechos humanos, ya se encuentran en Venezuela junto a sus familiares.
Maduro explicó en una intervención pública que a cambio de la liberación de sus connacionales fueron entregados a EE.UU. 10 terroristas y agentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que habían sido capturados antes de perpetrar acciones violentas y atentados en la nación latinoamericana.
Agregó que canjeamos a terroristas por inocentes venezolanos, quienes en franca violación de todas las normas y leyes jurídicas internacionales fueron deportados por orden de Trump y recluidos en El Salvador en condiciones infrahumanas.
La vuelta a su tierra de esos ciudadanos y de los niños y niñas constituye un nuevo triunfo de las autoridades de Caracas, después de una jugada política y diplomática perfecta, acorde con fuentes periodísticas.
Las mismas fuentes coinciden en que esa relevante victoria es sin duda alguna un verdadero espaldarazo al Chavismo.